martes 8  de  abril 2025
OPINIÓN

Sin actos de humanidad: el destino de un pueblo

Un análisis preciso para contar las cosas como son

La ciudad temblaba bajo el peso de la historia. Las calles de Budapest, Varsovia, Praga; lugares que alguna vez fueron testigos del horror, donde la humanidad se enfrentó a su propia sombra y, sin embargo, incluso en la oscuridad más profunda, hubo quienes encendieron una llama de compasión. Raoul Wallenberg, un diplomático sueco, no dudó en falsificar documentos para salvar vidas. Oskar Schindler, un empresario alemán, utilizó su fábrica como refugio. Chiune Sugihara, un cónsul japonés, firmó visas contra las órdenes de su gobierno. Pero no fueron solo ellos. Hubo gestos, pequeños y grandes: un pan dejado en el umbral, una mirada que desviaba la atención de un soldado, una mano extendida en la multitud. Hasta en los días más oscuros, siempre hubo alguien que eligió actuar humanamente.

Por otro lado, en la Franja de Gaza, el relato es otro. Los rehenes liberados, aquellos que sobrevivieron meses de cautiverio bajo Hamás, cuentan una historia sin grietas, sin excepciones. Ningún acto de humanidad. Nada.

Esto sorprendió al presidente estadounidense cuando los rehenes liberados lo relataron en la Casa Blanca. Tras una conversación, Donald Trump hizo pública su sorpresa ante la carencia de todos los palestinos con que los rehenes se cruzaron durante sus casi dos años de cautiverio.

“Uno pensaría que habría algunas personas que serían bondadosas, alguien que diga, ¨todo va a estar bien¨. Pero no hubo nada de eso. Es sorprendente”, declaró Trump.

La reacción no es un detalle menor. Si hay algo que demostró la historia es que, incluso en los contextos más brutales, siempre existieron aquellos que se atrevieron contra la inercia del odio. Pero aquí, en este presente, en este conflicto, la ausencia de compasión no es una anomalía, sino una norma. El presidente de Estados Unidos reaccionó con espontaneidad ante algo que nunca se había visto. Y esto nos enfrenta a una pregunta que no puede ser ignorada: ¿qué sucede cuando en un pueblo no hay seres humanos?

La Biblia ofrece una respuesta. Abraham negocia con Dios por la salvación de Sodoma. ¿Y si hay cincuenta justos? ¿Cuarenta? ¿Treinta? ¿Diez? Pero Sodoma fue destruida porque no había quien valiera la pena ser salvado. Y Gaza no es solo Sodoma. Gaza es Budapest sin Wallenberg, Varsovia sin los polacos que escondieron niños judíos, Praga sin los que arriesgaron su vida por un desconocido. No hay salvadores. No hay siquiera un resquicio de humanidad.

Si en una sociedad no existe el más mínimo acto de decencia hacia un cautivo en máxima vulnerabilidad, si en un pueblo entero no hay una sola mano que se extienda hacia el otro, si la respuesta es unánime en su crueldad, entonces la solución es clara. No hay con quién negociar, no hay puente que tender, no hay posibilidad de convivencia. Porque la coexistencia presupone un terreno común, y aquí no lo hay. La historia nos dice qué hacer cuando no hay salvadores y la sorpresa de Trump lo ilustra. Hay que echarlos fuera. Así se cierra el capítulo y se da vuelta la página.

Las cosas como son

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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