Tanto demócratas como republicanos coinciden en algo: Trump es un fenómeno nunca antes visto en la política. Desde convertir al Partido Republicano en el partido de la clase trabajadora, hasta crear una forma completamente nueva de hacer política, el presidente está causando cambios profundos no solo en Estados Unidos sino a nivel global. Esta columna de opinión de Vanessa Vallejo fue publicada originalmente en el portal Voz.
Trump habla con la verdad cuando dice que todos los presidentes se quejaron siempre de la situación comercial con China, pero ninguno hizo nada, mientras tanto, él sí se atrevió. El desparpajo que muchos critican al presidente es precisamente una de sus principales fortalezas, efectivamente un presidente regular no se atrevería a amenazar a todos los países con aranceles de tal calibre, pero a Trump no le importa lo que digan los grandes burócratas del mundo.
En entrevistas dadas hace años, cuando era un exitoso empresario y todavía no andaba los caminos de la política, resaltó varias veces que no se puede llegar al éxito si no se es capaz de soportar presión. Trump lleva años entrenando su firmeza ante los malos momentos. Así como no le importa que la Unión Europea lo acuse de empezar una guerra comercial, tampoco le importa que el legacy media lo acuse de ser una amenaza a la democracia, y puede, sin mayor problema, resistir la presión de tener a grandes y poderosos grupos tratando de destruirlo. Algunos dirían que incluso lo disfruta.
Una nueva forma de comunicar
Años de ataques por parte de los grandes medios de comunicación, hicieron que Trump desarrollara una forma completamente nueva de comunicarse en política. Lo hemos visto decir abiertamente que muchos de los grandes canales de televisión y periódicos son fake news, durante su última campaña basó su estrategia de comunicación en podcasters y redes sociales, y ahora en la Casa Blanca ha abierto la puerta a periodistas independientes como no se había hecho antes.
Trump ha creado un fenómeno comunicacional que se ha expandido a diferentes países. Hemos visto como en Europa y Latinoamérica, la derecha que antes tenía miedo de hablar o que cuidaba tanto sus palabras, aún cuando la izquierda no paraba de atacar, ha ido adoptando el estilo de Trump. No solo en su denuncia directa al mal comportamiento de muchos periodistas, quienes en realidad actúan como activistas, sino también en general en la naturalidad para decir cosas que antes estaban reservadas para espacios privados. Trump se atreve a decir en televisión lo que muchos piensan, pero que por las formas, no estaba permitido que un presidente se expresara al respecto.
Las denuncias de Trump no se limitan al comportamiento de los grandes medios, lo vimos durante la Administración Biden criticando el trabajo de ciertos sectores de la Justicia y denunciando su politización. Lo escuchamos hablando abiertamente de persecución política en su contra cuando enfrentaba decenas de cargos. Trump ha roto los esquemas de lo que se consideraba adecuado para un presidente en su forma de comunicarse y ha decidido hablar como un individuo cualquiera que se queja y denuncia lo que no le agrada, y eso ha generado una gran conexión con millones de personas que estaban cansadas de permanecer calladas ante los abusos de la izquierda extrema.
Trump inició una nueva era en las comunicaciones políticas, inspirando a decenas de políticos de derecha alrededor del mundo a hablar sin pena ni temor de ser juzgados. A quienes les molesta este estilo de comunicación, tienen el derecho de criticarlo, pero lo justo sería reconocer que es mil veces más transparente que la estrategia comunicativa de personalidades como el expresidente Biden.
Economía
Trump lleva a penas unos meses en la Casa Blanca y literalmente está logrando un realineamiento del comercio internacional. No solo se trata de China, a quien está dejando completamente aislada, sino de decenas de países dispuestos a bajar sus aranceles. Trump ha abierto la puerta a una nueva era del comercio internacional.
Elon Musk incluso ha hablado de cero aranceles entre la Unión Europea y Estados Unidos; el primer ministro de Israel ha dicho que quitara todas las barreras al comercio con EE. UU.; Argentina también parece avanzar hacia un acuerdo de cero o nada de aranceles. Así las cosas, el presidente podría estar llevando al mundo hacia una época de libertad comercial histórica.
En el ámbito nacional, el presidente ha dicho que quiere el mayor recorte de impuestos de la historia, para individuos y para empresas. Ha creado un Departamento de Eficiencia Gubernamental que semana tras semana sorprende a los americanos descubriendo despilfarros millonarios y errores imperdonables en la forma en la que se administran los dólares de los contribuyentes. Más allá de los ahorros, el principal logro de Elon Musk en este departamento ha sido un cambio en la cultura, pasar al sector público los estándares con los que trabaja el sector privado.
Trump ha puesto la economía en primer lugar, de cara a los americanos pero también al mundo entero que mira con atención. Tiene a la opinión internacional hablando de la importancia de recortar gastos, de bajar impuestos y de buscar economías prósperas.
Profundo cambio cultural
Hace unas semanas vimos al presidente rodeado de decenas de niñas y jovencitas en la Casa Blanca mientras firmaba una orden ejecutiva para prohibir la participación de hombres trans en deportes femeninos en escuelas y universidades. La imagen de ese momento es simplemente poderosa, porque muestra quienes son las reales víctimas de los cambios que la extrema izquierda ha estado adelantando en materia cultural, en este caso, las niñas y jóvenes que incluso ven en riesgo su seguridad, por complacer los delirios de una élite progresista.
Trump ha abordado algunos de los más importantes asuntos en materia cultural. Ha firmado las siguientes órdenes ejecutivas: terminar la discriminación ilegal y restaurar la oportunidad basada en mérito; una orden para defender a las mujeres de la ideología de género y restaurar la verdad biológica en el Gobierno federal; firmó una orden ejecutiva terminando la indoctrinación radical en la educación K-12; terminó programas gubernamentales de DEI "radicales y despilfarradores"; también firmó una orden "restaurando la verdad y la cordura a la historia estadounidense".
Es fundamental señalar la seguridad y la convicción con la que Trump ha firmado estas órdenes ejecutivas. Para cualquier político este tipo de medidas, incluso atreverse a tocar esos temas, puede ser una pesadilla. Trump lo aborda con la mayor naturalidad y es capaz mostrar al público estos asuntos como una necesidad de sentido común y no como una reacción de un conservador extremo. En un país en el que incluso menores de edad han sido operados en crueles cirugías para supuestamente "reafirmar su género", estos cambios son de suprema importancia y, tal vez, incluso un aporte mayor que el que se está haciendo en materia económica, porque en este caso lo que ha hecho la extrema izquierda es destruir almas. Trump ha llegado a frenar ideas que buscaban destruir moralmente a una generación entera.