Aunque todavía faltan ocho semanas para que Donald Trump se convierta en el 47º presidente de Estados Unidos, su regreso a la Oficina Oval en enero ya está teniendo un impacto político en la Casa Blanca al despertar nuevas expectativas, especialmente en Moscú, ante la posibilidad de un acuerdo para poner fin a la guerra en Ucrania.
Al parecer, han surgido elementos para un posible pacto que sería aceptable para el presidente ruso Vladimir Putin, según declaraciones de allegados a su gobierno que hablaron con la agencia de noticias Reuters.
Si bien no hay nada particularmente nuevo en cuanto a la posición de Moscú, el hecho de que los funcionarios rusos estén hablando de ello refleja la expectativa del Kremlin de que con Trump en el poder hay una posibilidad real de acuerdo que satisfaga al líder ruso después de 1.000 días de guerra.
Sin embargo, todo lo que agrade a Putin enfrenta la oposición de los miembros europeos de la coalición de 50 naciones, liderada por Estados Unidos y que sigue respaldando y armando al gobierno de Kiev convencidos de que Ucrania todavía puede ganar la guerra.
Ahora bien, Trump ha dicho en tantas ocasiones que pondrá fin al conflicto en su primer día en el cargo que Putin, así como el presidente Wolodymir Zelensky de Ucrania, se están preparando para quien se promociona a sí mismo como un maestro negociador.
El presidente Joe Biden también ha respondido, a su manera, a la inminente llegada de Trump al cargo.
Su decisión, después de meses de reticencia, de autorizar a Kiev a disparar misiles estadounidenses de largo alcance a Rusia y enviar minas antipersonales a Ucrania fue una advertencia a Trump de que bajo su administración Rusia no ganará la guerra.
Entonces, ¿hay perspectivas reales de un convenio? o los últimos informes de Moscú son parte de un juego político de Putin para reafirmar que sus demandas personales no han cambiado.
Se ha estado informando que el presidente ruso está listo para discutir un acuerdo de alto el fuego con Trump, pero no sobre la base de ninguna entrega de territorio ocupado por Rusia. De igual manera, la aspiración de una membresía para Ucrania en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) también debe abandonarse.
El acuerdo de Moscú congelaría efectivamente el conflicto a lo largo de las actuales líneas en el frente y Crimea, anexada por Rusia en 2014, nunca será devuelta.
Putin ha admitido en el pasado que consideraría un acuerdo esbozado, por primera vez en una conferencia de paz en Estambul en abril de 2022, en el que Ucrania tendría que aceptar la neutralidad permanente a cambio de garantías de seguridad internacional suscritas por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) pero sin tropas de la Alianza Atlántica en territorio ucraniano.
Ese parece seguir siendo su plan, pero Rusia sigue apoderándose de más territorio al este de Ucrania por lo que los próximos dos meses probablemente estarán entre los más difíciles por el aumento de los ataques con misiles a ciudades ucranianas.
A pesar de esta situación, los líderes de OTAN mantienen todavía esperanzas en cuanto a que, de alguna manera Ucrania puede aun revertir las pérdidas en el campo de batalla y desde una mejor posición presionar a Putin para un acuerdo más favorable.
Aquí es donde Trump ha intervenido. Parece haber comprendido la realidad. Y es que la guerra no va a satisfacer completamente a ninguno de los dos lados y cuanto antes Putin y Zelensky se sienten a la mesa de negociaciones, mejor será.
Trump está decidido a poner fin a la guerra, como ha prometido pero los aliados de Estados Unidos en la OTAN esperan que no haga demasiadas concesiones a Putin y en segundo lugar que su plan beneficie tanto a Ucrania como a la seguridad de toda Europa.
Es un desafío difícil de sortear porque desde que Rusia invadió a Ucrania en febrero de 2022 y la OTAN ha dicho que la seguridad y la estabilidad futuras de Europa dependen de que Putin sea derrotado en su guerra contra el vecino.
El temor radica en que una victoria del líder ruso, lo alentaría a lanzar más agresiones contra otros países de la región, en particular miembros de la OTAN como, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, y el problema para la nueva administración estadounidense vendría por una negociación para un acuerdo de paz que se perciba como solo favorable a Rusia, lo cual le restaría créditos al nuevo presidente.