viernes 17  de  enero 2025
OPINIÓN

La verdad y la vergüenza

No podemos defender bien nuestros proyectos, en cualquier dirección que sean dirigidos, sin el poder inextricable de la verdad

Diario las Américas | ZOÉ VALDÉS
Por ZOÉ VALDÉS

Iba en el metro, con los audífonos y la mirada clavada en la pantalla del móvil, viendo y oyendo a mi admirada Rachel Khan en una de sus más recientes intervenciones en CNews, la cadena televisiva más vista en Francia, y la que el ARCOM (Autoridad de Comunicación de la Regulación Audiovisual), debido a denuncias de los comunistas, se empecina en tumbar mediante la censura, como han logrado tumbar C8 -sí, así estamos en Francia, que desde hace bastante no es más el país de los derechos humanos, porque no pueden existir derechos humanos donde se persigue, acorrala, y ataca constantemente a los judíos, verbal y físicamente, cuando no se les silencia-; de pronto Rachel Khan dijo, valga la redundancia, una verdad como un templo: La verdad no constituye ya un argumento. Algo que he venido expresando desde hace algún tiempo, cuando dije en una conferencia en francés, iluminada por mis lecturas de Albert Camus, lo de: Si la vérité n’est pas libre, la liberté est une mensonge (Si la verdad no es libre, la libertad es una mentira).

Rachel Khan es una atleta, actriz, escritora, consejera política francesa, nacida en 1976, a veces usa el seudónimo para su trabajo de actriz de Nina Gary. Es una bella mujer, mestiza, brillante, de una inteligencia poco común; su padre, originario de Gambia, fue profesor de inglés en la universidad de Tours, donde ella nació, y su madre es judía ashkénaze oriunda de Polonia, librera de profesión. Durante su juventud, Rachel alcanzó a ser una atleta de alto rendimiento, más tarde se formó como jurista. Militó en el partido ecológico Los Verdes, y en 2017 se pasó a La República en Marcha, el partido de Emmanuel Macron. Rachel Khan, como la mujer inteligente que es, desde entonces ha evolucionado muchísimo en su pensamiento, o siempre estuvo clara, no sabría decir, pero nunca la he oído ejercer el odio contra los conservadores, ni contra Donald Trump, y mucho menos, reducirlo todo a los insultos y la bellaquería wokista, y tuvo el coraje de ir a almorzar con Marine Le Pen en su residencia con el fin de entrevistarla.

La inteligencia se cultiva, y de una manera u otra casi siempre nos ubica en el camino del aprendizaje y del conocimiento mediante lecturas y reflexiones, esa sabiduría del experimento conlleva innegablemente a la verdad. No podemos defender bien nuestros proyectos, en cualquier dirección que sean dirigidos, sin el poder inextricable de la verdad. Sí, aunque ese camino pueda ser la mayoría de las veces intrincado y brumoso, pero conocer es ya un desafío y empeñarse en el conocimiento debiera ser una misión.

Rachel Khan y yo sin pertenecer a la misma generación, ni compartir educación y sociedad durante la juventud de ambas, tenemos puntos en común: venimos del deporte y nos dedicamos a la literatura. El deporte enseña una disciplina diaria que no se debe abandonar jamás, si se quiere llegar a donde llegó Rachel, yo no, yo la abandoné y no pasé de los cuatro años de la especialidad de Educación Física en el Pedagógico, de manera obligada. La literatura es un sacerdocio, cuando se penetra en su misterio jamás se abandonan los hábitos cuyas sotanas y demás emblemas vestimentarios se conservan à tout jamais en el alma, en una suerte de pasión indescriptible y sólo controlada por las ideas, que son las que orientan el timón.

En política -y Rachel Khan que ha escrito y publicado libros extraordinarios sobre el tema pudiera dar fe- se miente mucho, quién pretendiera ignorarlo a estas alturas; aunque, digamos que también existe una ética del honor cuando se trata de la gran política, de las negociaciones a altos niveles, donde inevitablemente la verdad se impone. La verdad ha provocado grandes guerras, pero la verdad ha logrado intensos y perdurables momentos de libertad y paz. Subrayo libertad y paz porque no existe una sin la otra, no hay nunca paz sin libertad, algo que se olvida con frecuencia, pese a la obra de Winston Churchill para refrescar la memoria.

Desde mucho antes, pero sobre todo con mayor razón desde el genocidio cometido el 7 de octubre en Israel, Rachel Khan ha defendido arduamente la verdad, y se ha buscado más enemigos. También yo, y otros muchos, aunque no somos judíos, hemos defendido la verdad. Y ese es el filosófico sentido de la verdad, juntarse en la verdad con otros, para otros, por el prójimo, por uno mismo.

Usar la libertad y su combate con la intención de mentir, para robar (ganancias e ideas), para injuriar, vejar, resulta desgraciadamente de lo más corriente. Los que de tal modo actúan pretenden destruir los códigos honorables que a lo largo de los siglos, mediante guerras y posteriores reconciliaciones, se consiguieron imponer en Occidente para el bien de la humanidad y de su cultura.

La verdad os hará libres, dijo Jesús a los judíos. Los cubanos, que somos los judíos del Caribe, tuvimos a un gran maestro, amante de la verdad, que dio la vida por ella, y que nos susurró desde su pluma un consejo benefactor: Ser cultos es el único modo de ser libres. Libres sobre todo del engaño y la traición. Libres con vergüenza.

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