La estabilidad del usurpador está herida de muerte, el creciente rechazo a los criminales que pretenden perpetuarse en el poder a la fuerza, nos obliga a ratificar que 2025 es año de cambio en Venezuela, con consecuencias en el Continente.
Maduro tendría esperanza de completar su sexenio y de mantenerse aún más tiempo, si colgáramos los guantes, si dijéramos que es imposible
La estabilidad del usurpador está herida de muerte, el creciente rechazo a los criminales que pretenden perpetuarse en el poder a la fuerza, nos obliga a ratificar que 2025 es año de cambio en Venezuela, con consecuencias en el Continente.
Maduro, sus cómplices y secuaces atraviesan el peor momento de su régimen criminal que ya cumplió 26 años, si bien está llamado a desaparecer por el inmenso malestar en el país, por la solidaridad internacional con nuestra causa y porque el pueblo no se rinde; nos cansamos, sí, por momentos puede invadirnos el desaliento, también, pero pronto recuperamos la fuerza que nos permite avanzar, la esperanza y convicción de que la justicia tarda, pero llega. Como ha sido dicho, quien no espera vencer, está vencido.
Nicolás Maduro se ha juramentado tres veces como presidente, siempre de manera ilegal e ilegítima, más allá del asunto de su cuestionable condición de venezolano, al haberse probado su nacionalidad colombiana. La comunidad internacional y los países amigos nos habían exigido siempre ir a elecciones que señalaran el camino; la alternativa democrática aceptó hacerlo en condiciones absolutamente desfavorables, sin embargo, bajo el liderazgo y conducción de María Corina Machado ganamos de paliza, ahora están obligados ayudarnos a que se concrete el cambio y se juramente el presidente electo; el pasado 28 de julio de 2024, con el 85% de las actas en mano, se evidenció el triunfo de Edmundo, quien ganó 70 a 30 sobre Maduro, y a pesar de la paliza, sin mostrar actas, el CNE y el TSJ proclamaron ganador al usurpador, cuyo régimen tiene pie de barro, este sexenio agoniza al nacer.
Maduro tendría esperanza de completar su sexenio y de mantenerse aún más tiempo, si colgáramos los guantes, si dijéramos que es imposible, si aceptáramos su tiranía como corderos obedientes, sin reaccionar y hacer valer nuestros derechos.
Simón Bolívar, Libertador e inspirador, afirma que “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”. Pero hay más, como hemos dicho y ratificamos, la rebelión contra la tiranía es un derecho natural, inherente a los seres humanos, porque nacemos libres y eso genera el derecho a defender la libertad, a rebelarnos contra el tirano represor. Pero también hemos dicho que, más allá del derecho natural a la rebelión, los venezolanos tenemos la obligación constitucional a rebelarnos contra el tirano, obligación establecida en el artículo 350: “El pueblo de Venezuela… desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.
Por supuesto que sabemos que el tirano, aún herido de muerte, es peligroso, porque pataleará pretendiendo sobrevivir e incrementará el uso de la fuerza y la siembra de miedo para perpetuarse, lo que nos obliga a actuar con inteligencia y evitar muertes o daños innecesarios, permitiéndonos entender que fue inevitable frenar el retorno de Edmundo a Venezuela el 10 de enero, en espera de un mejor momento, que se ha de concretar pronto, si sostenemos e incrementamos la presión popular e internacional, si no caemos en el pesimismo, en el lamento estéril que solo beneficia la causa del usurpador.
El 10 de enero concretó el golpe de Estado, consumó la usurpación. Jorge Rodríguez, quien condujo la estrategia de la derrota electoral de Maduro, es el mismo personaje que le tomó juramento en un acto que demostró el aislamiento internacional del régimen, solo los presidentes de Cuba y Nicaragua estuvieron presentes, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega, dos criminales dictadores de la misma estirpe de Maduro; quedó demostrado que los Jefes de Estado no quieren retratarse con Maduro, es una raya; los países que se sintieron, por una u otra vía obligados a hacerse presentes en la Asamblea Nacional el pasado 10, enviaron representantes de segundo o tercer nivel. Pero la soledad fue mayor en la calle, nunca antes habían estado tan solas las calles de Caracas, nadie acudió a la convocatoria, ni siquiera por las ofertas de comida y de algún dinerito.
Maduro lo sabe, Diosdado está al tanto, Padrino López y Jorge Rodríguez están conscientes, el pueblo ya no los quiere; ellos conocen que están montados en una olla de presión y la candela toma fuerza.
No nos rendimos, ni por el futuro de Venezuela, de nuestros hijos y nietos, ni por los caídos, por los miles de fallecidos; pensamos en Neomar Lander, en Génesis Cañizalez, en Oscar Pérez, en el señor Brito y en los miles de desaparecidos y asesinados por el régimen, en las decenas de miles de presos y torturados, en los millones obligados a dejar nuestro país, no siempre en condiciones cómodas o dignas; los ya más de ocho millones de migrados nos hemos organizado, como lo hemos hecho en VenAmérica, y seguimos avanzando para, desde afuera, ayudar al cambio político que debe producirse pronto para el establecimiento de un gobierno de reconstrucción y reconciliación, encabezado por Edmundo González y María Corina Machado.
La lucha libertaria de nuestro pueblo continúa, no nos rendimos; sabemos que debemos vencer el miedo, como valientemente lo hizo el pueblo venezolano el pasado 9 de enero. Mantenemos en alto la voz para gritar Gloria al Bravo Pueblo. Resistencia, rebelión y cambio es la consigna. Adelante. www.presidencia.org.
Luis Corona y Paciano Padrón
*Expresidentes de VenAmérica