viernes 18  de  abril 2025
OPINIÓN

Héroes contra pistoleros

A 23 años del 11A, la impunidad protege a los culpables y castiga a inocentes. Tres policías siguen presos mientras los verdaderos responsables fueron absueltos

Diario las Américas | IBÉYISE PACHECO
Por IBÉYISE PACHECO

Recién se cumplieron 23 años de los sucesos del 11 de abril del 2002, hechos que expusieron de manera muy dolorosa la indefensión de los venezolanos ante la imposibilidad de impedir la devota entrega de Hugo Chávez a Fidel Castro con la inherente deformación de la Fuerza Armada, ahora fragmentada en despachos regionales al servicio del crimen organizado.

Con Maduro en el poder y ya lejos de la vorágine de aquella gigantesca manifestación que tomó las calles de Caracas y que fue atacada, los malos tiempos han pasado a ser peores. Venezuela sufre una dictadura sanguinaria aferrada al poder, mientras el ciudadano agobiado por la pobreza no encuentra manera de retomar la libertad y la democracia.

Ese 11 de abril fue un intento (infeliz) de evitar lo que hoy los venezolanos estamos sufriendo. Desde entonces el Estado de derecho se esfumó de nuestro país. Los responsables de 19 fallecidos y 127 heridos, lejos de responder ante la justicia, han sido protegidos por quienes tienen el deber de impartirla. Y, por el contrario, tres hombres inocentes se desvanecen tras las rejas.

A los funcionarios policiales Héctor Rovaín, Erasmo Bolívar y Luis Molina, sentenciados a 30 años de prisión, se les continúa negando medida alternativa de cumplimiento de la pena. El primero de ellos, ese día, comandó una ballena para intentar contener la protesta que avanzaba por la avenida Baralt. El vehículo se convirtió en barricada y recibió múltiples impactos de bala.

A Luis Molina, que era patrullero motorizado, le tocó hacer recorrido hasta que a la 1 de la tarde le ordenaron trasladarse a la esquina de La Pedrera y a la plaza Miranda; estando en la esquina de Muñoz a un compañero se le cayó el arma. Una ráfaga lo obligó a resguardarse con el armamento. Ahí le hicieron una foto.

Erasmo Bolívar cumplió con recoger heridos y trasladarlos a centros asistenciales en una ambulancia a la que le dispararon; entonces tuvo que bajarse con el armamento guindado en la espalda de uno de los funcionarios; allí le tomaron una foto que resultó su calamidad.

No importó que las armas que relacionaban con los hechos a Bolívar y Molina no habían sido accionadas; tampoco que Rovaín dentro de la ballena había sido víctima y no victimario. Los tres fueron condenados a la pena máxima en el juicio más largo de la historia venezolana, en el que todas las pruebas aportadas por la defensa fueron ignoradas por la juez Marjorie Calderón. Los funcionarios fueron recluidos en la cárcel de Ramo Verde hasta que en el 2021 decidieron ahondarles aún más la pena al ordenar su traslado al Centro Penitenciario Occidente en el estado Lara, alejándolos a ellos y a sus familiares, aún más, de sus casas.

La injerencia política en el caso pasó de sospecha a convicción luego de que el magistrado Eladio Aponte Aponte escribió una carta desde Costa Rica confirmando que Hugo Chávez había presionado al Poder Judicial para la sentencia, testimonio ratificado por Luis Velásquez Alvaray, otro magistrado.

En el juicio de siete años también recibieron condena de prisión los tres comisarios Iván Simonovis, Lázaro Forero, Henry Vivas y otros tres funcionarios policiales, quienes por razones de salud y otras acciones han logrado salir. Quedan entonces en prisión Rovaín, Bolívar y Luis Molina. Tres vidas y tres familias destrozadas sin que haya manera de que el beneficio previsto en la ley con libertad parcial de régimen abierto se aplique en ellos.

En contraste, el gobierno abrazó con consideración a los implicados en las muertes y en los heridos. Me refiero a los pistoleros de Puente Llaguno.

Todo el país los vio a través de las imágenes transmitidas por Venevision cuando ellos tres, junto a otros hombres armados con potentes 9 milímetros, dispararon desde la vista privilegiada de Puente Llaguno apuntando con la mira a la masa inerme.

Tres meses y medio después de iniciarse su proceso, los pistoleros Richard Peñalver, Rafael Cabrices, Henry Atencio y Nicolás Rivera fueron imputados por porte de arma de fuego, resistencia a la autoridad, intimidación pública y uso de arma de fuego, para luego ser absueltos. En tanto Amílcar Carvajal, José Ávila Salazar y Miguel Alfredo Mora fueron imputados por homicidio calificado en tentativa, intimidación pública y uso de arma de fuego y a pesar de ser fugitivos por dos años, les fue concedida la libertad después de estar detenidos 48 horas.

Pasado el tiempo, algunos han caído por otras razones. Cabrices murió de un infarto en el 2005, y sin sorpresas Hugo Chávez lo despidió con honores de patriota en el mismísimo Puente Llaguno. Henry Atencio falleció en el 2017.

Peñalver apostó a la política y llegó a ser concejal de Caracas por el Psuv en el año 2011. Fue condecorado en el 2015 por el entonces gobernador de Anzoátegui, Aristóbulo Istúriz con la orden Casa Fuerte en su primera clase. Años después intentó asilo en España, que por suerte le fue negado.

En Venezuela los asesinos son tratados como héroes, y los héroes como asesinos.

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