jueves 9  de  enero 2025
OPINIÓN

El día y horas después

La disidencia democrática venezolana no puede seguir limitándose a la protesta callejera

Diario las Américas | OMAR ESTACIO Z.
Por OMAR ESTACIO Z.

La presente crónica se ha terminado de escribir y ha sido enviada para su publicación, el nueve del corriente enero, 8:33 am., hora legal de Venezuela. No hay que ser muy zahorí para saber qué ocurrirá las ilegales, horas y días siguientes. La oposición democrática tiene la fuerza de la razón, pero la narcotiranía tiene la razón de la fuerza.

El narcotirano se juramentará, "po´que sí, po´que pa´eso semo gobielno", ante la espuria Asamblea Nacional, como fementido presidente reelecto de Venezuela. Invitados de lujo, los malandrines de siempre: Díaz-Canel, Daniel Ortega y/o su mujer, alguno que otro tiranuelo del Cuarto o Quinto Mundo, amén del consabido enjambre de ONG extranjeras, proxenetas de oficio. Damos por sentado que esta vez, S.S. Francisco I, no se va a lavar las manos a lo Pilatos.

Para que ningún demócrata coloque una mosca en la leche, ya están cerradas las fronteras, aéreas terrestres y marítimas de Venezuela. No podrán ingresar al país, Edmundo González, ganador por abrumadora mayoría el 28 de julio pasado, ni los numerosos exjefes de Estado de la subregión, dispuestos a acompañarlo. El sujeto del Mazo Dando, aspirante a asesino cual Fidel Castro en la tragedia de los ”Hermanos al Rescate”, ha amenazado con derribar cualquier aeronave que desacate la cuarentena y nada más deletéreo que un gallina con escopeta.

Las manifestaciones populares contra el fraude electoral que ha pretendido escamotear el triunfo de la oposición democrática, serán reprimidas. Al principio, un tanto smooth con los camiones cisternas, porque hay que guardar las apariencias, pero después la brutalidad retomará su lugar. Desconocemos, si María Corina, en la movilización que ha convocado para el nueve de enero, se limitará a ridiculizar a sus presuntos captores al no dejarse atrapar o si además, va a instrumentar los más modernos recursos de desobediencia civil o resistencia pacífica y aquí llegamos adonde no quisiéramos haber llegado.

La disidencia democrática venezolana no puede seguir limitándose a la protesta callejera.

Chávez, el muy cobarde, temblaba de solo oír el nombre de Gene Sharp, el exitoso artífice de la resistencia pacífica, al extremo que dejó de entrenar a los cursantes de estudios de Estado Mayor, para repeler una invasión extranjera. En su lugar los adiestraba en reprimir a la población civil y así neutralizar las tácticas de Sharp ( "Maldito el soldado que dispara contra su propio Pueblo", Bolívar).

La desobediencia civil tiene solera milenaria. Sócrates, Aristófanes, con su comedia “Lisístrata”, pasando por Jesús, de La Boètie, H. D. Thoreau, Tolstoi, Ghandi, el propio Sharp, Hannah Arendt, los iusfilósofos, Bobbio y Habermas. Algunos, de manera errada incluyen a Mandela, en el selecto grupo. Este último no fue pacifista. Era “sartreano”. Coreaba en el verbo y en la acción a su mentor. “El terrorismo es el arma atómica del pobre” proclamaba J.P. Sartre.

La resistencia pacífica tiene un punto débil: Se desconoce su efectividad, contra narcotraficantes desalmados. Habría que imaginarse a Pablo Escobar, al “Chapo” Guzman, a “El Mayo” Zambada, pidiendo sus jubilaciones anticipadas, por temor a un boicot ciudadano o a una convocatoria de desobediencia tributaria.

Pero el intento vale la pena. La continuidad de la narcotiranía entronizada en Caracas, no es opción para los venezolanos de bien. Una escalada terrorista, la guerra civil, una invasión yanqui, ni otro embargo petrolero, tampoco.

@omarestacio

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