La conspiración y la certeza de enemigos infiltrados en el régimen trascienden al discurso, esta vez. El silencio de casi dos semanas de Nicolás Maduro, solo interrumpido por la visita aislada a un buque científico ruso en La Guaira el 13 de abril, fue parte de la activación de máxima seguridad dirigida por los cubanos.
Nada ocurre al descuido en la dictadura, y aunque a algunos les conviene que Maduro tenga miedo, esta vez parece tener razón en sentir que está durmiendo con el enemigo.
¿A quién creen que se refiere Diosdado cuando habla de infiltrados en el régimen?
La frase textual fue: “El día que aquí lleguen fuerzas extranjeras, nosotros vamos por los quinta columna. No vamos a ir a una guerra teniendo quinta columna dentro del país”.
Y si Diosdado lo tiene detectado, ¿por qué no actúa?
La manera de plantear la situación pareciera casi un modo de coaccionar al traidor para que cambie de posición, quien al parecer está demasiado cerca, tanto como el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, sobre quien las sospechas desde hace mucho están activas.
Si me preguntan, nadie debería confiar en Padrino López. Lo único seguro con él es su gran placer por el dinero.
La verdad es que en el régimen todos desconfían de todos.
La tensión aumenta con algunos movimientos extranjeros, como los recientes de unidades de Estados Unidos en Panamá —rutinarios según expertos— con actividades operativas de ejercicios militares. Son ciertamente rutinas, prácticas con sus equipos de defensa y seguridad, pero la corte madurista tiene los nervios alterados.
Guyana también los mantiene en estado de crispación.
Cada cierto tiempo a la élite de la dictadura se le desata la lloradera. Son momentos de gran peligro para el ciudadano común y especialmente para quienes pertenecen a la Fuerza Armada o están cerca, porque contra ellos suelen descargar su miedo, pagando personas inocentes que son torturadas y tomadas como rehenes, en una descarada extorsión o castigo. Son patadas de ahogado que causan inmensos daños.
El acto más reciente que compartieron Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López fue de la institución armada con “Operadores especiales revolucionarios” que se llevó a cabo en la parroquia Macarao. El programa forma parte de una trampa, son cursos diseñados por cubanos para generar actividades en distintos escenarios aparentemente confiables en los que quienes participan, en este caso los oficiales más vulnerables, son involucrados en dinámicas en las que suelen revelar o expresar sus opiniones, lo que les puede resultar fatal al ser etiquetados como peligrosos conspiradores, contribuyendo además al relato psicológico que encaja perfecto para agitar la paranoia de Maduro. También son observados para determinar si alguno se prestaría a espiar a sus compañeros.
Cabello en ese acto acusó una realidad: dentro de las filas de la Fuerza Armada hay gente muy descontenta, lo que para el régimen es equivalente a la etiqueta de conspirador. Hay razones para preocuparse cada vez que eso sucede porque comienza la razzia con la que terminan torturando a sospechosos equivocados.
En el acto, Diosdado se mostró empoderado como jefe de la FANB junto a un Vladimir Padrino López, deliberadamente transformado en convidado de piedra que habló con prudencia y timidez. Al respecto, un oficial hace una precisión: “Vladimir no vale nada sin Hernández Dala”. En todo caso, el ministro de la Defensa intentó con astucia ratificar la narrativa de la conspiración agregando que la amenaza “va mutando”.
El evento mencionado graduó a 500 hombres y mujeres, lo que resulta en un evidente esfuerzo por revitalizar el proyecto de la unión cívico-militar-policial, otras veces fracasado.
Y es inevitable que fracase ante la poca credibilidad de Diosdado Cabello, al que es imposible tomar en serio cuando se refiere a fuerza moral y ética. Sus amigos y enemigos saben que lo único que le ha funcionado es la represión y la censura, y que de cara al mundo brilla su tatuaje como capo miembro del crimen organizado. Que lo digan empresarios y políticos del Zulia.
En ese evento se anunció que los funcionarios serán graduados cada tres meses como “multiplicadores de ideas”, lo que promete anticipadamente un fracaso ante el trato gélido que reciben todos los miembros del régimen en cualquier parte del país.
Habrá que ver desde la primera fila, a partir de la información de fuentes confiables, el registro de la patética campaña electoral que se acerca.
De cualquier manera, será una campaña en la intimidad de los amigos.