La vieja práctica de los tiranos es usar una parte del pueblo para tener sometida a la otra. Thomas Jefferson
Hoy con tristeza veo como la mala política y miramientos religiosos, favorecen a una dictadura que se perpetua en el poder y que desestabiliza a toda una región
La vieja práctica de los tiranos es usar una parte del pueblo para tener sometida a la otra. Thomas Jefferson
“Mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”. Es cierto que dicha frase ha sido utilizada por muchos personajes históricos y creo que hoy pudiera servirnos a nosotros y mucho. Primeramente, para significar la vergüenza de la política y de la religión ambas cómplices de un hecho deplorable de hacerse los ciegos ante la realidad profunda de Cuba.
Las recientes declaraciones de la administración Biden de retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y por su contra parte en Cuba y las declaraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de la promesa de la “liberación o excarcelación” de 553 reclusos sin especificar cuáles y como serán los términos de los mismos. Algo de lo que estamos acostumbrados de la retórica del sistema autoritario cubano. Sabiendo que existen no poco más de 1.161 presos políticos, según las últimas estadísticas de la organización Prisoners Defenders.
Estos hechos no son solo un error político, sino una maniobra bien calculada, que responde a unos intereses específicos de una dictadura genocida por más de 66 años. Y bajo la sombra de todo esto el manto del Vaticano moviendo sus hilos diplomáticos. Y curiosamente el purpurado, el cardenal en La Habana carecía de información al respecto de dichas liberaciones.
Cuba hace mucho tiempo se ha convertido en un foco de operaciones vinculadas al terrorismo internacional. Esto no es un secreto para nadie, es bien conocido que los tentáculos del Castrismo han llegado a muchos países latinoamericanos, al cuerno de África, Ucrania, y hasta donde el jején puso el huevo, lamentablemente dejando estelas de heridas y dolor irreparables para muchas familias. Al parecer para los que llevan una venda y un bastón de ciegos la evidencia de estos hechos parece ser menos relevante para lo que implicaría, a posteriori, políticamente hablando.
Yo como otros tantos hijos de la nación cubana queremos un cambio real y definitivo para la Isla, que traiga la prosperidad, la dignidad y la democracia participativa y plural. Pero ciertamente esta decisión de sacar a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo tiene repercusiones profundas. Primero que todo, vuelve a legitimar al régimen en la arena internacional de manera favorable.
Segundo, posibilita el acceso a recursos financieros para favorecer las arcas de los dictadores y sus empresas millonarias, fortaleciendo así a su maquinaria represiva.
Tercero, y este último me parece que es sumamente peligroso, porque mostrar condescendencia con estas dictaduras que se ríen del respeto a los Derechos Humanos y de todas las Instituciones Democráticas Internacionales. Esto puede repercutir en legitimación de abusos y crímenes sin ninguna impunidad. Estos actos, ni otros en contra de la dignidad humana deben ser aceptados y permitidos bajo ningún concepto.
Realmente no sé si la Iglesia Católica que peregrina en la Isla de la que formé parte y soy hijo ahora en el exilio, deba permanecer indiferente y silente, sé qué se han dado pasos trascendentales en algunos aspectos, pero sigue siendo insuficientes para los tiempos que corren y lamentablemente el maligno nos lleva un paso por delante, porque mientras permanecemos en silencio el asesino ejecuta su maniobra maquiavélica y después no hacemos nada con lamentarnos, debemos cumplir más el: Ora et Labora, como la requiere la máxima benedictina.
Hoy con tristeza veo como la mala política y miramientos religiosos, favorecen a una dictadura que se perpetua en el poder y que desestabiliza a toda una región. Realmente sacando a Cuba de lista no cambia para nada esa realidad intrínseca del comunismo.
Sólo sé, que el curso de la historia personal y social son implacables. La decisión de ayer no define aún el destino de la Isla y sus hijos. La Esperanza de un pueblo se mide en la valentía de quienes no se rinden, en la fe sincera de que el presente-futuro será mejor y posible en libertad y dignidad plena. Que seamos conscientes de nuestra responsabilidad ciudadana de defender la Verdad y el Derecho a tener Derechos Humanos en la Casa Cuba.