martes 22  de  abril 2025
OPINIÓN

Cerebro adolescente: emociones al mando y razón en construcción

Durante la adolescencia, las emociones van en coche de carreras… y la razón, en bicicleta

Diario las Américas | Dra VIOLETA GARCÍA
Por Dra VIOLETA GARCÍA

No es una metáfora gratuita: el cerebro adolescente aún está en pleno desarrollo, y eso se refleja en su forma de pensar, actuar y decidir.

El razonamiento intuitivo o emocional es el que surge de una sensación, una emoción o una creencia rápida, sin una explicación lógica detrás. Este tipo de pensamiento se apoya en experiencias previas, intuiciones o en la cultura que rodea a la persona. Es inmediato, rápido, automático. Lo que comúnmente llamamos “decidir con el corazón con ese impulso rápido”.

Por otro lado, el razonamiento analítico o racional implica un proceso más elaborado: analizar factores, anticipar consecuencias, considerar opciones. Es un pensamiento más lento y deliberado, que requiere que ciertas estructuras cerebrales estén completamente desarrolladas… y aquí es donde entra en juego la adolescencia.

En esta etapa, el sistema límbico (centro de las emociones) está especialmente activo, mientras que el córtex prefrontal (responsable del juicio, la planificación y el pensamiento lógico) aún no ha madurado del todo. Este desfase neurobiológico explica por qué los adolescentes tienden a tomar decisiones impulsivas, guiadas más por lo que sienten que por lo que piensan.

¿Piensan con el corazón o con la cabeza?

Lo cierto es que el pensamiento emocional tiene mucho peso durante esta etapa. Las decisiones de los adolescentes suelen estar impulsadas por lo que sienten en ese momento, por sus creencias o por la influencia del grupo. El razonamiento lógico —más pausado y reflexivo— aparece, pero no siempre logra imponerse.

No es que no puedan pensar con lógica, sino que lo hacen mucho mejor cuando no están involucrados personalmente. Si se trata de opinar sobre un tema externo, pueden

ser muy sensatos. Pero si se ven emocionalmente implicados... ahí es cuando la balanza se inclina.

Además, en la adolescencia se da mayor peso al pensamiento intuitivo, mientras que el analítico se va perfeccionando poco a poco hasta la edad adulta. Esto no significa que los adolescentes no puedan razonar lógicamente, sino que, ante una situación emocionalmente cargada o de alta presión, es más probable que respondan desde el impulso que desde el análisis.

Esto se suma al hecho de que en esta etapa se priorizan valores distintos a los de la adultez, como la pertenencia al grupo… los famosos “pares, o iguales” , la búsqueda de identidad o la necesidad de inmediatez, lo que refuerza esta forma de razonar más emocional.

Entender este funcionamiento no solo ayuda a comprender mejor sus comportamientos, sino también a acompañarles con empatía, sin exigirles reacciones adultas cuando su cerebro aún no está preparado para ello. No se trata de frenar el impulso ya que eso sería algo casi imposible, sino de acompañar el proceso, ofrecer espacios de reflexión, validar sus emociones y, sobre todo, entender que no es rebeldía sin sentido, sino una evolución natural, que cómo todas las etapas del desarrollo, viene y se va.

Violeta García. Psicóloga

IG violeta_garcia_psicologia

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