“Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen” – José Martí “Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen” – José Martí
Hemos ganado la batalla cuando Mario Díaz-Balart, hijo de cubanos, pero nacido en Estados Unidos, un prominente e influyente congresista, sigue pensando que Cuba es "un deber sagrado
En el 172 aniversario del natalicio de José Martí, en los terrenos que albergaran el edificio Benjamín León Jr. en la Universidad Internacional de la Florida (FIU) se develó una muestra de lo que será Casa Cuba, a la vez que se honró a sus fundadores.
Nada coincide más con la visión de Martí, que desde el exilio se funde una institución que reconstruya y albergue todo lo que 65 años de dictadura han destruido en Cuba.
Me decía Lior Haiat, ex cónsul de Israel en Miami, que los cubanos, al igual que los judíos, teníamos una gran responsabilidad sobre nuestros hombros y es la de preservar nuestra historia. Con el transcurso de los años, van muriendo las víctimas. Quizás no nos tocó vivirlo, pero somos los últimos que escuchamos directamente de los que lo vivieron. Se van extinguiendo las voces de los presos plantados y la barbarie que les tocó vivir. Las de cientos de presas políticas cubanas separadas por años de sus hijos sometidas a la represión y la soledad de una celda. El testimonio de primera mano de nuestros padres y abuelos al haber sido despojados de nuestra patria. No debe ser olvidado el llanto de niños que llegaron solos al destierro, ni el sacrificio de sus padres por salvarlos.
Debemos tener presente el valor de quienes con fusil en mano desembarcaron en Cuba para recuperarla del comunismo, o el de cubanos pulverizados en espacio aéreo internacional mientras rescataban balseros. Porque por cada uno de esos crímenes, miles de voces de cubanos del exilio se han alzado en denuncia.
Como tampoco pueden ser olvidados los logros de una generación que llegó a tierras libres, habiendo perdido todo, sin el idioma ni influencia y aun así han alcanzado altas posiciones, creado industrias, se han destacado en las ciencias, en las artes y en el mundo empresarial. Aprendimos cómo influenciar la política americana a los más altos niveles, siempre por el bien de Cuba. Bien lo ha dicho el nuevo jefe de la diplomacia americana, actual Secretario de Estado, Marco Rubio, hijo de cubanos: “Mis padres dejaron su sueño a un lado, para que yo pudiera vivir el mío".
Como exiliados, nos han faltado muchas cosas, pero nos ha sobrado el amor por Cuba. El enorme reto de Casa Cuba es recoger la historia de un pueblo que no se dejó vencer, ni intimidar. Al cubano le ha tocado recorrer el mundo, abrirse camino y sobrevivir. Esas son las historias que no pueden ser olvidadas. Son las historias de cubanos que murieron en tierra ajena, pero quedamos hijos, nietos y sobrinos para contarlas.
Como tampoco podemos olvidar la generosidad de quienes han hecho posible Casa Cuba. Lo hermoso es que al igual que sus antepasados, no han olvidado a esa triste isla en el Caribe bañada por la fatalidad. Cuba será libre, pero si no queda constancia de sus hijos en el destierro que nunca olvidaron a los hijos esclavos que quedaron atrás y lucharon para que fueran libres, se habrá perdido gran parte de nuestra historia.
Jorge Mas Canosa me dijo poco antes de morir, que habíamos ganado la batalla. ¿Cómo? Le pregunté, si aún estábamos en el exilio. “Porque las convicciones han podido más que los intereses y los ideales más que las canalladas”, y agregó: “sigue siempre transitando por el camino de la verdad”.
Por eso cuando Benjamín Leon Jr. se preguntó "¿Y de mi Cuba qué?", se aseguró que su generosa donación hiciera posible el sueño de Casa Cuba. Para que no murieran lo recuerdos, para que no muriera la historia, para que siga viva la inspiración. Para que nuestro destierro no haya sido en vano.
Hemos ganado la batalla cuando Mario Díaz-Balart, hijo de cubanos, pero nacido en Estados Unidos, un prominente e influyente congresista, sigue pensando que Cuba es "un deber sagrado y siempre lo cumpliremos sencilla y naturalmente como enseñó el Apóstol de Dos Ríos". Nuestra historia también debe ser sagrada. Que Casa Cuba sea el templo que recoja esa legado.