Esta vez, Rusia optó por no intervenir, demasiados problemas Putin tiene con su invasión a Ucrania, pero apoyados por el Gobierno de Turquía de Recep Tayyip Erdoan, los rebeldes, que fueron facción de la temida milicia Al-Qaeda y el ejército de Estado Islámico, expulsaron al dictador que huyó minutos antes de la toma de la capital, Damasco.
Horas después de la huida, cuando Moscú negó que el dictador sirio volaba a Rusia, las agencias estatales rusas anunciaron que el dictador se encontraba en el país con su familia “por razones humanitarias”.
Hoy el hombre fuerte sirio está protegido y abrigado por el gobernante ruso en Moscú, probablemente en la exclusiva urbanización de Barvija, por cuyas caras tiendas pasea la élite del país euroasiático, junto a gobernantes depuestos, malhechores, mafiosos y traficantes, todos admiradores de Putin.
Con un patrimonio neto personal fijado en unos 1.500 millones de dólares, el dictador sirio, su mujer Asma y familia podrán disfrutar una bonita residencia en la exclusiva población.
Entretanto, buena parte del pueblo sirio, cautivado por la caída del autócrata, celebra la huida sin saber qué pasará mañana.
Líder rebelde
Según datos públicos, el líder rebelde Abu Mohammed al-Golani rompió con Al Qaeda en 2016 y emergió como el gobernante de facto del noroeste de Siria controlado por los rebeldes.
En una entrevista con The New York Times, el nuevo hombre fuerte sirio declaró: “Nuestro objetivo es liberar a Siria de este régimen opresivo".
No obstante, el resumen curricular de Mohammed al-Golani es cuando menos preocupante. El guerrillero y terrorista ha pasado años trabajando para rehacer su imagen pública, renunciando en público a vínculos con Al Qaeda y presentándose como un defensor del pluralismo y la tolerancia que el mundo democrático no cree.
Incluso abandonó su nombre de guerra y comenzó a referirse a él por su verdadero nombre, Ahmad al-Sharaa.
La transformación de extremista yihadista a aspirante a constructor de Estado tolerante se pone a prueba ahora. Otros grupos insurgentes islamistas, como sucedió en Irán hace 40 años, en Libia hace apenas 13 y en Afganistán recientemente, las promesas fueron solo promesas.
“Creo que, luego que pase la embriaguez de la victoria, se van a matar entre ellos”, comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS el especialista en asuntos del Medio Oriente y exfiscal de Israel Mookie Tenembaum.
“Hay muchas facciones, muchos grupos, y habrá una guerra civil multilateral”, como sucedió en Iraq y otros países árabes en los que sectas religiosas islamistas definen intereses políticos, religiosos y protagónicos.
Esta situación, que se desarrolla en un país con varias fronteras, pudiera repercutir en las naciones vecinas.
“Temo que puedan pasar a El Líbano y enfrentar a Hezbolá (que es adversario). También a Irak, donde las tendencias islamistas sunita y chiita viven en un estado muy frágil”, resaltó.
Al final, si los sunitas, que forman mayoría en las huestes rebeldes sirias, logran dominar el país, “Irán perdería su fuerza”, apoyada en el chiismo, pero está por ver cuánto influye el extremismo musulmán en el desarrollo de esta gran, pero triste, película.
Irán
Las autoridades iraníes dijeron en varias ocasiones: “Siria es nuestra línea roja”, vista desde Irán como su principal aliado en la región. De ahí la frustración y el silencio de los sectores más leales a la República Islámica de Irán, que preguntan ¿qué pasó? Pero sobre todo ¿cómo pasó?
“Lo que nos tomó por sorpresa fue la incapacidad del ejército de Siria para enfrentarse a los rebeldes y la velocidad de los acontecimientos”, dijo el ministro iraní de exteriores Abbas Araqchi.
Se cree que Irán gastó entre 6.000 y 20.000 millones de dólares al año en Siria durante la guerra civil. La economía siria se contrajo un 70% y la moneda perdió más del 700% de su valor, pasando a ser en parte propiedad estatal y en parte economía de guerra.
Israel
Como espectador muy atento está Israel, que comparte fronteras con Siria y El Líbano. Por ello y más, la nación hebrea aumenta su presencia militar en la línea que comparte con los sirios, a la expectativa de acontecimientos mayores en el país vecino.
Israel teme que grupos armados sirios irrespeten los acuerdos adquiridos con el régimen de Al-Assad que puso fin a las incursiones terroristas en el noreste israelí luego de que la nación hebrea librara una batalla con el Ejército sirio y ocupara los Altos del Golán en 1973.
De hecho, las armas químicas sirias, que el dictador usó años atrás, estarían ahora en manos de los rebeldes, pero el Ejército israelí, ni lento ni perezoso, inició una ofensiva preventiva, con más de 300 ataques aéreos a instalaciones militares donde se presumen estén los depósitos y centros de investigación del mortífero armamento que acuerdos internacionales prohíbe el uso.
La prensa israelí confirma que Israel tomó la zona desmilitarizada aledaña a los Altos del Golán, que fue creada en virtud de los acuerdos firmados en 1974.
Israel anuncia que quiere revisar el acuerdo a la luz de los cambios en el panorama político sirio. Esta decisión ha sido criticada por varios países y la ONU.
Occidente
El mundo occidental, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, celebran el fin del dictador sirio, pero observan con mucha cautela el desarrollo de acontecimientos.
El presidente Joe Biden manifestó que el repentino colapso del gobierno sirio es un “acto fundamental de justicia” después de décadas de represión, pero es “un momento de riesgo e incertidumbre” para Medio Oriente.
Por otra parte, según informó la Casa Blanca, el gobierno saliente de Biden y el equipo de transición del presidente electo Donald Trump conversan sobre qué hacer para afrontar las amenazas en todo Medio Oriente.
Biden incluso comentó que las acciones sistemáticas de Estados Unidos y sus aliados, como los europeos y los israelíes, ayudaron a debilitar fuerzas de partidarios de Siria: Rusia, Irán y Hezbolá.
“Por primera vez”, señaló, “no podían defender el control de Al Assad en el poder”.
Entretanto, el presidente electo declaró: "Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, y Estados Unidos no tiene nada que ver con eso…que se las arreglen”.
Siria
En efecto, la guerra civil en Siria no es problema de Estados Unidos ni de Europa. Ni es de interés mayor, salvo si el conflicto se expande y afecta el mercado internacional de petróleo en la zona.
El país, o zona, que fue epicentro de la revolución del neolítico hace 12.000 años y más tarde parte de la histórica civilización de Mesopotamia, apenas puede proveer un plato de comida a sus habitantes hoy.
Según datos de la Organización Mundial del Comercio, la economía siria depende de fuentes de ingresos inherentemente poco fiables y son fuertemente reforzados por líneas de crédito de Irán.
“El país árabe ni tiene buen petróleo ni juega un importante papel en el comercio internacional y eso lo hace, tristemente, irrelevante para muchos”, opinó el profesor emérito de Derecho de la Universidad de Lleida, en Cataluña, España, Ferran Espaser, que monitorea la situación en la región.
“Pregunto si Irán seguirá apoyando a Siria y aprovechándose de lo que poco que tiene, como hicieron durante la dictadura, o si enfrentarán a los rebeldes que no son de la misma tendencia islamista de los iraníes”, cuestionó.
Antes de la guerra civil, el gobierno sirio esperaba atraer nuevas inversiones en los sectores del turismo, el gas natural y los servicios para diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo y la agricultura.
De esta manera, el gobierno comenzó a instituir reformas económicas destinadas a liberalizar la mayoría de los mercados, pero fueron revertidas desde que estalló la guerra nacional.
“Esperemos lo mejor, pero estemos preparados para lo peor. No veo buenos tiempos en el horizonte”, concluyó.