MIAMI.- El mundo conmemora Semana Santa con los sentimientos puestos en la tradición y la fe religiosa cristiana que promulgó Jesús de Nazaret 2.000 años atrás, mientras continúan aguardando por un mundo mejor sin guerras ni maldades.
Cristianos de múltiples denominaciones conmemoran la Pasión de Cristo en auténtica manifestación que recoge riqueza espiritual y cultural acumulada con el paso de los siglos
MIAMI.- El mundo conmemora Semana Santa con los sentimientos puestos en la tradición y la fe religiosa cristiana que promulgó Jesús de Nazaret 2.000 años atrás, mientras continúan aguardando por un mundo mejor sin guerras ni maldades.
Tras el Domingo de Ramos, cuando los cristianos celebran la entrada de Jesucristo a Jerusalén, pueblos, ciudades y países rememoran los días de la Pasión de Cristo en auténtica manifestación que recoge riqueza espiritual y cultural acumulada con el paso de los siglos: la última cena, la oración del huerto, la muerte y la resurrección.
En Miami, parroquias y congregaciones cristianas salen a las calles para conmemorar el Viernes Santo.
En la Catedral de Saint Mary el arzobispo Thomas Wenski preside la santa misa en el templo católico, seguido por la procesión de imágenes y el Vía Crucis en calles aledañas.
La Ermita de la Caridad, el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad, comienza el Viernes Santo con el Sermón de las Siete Palabras y lo culmina con un Vía Crucis en torno a la Parroquia Saint Kieran.
Además, las iglesias de Gesu, San Juan Bosco y Corpus Christi celebran procesiones que sirven para mostrar el fervor cristiano de los feligreses, ante la mirada de miles de personas, entre miamenses y turistas, que se congregan a lo largo de la ruta procesional.
Desde la iglesia San Juan Bosco la imagen de Jesús de Nazaret es escoltada por cientos de feligreses por la calle Flagler, mientras la iglesia de Gesu acoge un solemne cortejo con el Cristo Crucificado.
A lo largo de la avenida 7 del NW otros cientos de feligreses escoltan las imágenes del Cristo de Medinaceli y la Esperanza Macarena tras su salida de la iglesia Corpus Christi.
Pocas son las guías turísticas que exhortan a visitar Jerusalén en tiempo de guerra contra Hamás, donde se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Sin embargo, la visita a la antigua capital del reino de David demuestra que no hay lugar en el mundo más seguro y conmovedor.
Miles de cristianos de todas las denominaciones y razas se agolpan en las inmediaciones del Monte de los Olivos el Domingo de Ramos, donde visitan la iglesia Dominus Flevit, el lugar preciso donde Jesús lloró al contemplar la ciudad; para luego entrar por la Puerta de los Leones, ya que la Puerta Dorada, por donde entró el Mesías hace 1992 años, fue tapiada por los musulmanes para impedir la próxima entrada del Hijo de Dios, según las creencias religiosas.
El lunes la muchedumbre sube al Monte del Templo (previa coordinación logística por parte de las autoridades) para recordar la expulsión de los mercaderes.
Otro momento de interés durante la Semana Santa en Jerusalén es la visita el Miércoles Santo al Coenaculum, o lugar donde se celebró La Última Cena; donde Jesús cortó el pan, bendijo el vino y lavó los pies a los discípulos.
Luego, el jueves, todos regresan al Monte de los Olivos para orar en el huerto de Getsemaní, donde, según el Nuevo Testamento, Jesús oró minutos antes de ser apresado.
Viernes Santo marca el segundo día más esperado de la conmemoración. Todos acuden al arco del Ecce Homo, el lugar de entrada a la entonces fortaleza romana de Antonia; donde el procurador Poncio Pilato escuchó al Mesías y luego se lavó las manos.
Minutos después, la multitud carga cruces, unas grandes y otras enormes; y acude al Monasterio de la Flagelación, donde Jesús fue azotado; para luego recorrer el camino de sus pisadas por Vía Dolorosa y parar en cada estación del Vía Crucis, hasta llegar al gran templo del Santo Sepulcro, donde estuvo el Monte Calvario y la cruz fue colocada. Un trayecto que continúa el domingo a la iglesia de la Resurrección, donde se encuentra la cueva que fue sepulcro y más tarde testigo de la Resurrección.
Estas fechas, que tienen su origen en la propia Biblia, logran trascender las barreras del entendimiento humano, incluso la negación.
De hecho, para muchas personas estos días significan tiempos de vacaciones o al menos fin de semana largo, esperando con ansias la llegada de la fecha.
Para muchas otras personas, la Semana Santa representa recogimiento y reflexión.
Llamada también Semana Mayor, la fecha finaliza el Domingo de Resurrección.
La Semana Santa va precedida por la Cuaresma y en ella se celebra la eucaristía de Jueves Santo y después se conmemora la Crucifixión de Jesús el Viernes Santo, así como la Resurrección en la Vigilia Pascual durante la noche del Sábado Santo.
El Domingo de Ramos cuenta con una celebración en la cual se festeja la entrada de Jesús a Jerusalén. Los fieles suelen ir a misa y alzar ramos bendecidos de olivo o palma para celebrar la ocasión.
El Lunes Santo se recuerdan los últimos actos de Jesús y el Martes Santo se continúa reflexionando sobre los diversos pasajes que recuerdan su enseñanza, llegando a su fin con el Miércoles Santo.
El Jueves Santo se considera el primer día del Triduo Pascual, cuando se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. En este día se recuerda el pasaje de la Última Cena de Jesús antes de ser detenido y crucificado, en la cual presenta la Eucaristía, materializada como el pan y el vino, representando la carne y sangre de Dios.
Durante el Viernes Santo, se rememora la Crucifixión de Jesús que tuvo lugar en un monte llamado Gólgota, en el año 33, cuando Jerusalén era ocupado por los romanos.
El Sábado Santo denota la víspera de la resurrección y el domingo, Domingo de Resurrección, los cristianos celebran el regreso a la vida de Jesús.
A casi 2.000 años de los hechos que culminaron en el 33 con la Crucifixión, todos, no solo los cristianos, tienen en cuenta estas fechas que modificaron el curso de la humanidad y ayudaron a cambiar la percepción de la vida.