martes 22  de  abril 2025
VATICANO

El cónclave, manual de instrucciones

Por sorteo, tres cardenales son designados "escrutadores", otros tres "infirmarii" como encargados de recoger el voto de los purpurados enfermos y tres más como revisores para comprobar el recuento

CIUDAD DEL VATICANO.- Durante el cónclave, los cardenales electores se reunirán a puerta cerrada en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el lunes a los 88 años.

Así se desarrollará la elección, regida por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996. La fecha todavía no se fijó.

Preparativos

Los 135 cardenales electores --menores de 80 años-- se trasladan a la residencia de Santa Marta en el Vaticano, donde se alojarán durante todo el cónclave.

En la mañana del primer día, los purpurados participan en una misa solemne en la basílica de San Pedro.

Por la tarde, ataviados con el hábito coral, se reúnen en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico y en procesión hacia la Capilla Sixtina invocan la asistencia del Espíritu Santo.

Bajo la bóveda pintada por Miguel Ángel, los cardenales prestan juramento con la mano sobre el Evangelio.

Según un ritual heredado de la Edad Media, el maestro de ceremonia pronuncia la frase "extra omnes" (todos fuera). Las personas que no participan en la elección abandonan la sala y, a continuación, se cierran las puertas. El objetivo es que los cardenales eviten las influencias exteriores.

La elección

Por sorteo, tres cardenales son designados "escrutadores", otros tres "infirmarii" como encargados de recoger el voto de los purpurados enfermos y tres más como revisores para comprobar el recuento.

Sentados juntos, los cardenales reciben papeletas rectangulares con la inscripción "Eligo in Summum Pontificem" ("Elijo como Sumo Pontífice") en la parte superior, con un espacio en blanco debajo.

Los votantes escriben el nombre de su candidato a mano, "con caligrafía lo más irreconocible posible", y doblan la papeleta. En teoría, está prohibido votarse a uno mismo.

Cada cardenal se dirige por turnos al altar, sosteniendo su papeleta en el aire para que sea bien visible y pronuncia en voz alta el siguiente juramento en latín: "Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido".

Deposita su papeleta en un plato y la desliza en la urna frente a los escrutadores, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio.

Los cardenales cuyo estado de salud o edad avanzada les impide acercarse al altar entregan su voto a un escrutador, que lo deposita en la urna en su lugar.

Una vez recogidas todas las papeletas, un escrutador agita la urna para mezclarlas, las transfiere a un segundo recipiente y luego otro los cuenta.

Dos escrutadores anotan los nombres, mientras que un tercero los lee en voz alta y perfora las papeletas con una aguja en el punto en el que se encuentra la palabra "Eligo". Los revisores verifican a continuación que no se cometieron errores.

Si ningún cardenal obtuvo dos tercios de votos, los electores proceden a una nueva votación. Salvo el primer día, se prevén dos por la mañana y dos por la tarde hasta la proclamación de un papa.

Las papeletas y las notas tomadas por los cardenales se queman en una estufa cada dos rondas de votación. La chimenea, visible por los fieles desde la plaza de San Pedro, expulsa humo negro si no se logró escoger a ningún papa y una fumata blanca en caso de una elección.

Tras tres días sin lograrse el nombramiento de un pontífice, la votación se suspende para un día de oración.

"Habemus Papam"

El cardenal elegido deberá responder a dos preguntas del decano: "¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?" y "¿Cómo quieres ser llamado?". Si responde sí a la primera, se convierte en papa y obispo de Roma.

Uno por uno, los cardinales expresan un gesto de respeto y obediencia al nuevo papa, antes del anuncio a los fieles.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono anuncia "Habemus papam". A continuación, aparece el nuevo pontífice e imparte su bendición "urbi et orbi" (A la ciudad y al mundo).

Estos son los Cardenales que pueden sustituir al papa Francisco

Pietro Parolin (Italia), nº 2 del Vaticano, 70 años

Este diplomático de gran experiencia ejerció como secretario de Estado --nº 2 del Vaticano-- durante casi todo el pontificado de Francisco y es un hombre de primer plano en la escena internacional.

Con su figura ligeramente encorvada, su voz delicada y su temperamento tranquilo, ha viajado por todo el mundo y conoce a muchos líderes políticos, así como los entresijos de la Curia Romana.

Willem Jacobus Eijk (Países Bajos), arzobispo de Utrecht, 71 años

Es el arzobispo de Utrecht y se le considera un teólogo tradicionalista. Se ha mostrado rotundamente en contra de las modificaciones en la doctrina referente a la moral sexual y a la comunión de aquellos divorciados que han vuelto a casarse. Ha cuestionado ciertas aperturas del Papa Francisco y se alinea más con la postura de Benedicto XVI.

Gerhard Ludwig Müller, nacido en Alemania, 77 años

Ocupó el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aunque Francisco decidió no ampliar su mandato en 2017. Pese a que al principio daba la impresión de ser un moderado, con el tiempo ha pasado a ser un crítico del Papa, sobre todo en asuntos doctrinales. Es cercano a la visión de Benedicto XVI y representa el ala conservadora.

Malcolm Ranjith, nacido en Sri Lanka, 76 años:

El arzobispo de Colombo ocupó el cargo de secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Se le considera conservador, con énfasis en la liturgia tradicional y la doctrina moral. Ha criticado algunas reformas de Francisco y es más afín a la línea de Benedicto XVI.

Péter Erdö (Hungría), arzobispo de Budapest, 72 años

Este austero intelectual, que habla siete idiomas, es apreciado por sus conocimientos teológicos y su apertura a otras religiones.

Este ferviente defensor del diálogo con los cristianos ortodoxos también presta especial atención a la comunidad judía. Tiene opiniones muy conservadoras tanto sobre los divorciados vueltos a casar como sobre las parejas del mismo sexo.

Antonio Tagle (Filipinas), 67 años

El exarzobispo de Manila Antonio Tagle es una figura moderada que no ha dudado en criticar a la Iglesia católica por sus fallos, especialmente en los casos de pederastia.

Como el Oapa argentino, está en primera línea de la defensa de pobres, migrantes y personas marginadas, hasta el punto de ganarse el apodo del "Francisco asiático".

Matteo Maria Zuppi (Italia), arzobispo de Bolonia, 69 años

Este discreto y experimentado diplomático lleva más de 30 años realizando misiones de mediación política en el extranjero.

Miembro de la comunidad romana de San Egidio, brazo diplomático oficioso de la Santa Sede, ha sido mediador en Mozambique y enviado especial del Papa Francisco para la paz en Ucrania.

Peter Turkson (Ghana), 76 años

Turkson, uno de los cardenales africanos más influyentes, es considerado a menudo como el favorito para convertirse en el primer Papa negro de la Iglesia.

Este hombre, nacido en una familia modesta de 10 hijos, habla seis idiomas y ha acudido en varias ocasiones al Foro Económico Mundial de Davos para alertar a los líderes empresariales de los peligros de la economía.

Raymond Leo Burke, nacido en Estados Unidos, 76 años:

Es uno de los cardenales más críticos del Papa. Francisco lo relegó debido a que siendo ex prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica se opuso a reformas como la de permitir la comunión a los divorciados vueltos a casar. Representa al sector ultraconservador de la Iglesia y se alinea claramente con Benedicto XVI.

FUENTE: Con información de AFP

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