MIAMI.- Las entrañas de la Tierra dieron otro de sus criminales retorcijones sin más aviso que muertes y ciudades y pueblos destruidos, con un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter en Turquía y Siria. Es la hecatombe. Las escalofriantes cifras de fallecidos y las impactantes imágenes desgarran el alma de cualquiera. Hablan de miles de fallecidos, probablemente más de 20.000, mientras se agosta la esperanza de rescatar a quienes yacían vivos entre los escombros.
Las cifras de muertos aumentan por hora y los medios de comunicación no paran de publicar fotografías y vídeos del horror que ocasiona la pérdida de familias completas, con padres que sostienen la mano de sus hijos muertos.
No obstante, resaltan las noticias que enarbolan el salvamento de personas y niños que milagrosamente salen ilesos de los escombros.
Pero, para colmo de males, el frío y la necesidad de alimentos se apoderan de las zonas devastadas.
Quienes sobrevivieron, atados al recuerdo de todo lo que perdieron, subsisten prácticamente a la intemperie, con frías temperaturas bajo el punto de congelación, entretanto autoridades locales y organismos internacionales tratan de llevar las necesarias ayudas.
Turquía
El Gobierno de Turquía creó un Centro de Gestión de Crisis para, como dijo el gobernante presidente Recep Tayyip Erdogan, "enfrentar este gran desastre", con el fin de transportar personal, alimentos, medicamentos, casas de campaña y mantas a través de un puente de ayuda aérea, que cuenta con el apoyo de varias naciones.
El gobernante turco señaló que el país "hace frente a uno de los mayores desastres no sólo en la historia de la República, sino también de la región y del mundo".
Por otra parte, el vicepresidente turco, Fuat Oktay, declaró "este terremoto es el tercero de más magnitud en los últimos 2.000 años [en Turquía], desde el terremoto de 1668 y el de Erzincan en 1939", aseguró Oktay durante una comparecencia ante el Parlamento turco.
Siria
Fuertes críticas brotaron en torno a la demora del gobernante sirio, Bachar al Asad, que delegó en su primer ministro, Hussein Arnous, ocuparse de la tragedia en el país árabe.
El Consejo de ministros sirio aprobó un plan de acción ejecutivo para gestionar y organizar operaciones de socorro en Alepo, Lattakia, Hama y Tartous, según informó la agencia de noticias SANA.
“Hacemos grandes esfuerzos, y ordenamos a la gobernación de Lattakia que proporcione lo que garantice el funcionamiento óptimo del trabajo en la ciudad de Jableh y que tome una decisión inmediata con respecto a los edificios severamente dañados”, declaró el premier sirio.
Destrucción
El extremo suroeste de Turquía está devastado. Ciudades como Gaziantep o Iskenderun, que suman cerca de tres millones de habitantes, lucen arrasadas.
Centenarios monumentos, mezquitas, vecindarios enteros, hoteles icónicos, oficinas, restaurantes y locales comerciales fueron reducidos a escombros.
Carreteras y caminos muestran las grietas que fueron causadas por el retorcijón de las entrañas de la Tierra.
El acceso a las zonas afectadas es cuando menos muy complicado: "Las carreteras han quedado parcialmente destruidas, es muy difícil llevar ayuda a esos lugares", explicó a France Presse Gokhan Gungor, un cocinero que se ofreció como voluntario para distribuir alimentos a las víctimas.
En el noroeste de Siria, donde radica la otrora ciudad de Aleppo, la situación es similar.
La golpeada localidad, la más poblada del país árabe, con más de cuatro millones de habitantes, trataba de salir a flote la destrucción ocasionada por la guerra civil contra el régimen de Al Asad.
Lo poco que se reconstruyó en Aleppo vuelve a ser escombro, y las imágenes recuerdan los destrozos de la implacable artillería siria que tuvo entonces a Rusia por auxiliar militar.
Entretanto, imágenes captadas por satélites desde el espacio exponen el nivel de destrucción. Escombros y más escombros, con la presencia de algunos vehículos de emergencia que tratan de llevar ayudas a los miles de desamparados.