MIAMI. – A pesar de que el sur de Florida registra un cielo soleado, la actividad aeroportuaria se ha visto sumida en un caos debido a los efectos de una potente tormenta invernal que azota el noreste y medio oeste de Estados Unidos.
En los aeropuertos de Miami y Fort Lauderdale se reportaban más de mil retrasos y alrededor de 80 cancelaciones; fuertes tormentas afectan otras regiones del país
MIAMI. – A pesar de que el sur de Florida registra un cielo soleado, la actividad aeroportuaria se ha visto sumida en un caos debido a los efectos de una potente tormenta invernal que azota el noreste y medio oeste de Estados Unidos.
Miles de pasajeros permanecían varados y cientos de vuelos se encontraban cancelados o retrasados en el Aeropuerto Internacional de Miami (MIA) y el Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale-Hollywood (FLL).
El MIA se convirtió en el epicentro de las complicaciones en el sur floridano. La terminal aérea registraba más de 600 vuelos con retrasos significativos y 44 cancelaciones, según datos del domingo.
En Fort Lauderdale, la situación no era menos crítica, con 469 retrasos y 34 cancelaciones.
La raíz del problema se encuentra a miles de kilómetros de distancia, en el noreste y medio oeste del país. Allí, una poderosa tormenta invernal provocó cierres de carreteras, cortes de energía y un desorden generalizado en los aeropuertos.
El Aeropuerto Internacional John F. Kennedy (JFK) de Nueva York figura entre los más afectados, con retrasos promedio superiores a las dos horas y media, de acuerdo con la Administración Federal de Aviación (FAA).
En el área metropolitana de Nueva York, los retrasos llegan hasta cuatro horas en el JFK, superan la hora en LaGuardia y rondan las dos horas y veinte minutos en Newark.
A escala nacional, el servicio FlightAware había reportado hasta el domingo más de 4.500 vuelos retrasados y 813 cancelaciones dentro, hacia o desde Estados Unidos, cifras que podrían aumentar en el transcurso del lunes.
Aunque en Florida el clima es benigno, el funcionamiento interconectado de las aerolíneas explica por qué se han generado afectaciones tan graves.
Los aviones cubren múltiples rutas al día y, si un vuelo se cancela en un aeropuerto clave —como JFK o los de Chicago—, la cadena de retrasos y cancelaciones se extiende por todo el país.
“Se trata de un efecto dominó clásico”, señaló un especialista en aviación. “Cuando un avión no puede partir de Nueva York, no llega a Miami para su siguiente trayecto. Las tripulaciones quedan desajustadas, los pasajeros se acumulan en los aeropuertos y existe una capacidad limitada para reprogramar los vuelos”.
Este no es el primer episodio de caos aéreo en 2025. Desde comienzos de año, varias tormentas invernales han obligado a cancelar miles de vuelos en todo el país, afectando incluso a estados del sur que han experimentado nevadas inusuales.
Tormentas sucesivas en enero, febrero y ahora en marzo evidencian la vulnerabilidad de la infraestructura aeroportuaria ante fenómenos meteorológicos extremos, incluso en regiones que no sufren directamente las inclemencias del tiempo.
A comienzos de enero, por ejemplo, una tormenta provocó la cancelación de más de 1.300 vuelos a nivel nacional. A mediados de ese mes, otra tormenta causó más de 3.100 retrasos y 2.100 cancelaciones, e incluso afectó a estados del sur con nevadas récord.
Ante este escenario, las autoridades y aerolíneas recomiendan a los pasajeros que verifiquen constantemente el estado de sus vuelos a través de las páginas web y aplicaciones móviles de las aerolíneas, así como en rastreadores de vuelos como FlightAware.
Es aconsejable llegar al aeropuerto con más tiempo de lo habitual para evitar contratiempos en el check-in y los controles de seguridad. Igualmente, es importante mantenerse informado sobre las políticas de flexibilidad que ofrecen las aerolíneas en casos de cancelaciones o retrasos prolongados.
Aunque el pronóstico meteorológico en el sur de Florida se mantiene favorable, esta situación subraya la necesidad de reforzar la capacidad de respuesta del sistema aeroportuario frente a eventos climáticos cada vez más frecuentes e intensos.