Hoy, el dolor se profundiza al recordar a Damir, un niño lleno de vida cuya partida prematura, después de tanta lucha por sobrevivir, nos deja un vacío irremplazable. Su muerte, ocurrida alrededor de las 5:00 a.m. de este sábado en el Nicklaus Children’s Hospital de Miami, es el resultado directo de la opresión y la crueldad de la dictadura cubana.
Es un recordatorio doloroso de las injusticias que aún persisten y que, al igual que a Damir y su familia, afectan a tantos niños y adultos en la Isla, a pesar de quienes intenten descalificar este asunto, diciendo que se trata de un tema politizado.
A su madre, Elianis Ramírez, le envío mi más sentido pésame y mi total solidaridad en este momento tan desgarrador, aunque no seamos allegados ni te haya conocido. Sé que no existen palabras suficientes ante la pérdida de un ser querido, y mucho menos cuando se trata de un hijo.
Aunque no soy padre, lo estoy viviendo de cerca en mi familia, y entiendo el dolor de esa ausencia. Pero tú también has luchado con una valentía inquebrantable.
Quédate con el consuelo de saber que hiciste todo lo que estuvo a tu alcance para salvar a ese angelito, que desde el cielo continuará guiando tus pasos.Te quedará, y nos quedaremos, con el amor que Damir dejó en este mundo, un amor que nunca se extinguirá.
Su memoria será un faro que nos impulsa a seguir luchando por la libertad y la justicia en nuestra Patria. A aquellos que pudieron haber hecho algo y no lo hicieron, que saben quiénes son y ahora intentan limpiarse como suelen hacer, les recuerdo que el karma es el mayor rectificador y que la justicia divina obrará en su debido momento.
Todos los niños de Cuba, como lo merecía Damir, deben recibir una atención médica adecuada, sin importar su origen o circunstancias. Es un derecho fundamental, y la lucha por un sistema de salud que proteja y cuide a los más vulnerables no debe cesar, aunque se muestren ante la opinión pública internacional como “potencia médica”.
Que el amor de Damir, su luz y su ejemplo de valentía nos sigan inspirando. Que su memoria viva en cada uno de nosotros y nos impulse a luchar por un futuro donde ningún niño sufra lo que él y tantos otros han vivido. Porque un mundo mejor para nuestros niños es posible, y que su recuerdo sea otra chispa que nos mantenga encendida esa esperanza de una Cuba libre.