El arresto de John Harold Rogers —exasesor sénior de la Reserva Federal— bajo cargos de espionaje económico ha provocado un fuerte impacto en los círculos de política de Washington. Con las relaciones entre Estados Unidos y China en un punto de inflexión, este caso subraya la creciente desconfianza entre ambas superpotencias y el riesgo cada vez mayor de que la inteligencia económica crítica sea utilizada como arma en una competencia global por la supremacía tecnológica, financiera y geopolítica.
Anatomía de un espionaje
Según una acusación formal revelada en Washington D. C., se alega que Rogers filtró información clasificada de la Reserva Federal a operativos chinos a lo largo de varios años. Los fiscales sostienen que, mientras trabajaba como asesor sénior en la División de Finanzas Internacionales de la Fed, Rogers aprovechó su nivel de acceso para obtener datos de alto nivel sobre políticas comerciales de EEUU, aranceles y decisiones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés), palancas económicas cuyos efectos repercuten en todo el sistema financiero mundial.
Espionaje a plena vista
Los fiscales describen un patrón de engaño: correos electrónicos con documentos confidenciales de la Fed enviados a la cuenta personal de Rogers, copias impresas de libros de orientación guardadas en equipaje de mano y reuniones clandestinas en hoteles de China disfrazadas de tutoriales académicos. Se alega que este esquema culminó en pagos a Rogers por un total de aproximadamente 450.000 dólares a cambio de supuestas tareas de enseñanza “a tiempo parcial” en una universidad china, pagos que el Departamento de Justicia sugiere fueron en realidad una retribución por la información económica proporcionada.
Seguridad nacional
Las filtraciones habrían ocurrido durante un período de intensas tensiones comerciales entre EEUU y China, especialmente durante las guerras arancelarias de la administración Trump. Dada la gran cantidad de bonos del Tesoro de EEUU que posee China y sus ambiciones estratégicas en el ámbito financiero mundial, obtener de forma anticipada información sobre la política monetaria o las medidas comerciales estadounidenses sería comparable a una operación de uso de información privilegiada a escala global. Este tipo de ventaja informativa podría otorgar a Pekín una posición decisiva en los mercados de bonos o divisas, socavando la capacidad de Estados Unidos para responder con rapidez ante amenazas o sanciones económicas.
Creciente rivalidad
Aumento de la competencia en el ámbito financiero
Durante años, la competencia estratégica entre EEUU y China se ha centrado mayormente en la tecnología y la propiedad intelectual. Ahora, las preocupaciones de Washington se intensifican ante los intentos clandestinos de Pekín por obtener información sobre el proceso de toma de decisiones financieras de EEUU. Dado que el dólar estadounidense sigue siendo la moneda dominante en el comercio mundial, las políticas de la Reserva Federal influyen fuertemente en los mercados de crédito, los tipos de cambio y los flujos de capital a nivel global. Obtener información en tiempo real sobre esas decisiones podría permitir a China:
- Predecir y anticiparse a los cambios en las tasas de interés estadounidenses, gestionando sus reservas de divisas de forma más estratégica y cubriendo su deuda frente a movimientos adversos de la Fed.
- Diseñar respuestas más efectivas ante los aranceles o sanciones financieras de EEUU mediante la manipulación de la moneda, inyecciones de capital u otras herramientas de manera preventiva.
Repercusiones diplomáticas
El presunto intento de espionaje probablemente proyectará una sombra alargada sobre cualquier acercamiento diplomático futuro. La administración Biden trató de calibrar una política delicada de “competencia administrada” con China, abriendo canales de comunicación para reducir tensiones en torno a Taiwán, la transferencia de tecnología y las disputas marítimas. Sin embargo, el caso Rogers podría socavar aún más la confianza y complicar las próximas negociaciones comerciales o la estabilidad financiera global.
- Presión en el Congreso: Es previsible que los legisladores exijan un mayor escrutinio de las alianzas académicas, financieras y tecnológicas con China.
- Las verificaciones: Podrían imponerse procedimientos de seguridad más estrictos dentro de las agencias de EEUU, especialmente en la Fed, acompañados de una verificación continua de quienes manejan datos económicos sensibles o propietarios.
Vulnerabilidades en la Reserva Federal
Si bien la Reserva Federal ejerce una influencia enorme a escala global, históricamente se la ha considerado algo aislada de la esfera de la seguridad nacional, en comparación con, por ejemplo, el Pentágono o el Departamento de Estado. El caso Rogers podría revelar una vulnerabilidad más amplia:
- Subestimación de la amenaza: Los empleados de bancos centrales —e incluso funcionarios de otras agencias gubernamentales— pueden no percibir los mismos riesgos de espionaje que los oficiales de inteligencia o defensa. Esta brecha cultural podría dar lugar a prácticas de seguridad laxas o a confiar en exceso en las relaciones basadas en la buena fe.
- Gestión y acceso a datos: A pesar de los protocolos rigurosos, el volumen de información sensible (por ejemplo, las actas del FOMC, investigaciones sobre políticas arancelarias, memorandos internos) puede dificultar la supervisión. Los actores malintencionados pueden aprovechar la burocracia para imprimir o enviar por correo informes clasificados que terminan fuera del alcance institucional.
- Viajes y lazos académicos: Los funcionarios estadounidenses que se jubilan o buscan segundas carreras a menudo colaboran con universidades en el exterior, una práctica que durante mucho tiempo se ha promovido como parte de los intercambios científicos y culturales. Sin embargo, esta apertura bienintencionada puede crear oportunidades para que agencias de inteligencia extranjeras, especialmente en estados autoritarios que controlan de cerca a académicos y visitantes extranjeros, exploten dichas colaboraciones.
Repercusiones potenciales y respuestas de política
Refuerzo de la aplicación de la ley y consecuencias legales
- Pena de prisión y efecto disuasorio: Rogers enfrenta cargos de conspiración para cometer espionaje económico (con penas de hasta 15 años en prisión federal) y de hacer declaraciones falsas. Un juicio de alto perfil podría enviar un mensaje a otros posibles filtradores de que el gobierno de EEUU está intensificando su lucha contra el espionaje económico.
- Ampliación de las investigaciones: Es probable que el Departamento de Justicia examine otras agencias gubernamentales y posiblemente al sector privado para detectar redes de espionaje o vulnerabilidades similares.
Fortalecimiento de la seguridad interna
- Controles de información más estrictos: La Fed podría adoptar medidas similares a las de la comunidad de inteligencia, limitando la impresión de documentos, reforzando la supervisión del correo electrónico y renovando las verificaciones de seguridad para quienes tienen acceso a datos económicos sensibles.
- Capacitación en amenazas en tiempo real: Además de los controles burocráticos, se espera que el personal reciba sesiones de actualización sobre las tácticas de los servicios de inteligencia extranjeros, con especial énfasis en los “programas de talento” y el reclutamiento académico que pueden enmascarar actividades de espionaje.
Consecuencias diplomáticas y económicas
- Escalada de tensiones: El presunto espionaje podría derivar en nuevas medidas recíprocas, incluyendo restricciones de visado para académicos chinos o sanciones adicionales.
- Represión de la colaboración en investigación: Las universidades de EEUU podrían enfrentar nuevas exigencias federales respecto a los proyectos de investigación conjuntos con instituciones chinas, especialmente en campos con posibles implicaciones para la seguridad nacional (economía, alta tecnología, investigación biomédica, etc.).
Conclusión
La acusación por espionaje contra Rogers sirve como un recordatorio contundente de que la rivalidad entre Estados Unidos y China se ha expandido hasta abarcar todos los rincones de su relación bilateral, incluso ámbitos que parecían ajenos como la banca central y los intercambios académicos. A medida que Pekín persigue una estrategia más amplia para desafiar el liderazgo estadounidense en tecnología, seguridad y finanzas, instituciones estadounidenses como la Reserva Federal se encuentran en la primera línea de una nueva era de espionaje económico.
Si se confirman los cargos, este caso ilustra lo lucrativo —y potencialmente dañino— que puede resultar el uso de información económica sensible. También constituye una advertencia para los responsables políticos: proteger la seguridad nacional en el siglo XXI implica salvaguardar no solo sistemas de armamento o tecnología avanzada de semiconductores, sino también los resortes del poder económico. En un entorno geopolítico donde la confianza es escasa y la competencia es intensa, incluso las instituciones mejor resguardadas pueden hallarse en la mira de una campaña de espionaje cada vez más global.
*El Dr. Rafael Marrero es economista, cofundador y director ejecutivo del nuevo think tank conservador Miami Strategic Intelligence Institute (MSI2), cuyo enfoque apunta hacia Latinoamérica. Es autor de los bestsellers “América 2.0- La Guerra de Independencia de EE. UU. Contra China” y “La Última Frontera: Crónicas de la Resistencia de EE. UU. Contra la China Comunista”.