Carlos Díaz Rosillo, analista político y exasesor presidencial, ofrece una visión basada en la tradición democrática de Estados Unidos y en la experiencia de Trump como presidente. Según el analista, el temor a un gobierno autoritario no se ajusta a la realidad institucional del país y a las características que definen a la democracia estadounidense.
“En Estados Unidos se seguirá gobernando de la misma manera que se ha hecho por casi 250 años de democracia”, argumenta Díaz Rosillo en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS. “Es un país de instituciones donde hay pesos y contrapesos, donde cada uno de los poderes, de los tres poderes, tienen la habilidad de tener participación. Ha funcionado siempre de manera excepcional y este no va a ser un caso diferente. Este país ha superado crisis más grandes y ha demostrado que su fortaleza está en las instituciones, no en las personas. Trump no será una excepción a esta regla”.
Para Díaz Rosillo, quien se desempeñara como director de Políticas y Coordinación Interinstitucional en la Casa Blanca, durante la anterior administración de Trump, las acusaciones de autoritarismo surgen, en gran medida, de un rechazo ideológico y personal hacia el presidente electo.
“El presidente Trump no es el único, no es el primer presidente ni el último que va a tener mayorías en el Congreso. Así que [al promover la retórica de autoritario del mandatario 47 de EEUU] lo hacen sencillamente porque no le gusta y puede que no les guste Trump, puede que a la gente no le guste lo que diga, pero siempre saben por dónde va, un hombre transparente, un hombre que dice lo que piensa y aquí no hay sorpresas”, añade.
Sin embargo, aunque sus adversarios lo critican y cada vez el mensaje del autoritarismo que se podría avecinar se hace presente en los medios, el analista recuerda que Donald Trump consiguió un respaldo popular alto y, a su juicio, es lo que deberían analizar los detractores del presidente electo.
“Lo que no se puede negar es que ganó. Ganó no, arrasó en las elecciones. Nadie, o pocos, pensaban que podía ganar el voto popular, pero lo hizo de manera arrasadora y obviamente sus detractores lo van a seguir criticando. En vez de criticarlo, lo que deberían hacer, creo yo, es entender por qué tantos millones de norteamericanos votaron por él y por qué tantos millones de norteamericanos tienen la esperanza de que les devuelva el gobierno. En lugar de criticarlo sin cesar, deberían preguntarse por qué tantos votantes creen en él y en su capacidad de liderar. Su autenticidad y su disposición para decir lo que piensa han sido fundamentales para conectar con una gran parte de la población”.
¿Por qué lo ven autoritario?
Una de las preocupaciones planteadas es que Trump pueda tomar medidas que sus adversarios interpretan como actos autoritarios. Sin embargo, Díaz Rosillo considera que esta percepción es inevitable.
“Trump va a actuar según lo que él considere sea lo mejor para los intereses de los Estados Unidos, independientemente de lo que sus adversarios digan. Así que no te puedo decir qué debe hacer para no alimentar esa percepción porque sus adversarios, sus contrincantes lo van a seguir haciendo independientemente de cómo actúe”, continuó el analista. “Creo que el presidente Trump lo que tiene que hacer es lo que siempre ha hecho, actuar sin dejarse llevar por lo que dicen los demás y preocuparse solamente por una cosa que es avanzar los intereses de EEUU. A él lo eligieron no como secretario general de la ONU, no como presidente de otro país, sino como presidente de los americanos y su labor es avanzar precisamente los intereses de los americanos, independientemente de sus críticos”.
Además, Trump ya fue presidente (2017-2021) y lo hecho en ese período fue muy distinto a lo que se le señaló que haría.
“En su primer mandato no actuó como un presidente autoritario ni metió a los Estados Unidos en ningún tipo de conflicto internacional. Sus adversarios decían que iba a meter al país en todo tipo de guerras, de conflictos internacionales y la realidad fue muy diferente”, recuerda el también director y fundador del Centro Adam Smith de la Universidad Internacional de la Florida.
“Fue el primer presidente de la historia moderna de EEUU, que no solamente no mete a la nación en una guerra, sino que no manda ni siquiera un solo soldado, que no manda ni a un soldado a pelear en un conflicto nuevo. Es más, empezó a traer soldados de vuelta. Así que la percepción o el miedo que tienen no se ajusta a la realidad. Ya fue presidente por cuatro años, sabemos cómo gobernó y no hay mejor indicación de cómo gobernó, de cómo va a gobernar, que cómo lo hizo en el pasado, bajo toda la institucionalidad que caracteriza a la presidencia de Estados Unidos”.
Reacción internacional
En el plano internacional, se anticipa una actitud firme hacia los adversarios y un enfoque pragmático con los aliados.
“Creo que los aliados deben estar confiados en que los Estados Unidos va a tener la mejor intención de trabajar con ellos para avanzar en los intereses mutuos. Asimismo, estoy seguro de que los adversarios están ahorita temblando porque saben que al presidente Trump no le va a temblar la mano en actuar con contundencia para enfrentarlos en aquellos casos en donde tengan que ser enfrentados”.
Una de las promesas del electo presidente, que se juramenta en enero, es que acabaría en cuestión de horas con la invasión de Rusia a Ucrania, así como con el conflicto bélico entre Israel y Hamás, ocasionada por un ataque terrorista contra la nación hebrea en octubre de 2023.
Migración, punto álgido
El tema de la inmigración ha sido central en la agenda de Trump, y se espera que retome su enfoque firme. Díaz Rosillo considera que las políticas migratorias del presidente electo se alinearán con lo que ya planteó durante su primer mandato:
"De nuevo, no van a haber sorpresas. El presidente Trump fue muy claro en la campaña de cuál es su intención. Él ha dicho muy claramente que no se puede venir a Estados Unidos de manera ilegal, que le da la bienvenida a los migrantes legales y que hay que actuar para asegurarnos de que no vengan de manera ilegal. Y si siguen llegando de manera ilegal (por la frontera) y no hay consecuencias, el mensaje es que sigan viniendo, por lo cual va a buscar actuar”, apuntó.
“La primera fase, creo yo, va a ser priorizar a aquellos que han cometido delitos tanto en sus países como en Estados Unidos, para deportarlos. Comencemos por ahí, después tenemos que ir con aquellos que tienen ya una orden de deportación, que hay muchísimos y siguen en Estados Unidos y así sucesivamente. Yo me imagino que se va a llevar a cabo en diferentes fases, pero no va a haber sorpresas. Él ha dicho que hay que actuar de manera contundente para asegurarnos de que la frontera se respete y que la gente entre a Estados Unidos de manera legal, no ilegal. Por lo tanto, tiene que haber consecuencias si lo haces de manera ilegal”.
Entre las preocupaciones más recientes está la posibilidad de que Trump implemente deportaciones masivas utilizando instrumentos legales como la Ley de Enemigos Extranjeros. Este marco legal, que permite tomar medidas contra ciudadanos de países considerados hostiles, ha generado polémica entre sus críticos, quienes argumentan que una aplicación tan amplia podría tener implicaciones legales y sociales significativas.
Sobre esta posibilidad, Díaz Rosillo insiste en que las instituciones de Estados Unidos actuarán como filtro:
"Cualquier medida que tome deberá pasar por procesos legales establecidos, lo que incluye la posibilidad de ser desafiada en los tribunales. Esto asegura que las acciones migratorias no estén completamente bajo el control del Ejecutivo".
Además, el analista subraya que Trump buscará cumplir sus promesas de campaña, pero dentro de los límites del sistema democrático estadounidense.
"Trump tiene la intención de cumplir con lo que prometió a sus votantes, pero el sistema de pesos y contrapesos siempre estará presente para garantizar que estas políticas se ajusten a la ley y a las normas democráticas".
Así, mientras algunos temen el regreso de un Trump más empoderado, otros ven en él la posibilidad de un liderazgo que continuará desafiando las normas, pero dentro de los límites establecidos por la democracia más antigua del mundo.