Esta historia involucra, entre otros puntos, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia, a los narcos en México, al castrismo en Cuba, y también a Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela. Por fortuna, Romero decidió revelar los pormenores de la operación de la que formó parte, esencial para desbaratar una organización criminal internacional que facilitaba la entrada anual a EEUU de unas 120 toneladas de cocaína.
Como apunta en uno de los comentarios sobre el libro el coronel retirado de la USAF, Robert Parthenais, “a ambos lados de nuestra frontera, políticos corruptos e ineptos se interponen en el camino de quienes sirven para proteger y defender nuestra nación. Jesús y Steve revelan claramente las enormes dificultades que enfrentan quienes tienen el desafío de detener este cáncer”.
En efecto, este libro es también un homenaje a quienes han servido a Estados Unidos en la primera línea de la lucha contra el narcotráfico.
El vuelo final: La Reina del Aire es un libro muy poderoso, pues ofrece datos operativos y de inteligencia, al tiempo que mantiene una línea dramática atractiva para el lector y, por qué no, es un material rico para una posible serie o película, esta vez contado desde el punto de vista de los héroes y no desde la mitificación de los narcos.
Contundente, rico en detalles y revelador, este libro nos acerca a la maquinaria del narcotráfico y sus peligrosos tentáculos, y pone al descubierto los puntos vulnerables del sistema de seguridad de Estados Unidos. Es, sin dudas, un fuerte golpe a la inmunidad de regímenes de Centro y Sudamérica en los entresijos del enriquecimiento a costa de muertes, corrupción y contaminación.
Jesús Romero desentraña las numerosas capas del narcotráfico y, con destrezas de cartografista, nos muestra el mapa del camino de la muerte, una onda expansiva que afecta no solo a los narcotraficantes, los pilotos, los corruptos y la propia seguridad nacional, sino también a poblaciones pobres y al medio ambiente, para terminar en los consumidores, las últimas víctimas de esa cadena.
Maduro, los narcoaviones y La Reina del Aire
En charla con DIARIO LAS AMÉRICAS, Jesús Romero, comentó algunos puntos del libro donde explica cómo junto a su equipo logró desentrañar un complejo entramado de fraude y narcotráfico.
Todo comenzó en 2017, cuando lo designaron a Guatemala como Agregado de la Fuerza de Tarea Conjunta Inter-Agencia Sur (JIATFS) del Departamento de Defensa, dedicada a contrarrestar el narcotráfico.
“Cuando llegué había un trabajo muy grande de tratar de interrumpir las llegadas marítimas de cocaína que estaban azotando a Guatemala”, afirmó. Su estrategia fue efectiva para frenar el tráfico marítimo: “Esto llevó a un flujo aéreo, y la cocaína que llegaba a Guatemala por vía aérea estaba viniendo de Venezuela”. “Cuando llegué había un trabajo muy grande de tratar de interrumpir las llegadas marítimas de cocaína que estaban azotando a Guatemala”, afirmó. Su estrategia fue efectiva para frenar el tráfico marítimo: “Esto llevó a un flujo aéreo, y la cocaína que llegaba a Guatemala por vía aérea estaba viniendo de Venezuela”.
Y amplió: “En un momento vimos un jet ejecutivo que aterrizó en una carretera de una finca agrícola en Guatemala. Los narcos nunca habían traído un jet, y eso era un problema. Pasaron de tener aviones como los Cessna, que solo cargaban 450 kilos, a este tipo de jets que podían cargar 2.500 kilos (unos 64 millones de dólares). Para darte una idea: los carteles están dispuestos a matar a un pueblo entero por 2.500 kilos. Cuando logras meter un avión de esa magnitud en un país, quiere decir que la corrupción es sumamente alta, hay miembros políticos y militares que están metidos. Los carteles necesitan de esa gente para meter esos aviones tan grandes”.
Durante su periodo de trabajo, de 2017 a 2022, Romero estimó que pasaron unas 120 toneladas de cocaína al año, solamente en aviones. Para quien no entienda la magnitud de esa cantidad de droga, quizás el monto de 3 mil millones de dólares le ayude a comprender el impacto de este negocio sucio.
Como explicó Romero, en 2020 salió a la luz que Aircraft Guaranty Corporation, empresa de Debra Lynn Mercer-Erwin, basada en la ciudad de Oklahoma, había registrado más de mil aeronaves en Onalaska, una ciudad en Polk County, Texas, donde ni siquiera hay un aeropuerto. Este fue un elemento esencial en la investigación.
Pero hay más. Ese mismo año se dieron las acusaciones contra Nicolás Maduro y el régimen venezolano por narcotráfico (en asociación con las FARC) y terrorismo: “Maduro es el jefe del Cartel de los Soles, y está dejando que estos aviones entren en el espacio aéreo venezolano. Además, López Obrador sabe lo que está ocurriendo y deja que los aviones operando para los carteles mexicanos salgan de México y que regrese la droga por México. Es una conspiración que pienso que se tiene que poner a la luz pública”.
Romero cuestionó la implicación del régimen venezolano junto a las FARC y el ELN en la facilitación del puente aéreo de la droga: “¿Por qué un gobierno como el de Venezuela se mete en el narcotráfico? En el libro empezamos a atar los cabos. Esa idea de llevar una agenda socialista del siglo XXI no la puedes lograr si no tienes el dinero”.
Regresemos al caso de Debra Lynn Mercer-Erwin. En mayo de 2023 fue declarada culpable de lavado de dinero, fraude electrónico, conspiración para fabricar y distribuir cocaína, y conspiración para fabricar y distribuir cocaína sabiendo que sería importada a Estados Unidos. Además, estuvo involucrada en un esquema Ponzi de 240 millones de dólares. Está presa en una prisión federal y podría enfrentar una larga condena.
Pero la impronta de Debra, según descubrió Romero, no es reciente, pues ya desde el año 2012 la estadounidense le ofreció sus servicios de avión al empresario colombiano Alex Saab, aliado de Maduro: “Alex viaja de Bogotá a Quito en un avión de Aircraft Guaranty Corp., y la persona que estaba a bordo del avión era Piedad Córdoba, senadora del congreso colombiano que era una guerrillera de las FARC. ¿Por qué es importante saber eso? Piedad le presenta a [Hugo] Chávez a Alex Saab. Y él [Alex] es el arquitecto de cómo darle la vuelta a todas las sanciones americanas. En mi opinión, él es una de las personas que diseña cómo iban a actuar con el narcotráfico saliendo de Venezuela”.
“De los líderes de las FARC, Iván Márquez y Jesús Santrich se escondían en Cuba para que nadie los pudiera capturar. ¿Quién estaba en el medio? Piedad Córdoba. Es importante entender eso porque los generales venezolanos que están sirviendo condenas por narcotráfico en Estados Unidos (Clíver Alcalá Cordones y Hugo ‘El Pollo’ Carvajal) estaban coordinando todo en Venezuela y Colombia con Santrich y Márquez. Por eso los cargos de narcotráfico y narcoterrorismo de Diosdado Cabello y Nicolás Maduro”, constató.
Romero resaltó la coincidencia de que en 2021, un año después de que se destapara el asunto de Mercer-Erwin, Santrich fue asesinado: “Santrich estaba a cargo de los cargamentos de cocaína que salían por Catatumbo, por Zulia. Los aviones de Debra eran cargados con cocaína, y los generales venezolanos, el Cartel de los Soles, necesitaban de Santrich, de las FARC. Iván Márquez se encargaba de poner la cocaína en Apure, Venezuela, el segundo lugar donde llenaban los aviones de droga. Luego de que hacen las paces el gobierno de Colombia con las FARC, sale la Segunda Marquetalia, que eran Márquez y Santrich, que no quisieron tomar la oferta de paz. ¿Por qué? Porque ellos suministraban la droga al gobierno de Venezuela. Ahí ves el nivel de conspiración”.
Según acotó, “el libro explica cómo entraban los aviones, por qué necesitaban de Guatemala, y quiénes estaban ganando con esto”. No obstante, fue tajante al alertar que “aquí la verdadera amenaza es el comunismo”, en torno a las operaciones de narcotráfico que los países de izquierda aprovechan para enriquecer sus agendas del Socialismo del siglo XXI.
A todo esto, puntualizó el hecho de que el gobierno de EEUU comenzó a “negociar el futuro de Venezuela con narcotraficantes que tienen acusaciones pendientes”. A todo esto, puntualizó el hecho de que el gobierno de EEUU comenzó a “negociar el futuro de Venezuela con narcotraficantes que tienen acusaciones pendientes”.
“Este es el colmo. No puedo explicar cómo me siento, después de darle a mi país 37 años. La política de EEUU hacia Latinoamérica ha sido un fracaso”, zanjó.
¿Qué falta por mejorar en la seguridad de EEUU? Como subrayó Romero, en 2001 tras los ataques terroristas del 11 de septiembre, un comité identificó vulnerabilidades en el sistema estadounidense de los aviones. Pero nada ha cambiado: “Todavía los criminales pueden registrar un avión. La burocracia es muy grande”.
¿La Administración Biden reconoció los esfuerzos de Romero y su equipo al frenar la ingente entrada de cocaína a EEUU? No, pero quienes lean su libro verán en sus páginas cómo actúan los héroes de la vida real, aquellos que contribuyen a que nuestra nación sea un poco más segura. Que se conozca la verdad será su mayor recompensa.
La trayectoria de un patriota de EEUU
De niño, Romero soñaba con ser astronauta, pero terminó salvando más vidas en su carrera militar, con logros enormes que pocos conocen. Heredó la vocación militar de su padre, que fue piloto de la Fuerza Aérea Venezolana, y desde 1984, cuando inició en la Marina de EEUU, ascendió en diferentes puestos hasta llegar al rango de comandante.
Se alistó en la Marina en 1984, y fue designado Oficial de Inteligencia Naval. También fue especialista en operaciones de inteligencia en el servicio civil del ejército. Fue marinero de cubierta en un crucero misilístico nuclear. Luego tuvo la oportunidad de ser navegante y, tras 8 años se convirtió en oficial.
En ese crucero estuvo cinco años: “Perseguimos a las flotas soviéticas, operamos en los mares de Cuba, en el Ártico, en el Mediterráneo, en el Atlántico, en el mar Negro”.
Romero se hizo oficial a través del Programa de Alistados de la Marina, se graduó con honores de la Universidad Estatal de Norfolk y recibió una licenciatura en Ciencias Políticas. Gracias a sus buenos resultados académicos pudo elegir el camino de la inteligencia. Estudió aviación y luego entró a la escuela de inteligencia. Fue asignado a un escuadrón de A-6 Intruder, un bombardero táctico que opera desde un portaaviones USS America, a bordo del cual fue a Bosnia, Irak y Sudán.
“Trabajé como oficial de inteligencia para ataques; parte del proceso era facilitarle a la tripulación cómo atacar un blanco. Trabajé para la OTAN, seguimos haciendo operaciones en el Mediterráneo. Fueron los mejores años de mi juventud”, recordó.
Luego comandó una unidad de inteligencia en Panamá, trabajando para la Agencia de Inteligencia de Defensa (Defense Intelligence Agency), y supervisó a analistas de equipos tácticos en Centro y Sudamérica, y México. Trabajó en un centro de inteligencia en Hawai como oficial de guardia de la China, donde monitoreaba las actividades militares del país asiático.
Como recordó en entrevista con este medio, una de las experiencias más conmovedoras de su carrera fue en el año 2001: “Fui el director de negociaciones para una fuerza de tarea donde hacíamos investigaciones para recuperar cuerpos de los soldados perdidos durante la guerra de Vietnam. Operar en un país comunista no es fácil, no hablaba vietnamita, necesitaba un intérprete, y mi trabajo era negociar con el gobierno para recuperar los restos óseos que se pudieran recuperar y repatriarlos a los Estados Unidos”.
Tras retirarse de la Marina, Romero fue contratista de defensa para la División Norteamericana de British Aerospace Systems (BAE) en Washington, D.C. y también para Booz Allen Hamilton en Miami.