WASHINGTON/ESPECIAL.- Faltando pocos días para la juramentación presidencial de Donald Trump, la capital estadounidense promete un despliegue total de fuerzas para cuidar de la seguridad de miembros del gobierno, invitados y público en general que planean asistir al magno evento.
“Cada cuatro años, el Distrito de Columbia es honrado para apoyar una transición pacifica de poder”, dijo la alcaldesa de la ciudad de Washington, Muriel Bowser, durante una rueda de prensa para compartir detalles sobre las medidas en práctica antes, durante y después de la investidura presidencial número sesenta.
Según Bowser las áreas más afectadas en la capital estadounidense por los cierres de circulación serán las zonas adyacentes al National Mall, el Capitolio, el Centro de Convenciones y la estación Union Station.
El presidente electo Donald Trump y el vicepresidente electo JD Vance prestarán juramento en el frente oeste del Capitolio y se espera que la seguridad sea extremadamente estricta.
Como en ocasiones anteriores, “la toma de posesión de este año, ha sido designada como Evento Nacional Especial de Seguridad (NSSE), por sus siglas en inglés, por el Secretario del Departamento de Seguridad Nacional, lo cual significa otros departamentos e instituciones trabajarán en conjunto con el Servicio Secreto, que liderara en el diseño e implementación del plan de seguridad operativa".
“Designar un evento como NSSE permite que se utilicen recursos significativos del gobierno federal, así como asistencia vital de socios estatales y locales, para multiplicar todos los recursos”, según, Nate Herring, del departamento de comunicaciones del Servicio Secreto.
A una pregunta de DIARIO LAS AMÉRICAS sobre las diferencias entre está toma de posesión y otras pasadas, el agente especial a cargo de las operaciones en Washington, Matt McCool, dijo que “Estamos ante un ambiente de alerta muy alto por lo que la diferencia ahora es que tenemos un plan mucho más robusto. Hemos planeado este evento durante doce meses, con nuestros colaboradores dado es un entorno que cambia constantemente de manera peligrosa por lo que nos mantenemos flexibles ante las nuevas situaciones y por supuesto hemos aprendido de pasado. Desde la oficina de Washington hemos participado ya en 83 eventos y siempre estamos revisando practicas pasadas para detectar si hay algo que mejorar y puedo decirle con entera confianza que estamos 100% seguros de que el plan que vamos a poner en práctica, funcionará".
McCool añadió que cuentan con 25 mil funcionarios y personal militar que colaboraran conjuntamente para lograr sus objetivos.
Por su parte, la jefa de Policía Pamela A. Smith, señaló que: "además, contaremos con el apoyo de miles de oficiales de todo Estados Unidos que fueron lo suficientemente generosos como para levantar la mano y dedicar su tiempo a ayudar al Departamento de Policía Metropolitana”.
El subdirector a cargo de la Oficina de Campo del FBI en Washington, David Sundberg explicó como agentes especiales del FBI, analistas de inteligencia y otro personal trabajarán conjuntamente para evaluar y compartir información relacionada al evento con las fuerzas del orden para garantizar la seguridad de todos los asistentes y participantes.
“Prepararse para la inauguración presidencial ha sido un esfuerzo de equipo”, acotó el jefe de la Policía del Capitolio de los Estados Unidos, Tom Manger.
Ya se están implementando algunas medidas de seguridad adicionales como patrullas, cercas y barreras de alta visibilidad, cierres generalizados de vías en el centro de Washington. La mayoría de las carreteras dentro del perímetro, delimitadas por el río Potomac al oeste, K Street NW al norte, Second Street NE/SE al este y la I-395/I-695 al sur, estarán cerradas o se restringirá el tráfico residencial únicamente.
También se espera el uso de drones para monitorear efectivamente a la ciudad.
Si bien es prioridad de cualquier administración el proteger al país de amenazas nacionales o internacionales, el tema de la seguridad se convierte en un desafío aun mayor durante el período de transición presidencial pues los adversarios pueden querer poner a prueba la eficacia administrativa en un momento en que se suceden importantes rotaciones de personal, de políticas o estrategias diseñadas para cumplir las metas de un gobierno anterior que no necesariamente encontraran continuidad con el nuevo presidente y su equipo.