martes 25  de  marzo 2025
NUEVO GOBIERNO

Trump se enfoca en su megaplan, mientras la izquierda siembra el caos

El Partido Demócrata sigue sin muestras de interés en algún cambio de su brújula política. Se mantiene en la misma dirección de fracaso del “progresismo” y el “wokismo”

Por Leonardo Morales

MIAMI- El presidente Donald J. Trump ha emprendido la mayor transformación socioeconómica, política, geopolítica y comercial de la historia de Estados Unidos.

Todo comenzó con su aplastante regreso al poder el 5 de noviembre, después de ocho años de intenso acoso político, dos procesos de destitución en su primer mandato, campañas de desinformación, encausamientos judiciales e intentos de asesinato. Vive, como él dice, gracias a la voluntad de Dios. Un gesto de su rostro en el momento exacto le dio la oportunidad de regresar a la Casa Blanca.

Trump busca ahora lo que las cuestionables elecciones presidenciales de 2020 le impidieron en un segundo término, que esperaba fuera de forma consecutiva: llevar a cabo su plataforma o megaplan: Make America Great Again.

Como en su primer mandato presidencial, el enfrentamiento contra los grandes medios de izquierda y el Partido Demócrata -casi secuestrado por una ultraizquierda consolidada en puestos clave del gobierno a todos los niveles- resurge en la segunda parte del más ambicioso capítulo conservador liderado por Trump. A esta pugna se suman en estos momentos jueces de ultraizquierda cuyo objetivo central es interferir y frenar la gestión de Trump.

A pesar del declive en sus niveles de audiencia y lectura, y sus pérdidas financieras, los medios de la izquierda -en coordinación con los líderes y donantes demócratas- siguen sobre el mismo rail que los ha llevado al descalabro de credibilidad en los últimos 10 años.

El Partido Demócrata ha perdido su brújula política, sin mostrar señal alguna de corrección. Por el contrario, sigue enmarcado en una guerra atroz, cuya base es la falta de [sentido común] y sin sentido común existen escasas probabilidades de ganar adeptos y credibilidad, mucho menos presentar un proyecto mejor que el de sus contricantes como debe ocurrir por la salud de una democracia.

Trump acusó -durante un discurso en el Departamento de Justicia- a las cadenas CNN y MSNBC de ser brazos políticos del Partido Demócrata, cuando el 97% de los reportes sobre la Casa Blanca son negativos y de crítica a su gestión presidencial.

Sin embargo, acerca de la importancia y los datos revelados por las auditorias del Departamento de Eficiencia Gubernamental, realizadas por el equipo de Elon Musk, estas y otras cadenas han dedicado menos de 10 minutos de cobertura. Y cuando lo hacen, es sólo para resaltar las protestas por los despidos, los recortes y los cierres de agencias federales.

Afirmó que los medios parcializados, “con una agenda política para manipular, mentir y desinformar, influyen en los jueces". Esto "cambia la ley. Simplemente no puede ser legal. Y lo hacen en total coordinación entre sí", protestó.

La Casa Blanca argumentó que el juez que suspendió temporalmente la expulsión de migrantes bajo una ley de guerra del siglo XVIII usurpa el poder ejecutivo. Pero él no es el único. En estos momentos la Casa Blanca enfrenta 125 demandas judiciales contra las acciones ejecutivas de Trump, es decir, lo han atacado todo, aunque sea ilegítimo y anticonstitucional. Jamás en la historia de EEUU ha ocurrido semejante situación, incluso ni cuando la desastrosa presidencia de Joe Biden, la extensión de la de Obama.

Activismo e interferencia

El juez federal de Washington D.C., James E. Boasberg, puesto por el entonces presidente Barack Hussein Obama, ordenó suspender durante 14 días la expulsión de migrantes delincuentes y criminales en virtud de la ley de enemigos extranjeros de 1798 activada por Trump contra la pandilla venezolana Tren de Aragua y otras, que entraron al país de forma ilegal.

"Está muy, muy claro que se trata de un juez activista de la ultraizquierda que trata de usurpar la autoridad del Presidente", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en rueda de prensa.

Boasberg pidió a la administración Trump información adicional para determinar si respetó la suspensión de las expulsiones que ordenó el 15 de marzo.

La sentencia del juez -de clara afiliación de izquierda- se basó en la deportación a Salvador de varios vuelos con pandilleros, delincuentes peligrosos o personas con récord criminal.

Muchas decisiones del presidente republicano han sido bloqueadas o suspendidas de forma temporal por jueces federales designados por Bill Clinton, Barack Hussein Obama y Joe Biden en estados dirigidos por esa corriente política, ahora bajo los designios de la ultraizquierda.

Los jueces federales son nombrados de por vida. Para ser aprobado un procedimiento de destitución, se necesitan más de dos tercios de los votos de los 100 senadores; es decir, al menos 67. Los republicanos disponen de 54.

Entonces, si un juez como este decide dañar, interferir y utilizar la justicia como un arma política o actuar por aversión a un Presidente o partido político es casi “intocable”, algo que definitivamente deberá ser corregido en algún momento por el Congreso en Washington.

O sea, un Presidente demócrata o de extrema izquierda sí puede romper las reglas de inmigración y de seguridad nacional expuestas en la Constitución y permitir la entrada de forma ilegal a criminales, violadores, narcotraficantes y asesinos; sin embargo, si el siguiente Presidente conservador -sentado en el escritorio de la misma Oficina Oval de la Casa Blanca- intenta expulsarlos mediante su poder ejecutivo destinado a cuidar y proteger a los estadounidenses, su acción puede ser catalogada de inconstitucional por un juez federal activista y opositor político que estará en su puesto hasta que muera o decida retirarse, idéntico a un miembro de la Corte Suprema de Justicia del país...

Un sistema judicial secuestrado

Lo anterior corrobora la necesidad de reparar un sistema judicial federal en extremo contradictorio, disfuncional y dañino.

Tom Homan, el llamado zar fronterizo de la administración republicana, también cuestionó la decisión del juez Boasberg, porque desafía la lógica.

¿Cómo es posible que un juez federal se oponga a limpiar las comunidades de delincuentes extranjeros y asesinos, que además entraron de forma ilegal a nuestro país?... y profundizó con otra interrogación:

"¿Quién en su sano juicio, sea juez o no, quiere que pandilleros del (Tren de Aragua), una reconocida organización terrorista enviada aquí por el régimen de Nicolás Maduro, y otra como la MS-13, causen estragos y la muerte de estadounidenses mediante delitos y drogas sintéticas (fentanilo), además de la violación y el asesinato de mujeres jóvenes en este país...?", puntualizó el zar fronterizo.

"Las acciones del presidente Trump hacen que este país sea más seguro (...) por eso votaron los estadounidenses. Ese es nuestro mandato, y el Presidente está cumpliendo su promesa", subrayó.

Pero las acciones de los jueces no terminan ahí y también pusieron en pausa la disolución de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID).

Está claro que los ataques contra la gestión de Trump provendrán de jueces y fiscales que desde años demuestran que el Departamento de Justicia de EEUU fue secuestrado a escala estatal y federal, en gran parte, por letrados al servicio de la extrema izquierda, que odia a muerte al actual jefe de la Casa Blanca.

Como parte de su plan para limpiar de criminales el país, a causa de la política de Puertas Abiertas de los demócratas, Trump lanzó una nueva aplicación denominada "CBP Home", una vía para que los ilegales o con parol revocado salgan de forma voluntaria del país, en oposición a la puesta en práctica por Biden titulada "CBP One", que permitió la entrada de un millón de personas de forma ilegal.

Aquellas personas que hagan uso de la aplicación pueden tener la oportunidad de "regresar de manera legal" en el futuro, escribió Trump en un video en Truth Social

"Si no aprovechan esta oportunidad, entonces serán localizados, serán deportados y nunca más serán admitidos en Estados Unidos", aseveró el inquilino de la Casa Blanca.

Nueva orden ejecutiva

El jueves 19, el mandatario estadounidense firmó una orden ejecutiva para devolver a los padres, los estados y a las comunidades el control para mejorar los sistemas educativos.

La medida instruye a la secretaria del Departamento de Educación, Linda McMahon, a que ejecute "todas las acciones necesarias para facilitar el cierre del Departamento de Educación y devolver la autoridad educativa a los estados"

Harrison Fields, subsecretario de prensa principal de la Casa Blanca, declaró que la orden "empoderará a los padres, los estados y las comunidades para tomar el control y mejorar el nivel académico de los estudiantes".

Añadió que los resultados recientes de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo (NEPAD) "revelan una crisis nacional. Nuestros niños se están quedando rezagados".

Como parte de la emergencia nacional decretada por el nuevo inquilino de la Casa Blanca en su primer día, los republicanos presentaron en ambas Cámaras del Congreso un proyecto de ley que fue aprobado de forma bipartidista para endurecer las penas a los traficantes que usen sustancias análogas de fentanilo, con las que intentarían burlar las regulaciones en EEUU.

A este tema, el Presidente le ha dado máxima prioridad debido a una crisis de consumo y muertes (más de100.000 cada año por sobredosis), en su gran mayoría por fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina.

Los aranceles como forma de presión negociadora funcionan también como exigencia a la seguridad nacional de EEUU y se integran al gran proyecto económico de la Casa Blanca.

El oro y el petróleo como elementos centrales

Uno de los grandes acontecimientos de los últimos días ha sido el precio del oro, que cruzó y se mantiene de forma sostenida por encima de los 3.000 dólares la onza. El miércoles 19, el oro cerró en la Bolsa de Nueva York en 3.040 dólares, el jueves en 3.043 dólares y el viernes en 3.028.

Jamás el precio del metal dorado se había siquiera acercado a esos parámetros.

Ese mismo miércoles, el valor del barril de petróleo estadounidense culminaba en 67,30 dólares; el viernes en 68,29 dólares, muy por debajo del rango de los 80, 90 y 100 dólares en que se mantuvo durante más de 3 años en el mandato de Biden.

Y es que el oro y el petróleo son eslabones concatenados en el transformador plan económico del presidente Trump, que se basa además en elementos como las negociaciones de aranceles, el dólar y las reservas de criptomonedas.

Mientras el oro sube, el petróleo está destinado a caer

No es casualidad que después de 70 años, el líder republicano quiera asegurarse de que en Fort Knox están las 147 millones de onzas de oro sólido de la Reserva Federal de la nación. Tampoco es coincidencia que el valor del oro siga en ascenso, un alza de más de un 38%.

Detrás de este movimiento se encuentra la estrategia de Trump.

Coin Prices Fores Forecast pronostica que el precio del oro alcanzará los 3.270 dólares la onza a mediados de 2026 y 3.586 para finales de ese año.

Skilling.com predice por su parte prevé que en el 2040, el valor del mineral llegaría a los 7.000 dólares.

La demanda de oro como activo de refugio seguro ha aumentado en los últimos cinco años, pero se ha disparado en los últimos ocho meses, antes y después del demoledor triunfo de Trump y los conservadores en las elecciones del 5 de noviembre de 2024.

"La ecuación respecto al oro sigue siendo simple. Cuanto más altos sean los aranceles, mayor será la incertidumbre y más fuerte la demanda", resume Stephen Innes, analista de SPI AM.

Y ese efecto es el que busca el plan de Trump en los mercados y en los inversores, además de poner contra la pared a los bancos centrales para que salgan a comprar oro y bajen de manera considerable las reservas de dólares.

Esta acumulación de dólares en reservas ha generado una falta de liquidez en la circulación de la moneda, que ha contribuido además al incremento de la inflación. Para contrarrestar los negativos efectos de la pandemia china de COVID-19, el gobierno de EEUU tuvo que desembolsar varios paquetes de ayuda en más de 8 billones (trillions) de dólares y a su vez imprimir más dinero.

El Plan Maestro

La Agencia Internacional de Energía (AIE) pronostica un sobreabastecimiento global para 2025, incluso aunque se detengan los aumentos de producción de la OPEP+ después de abril.

Y en este escenario también está la mano de Trump, que ha ordenado eliminar todas las regulaciones impuestas por su predecesor Joe Biden a la industria de los combustibles fósiles con sus políticas fallidas de “cambio climático” y “energías limpias”.

La nueva estrategia del actual jefe de la Oficina Oval respecto a un acelerado incremento de la capacidad de producción de crudo estadounidense en el mercado nacional e internacional conducirá de forma irremediable a la caída del precio del llamado “oro negro”; y por ende, debe desatar una reacción en cadena que impacta el descenso real y sostenido de la inflación y la reducción de tasas de interés.

La producción promedio de petróleo en EEUU es en la actualidad de 13,58 millones de barriles diarios (récord), la mayor del planeta y una sorpresa para los analistas.

Expertos consideran ahora que con Trump en la Casa Blanca la cifra podría rondar -a finales de 2025- los 15 millones de barriles diarios y en el 2026 hasta superar esa barrera.

Trump no sólo aspira a consolidar la independencia energética del país, sino inundar el mercado mundial con petróleo estadounidense, muy cotizado por su alta calidad tanto crudo como refinado.

Esto pone contra las cuerdas a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP y OPEP+), que durante el gobierno de Biden se cebaron de ganancias al aprovechar la descabellada gestión demócrata contra el auge de la industria petrolera.

Biden, incluso, prometió que sería el “presidente de la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables” o “limpias”. Por supuesto, que su promesa cayó al abismo en menos de año y medio, cuando provocó la peor inflación en los últimos 50 años.

Biden se vio obligado a dar marcha atrás a todos sus planes energéticos y abandonar su guerra contra las petroleras norteamericanas, otros de sus grandes fracasos.

¿Un dólar fuerte o débil?

Los mercados y los inversionistas creen que el plan de aranceles de Trump se dirige a fortalecer el dólar como moneda hegemónica de cambio. [Totalmente Falso].

Lo que busca en estos momentos Washington es [debilitar el valor del dólar], como la mejor herramienta para reducir la inflación, el déficit comercial, la gigantesca deuda norteamericana de 36 billones (trillions), y para mantenerlo como reserva principal en el mundo frente a movimientos y alianzas de desdolarización.

El BRICS, el grupo de países emergentes con políticas socialistas, antiamericanas y anticapitalismo occidental, es el mejor ejemplo.

El principal objetivo de este grupo, en el que se incluyen China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, es eliminar o al menos reducir al máximo el uso del dólar como activo universal de liquidez y reserva. En síntesis: busca la desdolarización de gran parte del mundo.

Y su plan, aunque lejos de materializarse, tampoco es descabellado. Los países miembros representan el 33% del Producto Interno Bruto (PBI) del planeta, extraen alrededor del 44% del petróleo crudo del globo terráqueo y generan el 45% de los productos agrícolas.

Su intención es crear un sistema paralelo de intercambio comercial multilateral que desafíe la hegemonía de EEUU con China a la cabeza. Por tal razón, crearon en el 2015 el Nuevo Banco de Desarrollo, una alternativa al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, ambos controlados por Norteamérica.

La acumulación o acaparamiento

A pesar de que el dominio del dólar ha permitido a EEUU mantener un déficit sin consecuencias inmediatas, también ha traído un declive de la industria estadounidense, en especial la automotriz, por dos factores elementales: el éxodo masivo de empresas y transnacionales hacia Asia y Europa y la acumulación de reservas de dólares en los Bancos Centrales.

La agudización del desajuste de la industria estadounidense la protagonizó la administración Biden, una extensión de la de Obama, quien se encargó de comenzar la caída de la actividad manufacturera.

El gobierno de Biden-Obama [o viceversa] llevó a la industria norteamericana a una contracción de casi tres años, un hecho sin precedentes en la historia de la nación.

La acumulación de liquidez de dólar por parte de los bancos centrales y sistemas financieros globales, junto a los efectos inmediatos de la calificada “Plandemia” china condujo a que el Departamento del Tesoro y la Reserva Federal se vieran obligados a imprimir billetes ante la falta de liquidez y los descomunales gastos en paquetes de estímulo económico que superaron los 8 billones (trillions), mientras el Banco Central compraba bonos del Tesoro para balancear el sistema financiero, el valor del dólar y evitar una hiperinflación. Además, garantizar la confianza de los inversores.

Fue entonces cuando bajo el gobierno de Joe Biden se imprimió el 40% de toda la liquidez de la moneda estadounidense hasta la actualidad, algo que quiere evitar ahora el presidente Trump frente al déficit que le regaló su predecesor.

Entre octubre y diciembre de 2023 el déficit fiscal de EEUU llegó a la astronómica cifra récord de 510.000 millones de dólares.

Trump, en primer lugar, quiere balancear el presupuesto federal en busca de un superávit y reducir lo posible la deuda de la nación. Sólo en el pago anual de los intereses, la cifra escala casi al billón (trillion) de dólares.

¿Cómo se ejecuta el megaplan?

Las políticas de extrema izquierda en los últimos cuatro años y los dos mandatos de Barack Obama agudizaron el declive de la manufactura estadounidense, ofreciendo a China e India la oportunidad de que se acercaran cada vez más al trono estadounidense.

También en remesas (dinero de escape), EEUU deja de retener cientos de miles de millones de dólares por año. Solo hacia México en el 2024 se enviaron 62.529 millones de dólares, el 97% del total de remesas que recibe ese país. El 98% se hizo mediante transferencias electrónicas.

El freno llegó mediante la plataforma económica de Trump en su primer período (2017-2021), momento en fortaleció el dólar y la manufactura al mismo tiempo, porque no existía inflación, tampoco guerras. El líder republicano se encargó de no fomentar ningún conflicto militar de gran escala.

Luego, el gobierno Biden-Obama, echó por tierra ese avance y puso la actividad manufacturera en una contracción histórica de casi tres años.

¿Cómo llevará hacia adelante Trump su megaproyecto económico? A través de los llamados “aranceles recíprocos” que le permitirían la compra de gran parte de la deuda estadounidense y balancear el déficit fiscal del gobierno por primera vez en 24 años, como anunció en su discurso ante el Congreso tras asumir la Presidencia.

“A partir de ahora, lo que le cobren de aranceles a EEUU, Washington responderá con la misma tarifa”, explicó.

La aplicación de los denominados [aranceles recíprocos] deben entrar en vigor el 2 abril.

La estrategia de Trump incluye una combinación de aranceles, que aunque no reduzcan el déficit comercial por sí mismos, presionan directamente a los bancos centrales del mundo a reducir los tipos de interés. Otro de los objetivos clave del republicano.

Las negociaciones del Presidente sobre los aranceles abrieron una nueva alternativa, que siempre ha estado latente.

El secretario del Tesoro Scott Bessent aclaró que la eliminación de aranceles a productos estadounidenses conllevaría a que EEUU responda con la misma amabilidad, no así con los países que decidan gravar las exportaciones norteamericanas.

“Los aranceles aduaneros denominados "recíprocos" no se aplicarán en abril a los países que abandonen los impuestos a los productos estadounidenses”, declaró Besset a la cadena Fox News.

La dependencia de China y Ucrania

Un dólar barato mejora el déficit comercial estadounidense, atrae grandes inversiones, hace disminuir las tasas de interés y con la exportación de materiales y productos a EEUU, la inflación está destinada a caer.

Trump busca, además, frenar el llamado Nuevo Orden Mundial, las políticas globalistas antiestadounidenses. Su proyecto no sólo radica en mantener el liderazgo de EEUU en lo ideológico, geopolítico, militar y económico, sino hacer crecer esa hegemonía y distanciarse de China como segundo competidor.

Además, retomar el control de las principales rutas marítimas, en especial el canal de Panamá, y fijar una posición geopolítica en la llamada “Ruta de la Seda” y la Antártida. De ahí salen sus declaraciones sobre Groenlandia.

A Trump no le cabe ninguna duda de que China ha incrementado en los últimos años sus acciones y posee planes concretos para destruir a EEUU, así que los tiempos de ayudar al gigante asiático a salir de la hambruna y sus problemas económicos terminaron.

En el lente del nuevo orden en el comercio mundial que está imponiendo Washington se encuentra también Sudáfrica, un país que ha disfrutado con holgura de los amplios beneficios otorgados en el intercambio comercial con Norteamérica.

Sin embargo, Trump no está dispuesto a tolerar la postura discordante del país africano, miembro del BRICS y participante en alianzas antiestadounidenses, unido a las cada vez más notables fricciones internas.

Respecto a otra de las prioridades de la Casa Blanca (la guerra en Ucrania), el papel de Washington es clave en las negociaciones logradas para un alto al fuego de 30 días en ataques a infraestructuras energéticas y civiles, como el primer paso a un pacto definitivo de paz.

Trump considera que el proceso avanza sobre un camino más firme, después de dialogar por teléfono con sus homólogos Vladimir Putin y Volodimir Zelenski.

El mandatario estadounidense exigió a Putin garantías, a lo que el Kremlin respondió de manera afirmativa. Mientras, el líder republicano le propuso al ucraniano que EEUU tome posesión de las centrales eléctricas y nucleares ucranianas, como la "mejor protección y apoyo posibles" a la infraestructura energética de Kiev.

Otro escándalo del gobierno de Biden

En el plano nacional, Trump anunció la revocación de la protección del Servicio Secreto otorgadas a los dos hijos adultos de Joe Biden, tras informar que anularía los “indultos otorgados” por su predecesor demócrata al final de su mandato, uno de ellos a su hijo Hunter Biden.

Horas antes de dejar la Casa Blanca el 20 de enero, Biden -supuestamente- firmó órdenes de protección a favor de objetivos claros de Trump como el exjefe de los Centros para el Control y la Protección de Enfermedades (CDC), Anthony Fauci, la exrepresentante federal republicana y acérrima acusadora a Trump, Liz Cheney, el general retirado Mark Milley y los miembros del ilegítimo comité de investigación del "asalto" al Capitolio.

Semanas antes había emitido un perdón para su hijo Hunter Biden (culpable de delitos federales), su hermano James Biden, parte importante de la trama de corrupción de la familia Biden y bajo investigación junto a Hunter de delitos de uso de influencia de poder para enriquecerse, negocios turbios en Ucrania y China con peligros directos para la seguridad nacional, etc.

Biden, presuntamente, también indultó y conmutó penas a 48 de los 53 sentenciados a muerte en EEUU y a 1.500 delincuentes convictos.

Informaciones publicadas revelan que muchas de las firmas de Biden fueron mediante un simulador o copiador electrónico y no del puño y letra del presidente demócrata, que convierte a muchos documentos en ilegítimos, ilegales e inconstitucionales.

Este surge como el último gran escándalo de la anterior administración, silenciado por supuesto por la prensa de izquierda y ultraizquierda; y se suma a las revelaciones de Elon Musk en una entrevista con Fox News en la que habló de 14 computadoras en agencias federales (varias en el Departamento del Tesoro) que enviaban pagos automáticos mensuales por contratos vencidos o cuentas o destinatarios “fantasmas”.

Las investigaciones federales recién comienzan y ya se han comprobado documentos “firmados” por Biden en la Casa Blanca, sin su presencia y sin su consentimiento.

También ya hay tres acusados en los casos de vandalismo y extrema violencia contra autos, talleres y concesionarios de Tesla que la fiscal general de EEUU, Pam Bondi, Elon Musk y Trump han calificado de [actos de terrorismo interno].

Bondi afirmó que el Departamento de Justicia "ha acusado a varios implicados", luego de ser arrestados casi inmediatamente de haber realizado estos actos vandálicos. El mensaje es muy claro para estos radicales de izquierda y delincuentes: "serán arrestados, procesados e irán a la cárcel por muchos años, porque son terroristas".

Los implicados podrán cumplir penas de cárcel entre 5 años y 25 años.

"Continuaremos las investigaciones que imponen severas condenas de prisión a los implicados en estos delitos graves, incluidos los que operan tras bastidores para coordinar y financiar estos crímenes", agregó.

Aunque los demócratas intentan dar la imagen de caos, en contubernio con los medios de prensa, y estimulan acciones de vandalismo y protestas, el gobierno del presidente Trump avanza en todos sus planes dentro y fuera de EEUU, como parte de la más ambiciosa transformación o recuperación del país.

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FUENTE: Con información de AFP y diversas fuentes.

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