Dice Mogannam que la actividad de su negocio ha bajado más de un 30%. En consecuencia, tuvo que reducir drásticamente sus horas de operación debido a la caída del tráfico peatonal. Un letrero afuera de su negocio indica: “¡Necesitamos de tu apoyo!”.
Años atrás, “me paraba afuera de mi bar a las 10 p.m. y miraba: era como una fiesta en la calle”, recuerda Mogannam. “Ahora ves unas seis personas a ambos lados de la manzana. Es un pueblo fantasma”.
Después de un exilio de tres años detonado por la pandemia, y medidas de extrema izquierda que han dado vida la delincuencia, el robo y el vandalismo, las multitudes esperadas y el ambiente energizado del centro desparecieron, quizás para siempre.
Las políticas de las autoridades locales y estatales crearon el mayor éxodo de California. Miles de ellos han terminado en Florida, Texas y otros estados gobernados por repubicanos. Huyen de la extrema violencia y de la ingobernabilidad, de los impagables impuestos derivados de medidas desde la época de la administración Obama.
En las calles de San Francisco hay escaparates vacíos. En las ventanas cuelgan grandes letreros de cierres inminentes. Las cadenas Uniqlo, Nordstrom Rack y Anthropologie ya se fueron de la zona.
El mes pasado, el propietario del Westfield San Francisco Center, ícono del paisaje durante más de 20 años, dijo que cederá el centro comercial a su acreedor, citando una disminución de ventas y de tráfico peatonal. El propietario de dos imponentes hoteles, incluido uno de la cadena Hilton, hizo lo mismo.
En las farmacias del centro, el champú, el dentífrico y otros artículos de tocador ahora están bajo llave. Recientemente, unos ladrones armados asaltaron una tienda Gucci a plena luz del día.
San Francisco se ha vuelto el referente de cómo no deberían verse los centros urbanos: vacíos, plagados de delincuencia y en plena decadencia. Lo peor: sin una salida inmediata ni propuestas de cambios sustanciales en su tendencia sociopolítica y económica.
El contraste de la Florida y otros estados republicanos
La pandemia pasó, y en estados como Florida, con una legislatura firme y en defensa de los valores conservadores su economía florece y su principal motor (el turismo) se encuentra por encima de los niveles del 2018 y 2019, a pesar de los altísimos precios fomentados por la administración Biden y de la dramática situación a escala nacional.
En el 2022, el Aeropuesto Internacional de Miami sobrepasó la increíble cifra de 50 millones de pasajeros, al tiempo que grandes empresas siguen el traslado de sus oficinas centrales al sur de Florida. A diferencia de los centros de las ciudades dirigidas por los nuevos demócratas o progresistas (socialistas), el downtown de Miami es un hervidero de visitantes y residentes.
Los hoteles en el sur de Florida apenas tienen vacantes disponibles y el Puerto de Cruceros y de Carga han experimentado un auge similar e incluso por encima de los años previos a la pandemia.
Un estudio reciente del canal CNBC, citado por DIARIO LAS AMÉRICAS, asegura que Florida, con cerca de 23 millones de habitantes, cuenta con la economía "más sólida" del país.
“La economía del Estado del Sol brilla”, sostuvo el informe, que tuvo en cuenta indicadores como crecimiento económico, incremento de la oferta de trabajo, calificación de deudas públicas, entre otros aspectos.
El informe otorgó la calificación 340 puntos de 360 posibles a Florida, un A+.
La lista de los estados con mejores economías, según CNBC, continúa con Texas en segundo lugar (324 puntos); Carolina del Norte en tercero (310 puntos); Georgia en cuarto (296 puntos); y Tennessee en quinto (295 puntos)
Los grandes medios de prensa de izquierda ahora culpan a la pandemia del desastre creado por los gobiernos de izquierda durante los úlimos 12 años mediante medidas antipopulares, antieconómicas y antiamericanas.
El análisis de estos medios parte de la pandemia y sus secuelas y afirman: "La pandemia expulsó a la gente de los centros de las ciudades e impulsó las compras y las comidas en restaurantes de los barrios residenciales y los suburbios cercanos. Esos hábitos parecen destinados a permanecer".
Los datos confirman que el centro de San Francisco atraviesa un calvario financiero.
Un estudio de 63 centros de ciudades de América del Norte realizado por la Universidad de Toronto clasificó a la ciudad en el último lugar en el regreso a la actividad previa a la pandemia, con apenas el 32% de su tráfico de 2019.
Los ingresos hoteleros están estancados en el 73% de los niveles prepandémicos, la asistencia semanal a las oficinas permanece por debajo del 50% y los traslados en metro al trabajo en el centro de la ciudad están en el 33%, según un reciente informe económico de la ciudad.
La tasa de oficinas vacías en San Francisco fue del 24,8% en el primer trimestre, unas cinco veces más que los niveles previos a la pandemia y muy por encima de la tasa promedio del 18,5% en las 10 principales ciudades del país, según CBRE, una empresa de servicios inmobiliarios comerciales.
¿Por qué? San Francisco dependía mucho del turismo internacional y su fuerza laboral del sector tecnológico. Ambos prácticamente desaparecieron durante la pandemia, precisamente por la violencia y la subida estrepitosa de impuestos a los empresarios
Otras ciudades norteamericanas importantes gobernadas por la izquierda radical, incluidas Portland y Seattle, que también dependen de los trabajadores tecnológicos, luchan con caídas similares, según el estudio de recuperación de los centros urbanos, que utilizó datos anónimos de teléfonos móviles para analizar los patrones de actividad desde antes de la pandemia hasta mayo de este año.
En Chicago, que ocupó el puesto 45 en el estudio, los principales minoristas como AT&T, Old Navy y Banana Republic en la franja de 13 manzanas conocida como Magnificent Mile cerraron o cerrarán pronto, ya que el tráfico peatonal de visitantes es casi nulo.
Y ciudades de la region del centro-norte de Estados Unidos, como Indianápolis y Cleveland, ya luchaban antes de la pandemia con centros urbanos disminuidos porque dependían de una sola rama de la economía para respaldarlos y carecían de industrias en auge, explica Karen Chapple, directora de la Facultad de Urbanismo de la Universidad de Toronto y autora del estudio.
San Francisco, de la opulencia a la decadencia
Los dirigentes de San Francisco se han dado cuenta del terrible impacto de sus leyes y no saben cómo van a recuperar nuevamente el estatus de poder económico que poseía esa ciudad en décadas atrás. Ahora dicen que se "toman en serio la desaparición del centro de la ciudad", claro, bastante tarde para eso y sin ningún efecto venidero positivo de no cambiar la política de extrema izquierda actual.
Lo mismo ocurre en Los Ángeles, donde la decoración habitual son drogadictos y mendigos acampados en las aceras, un panorama que le han regalado los demócratas a los residentes de estas grandes ciudades, gracias a sus malintencionados propósitos. ¿Acaso desconocían que sus medidas causarían lo que se ve hoy en urbes antiguamente aclamadas por los turistas?... Muchos no lo creen.
En una marcha atrás parcial en San Francisco. Los supervisores, tras una legislación del gobierno local, relajaron recientemente las reglas de zonificación del centro para permitir espacios de uso mixto: oficinas y servicios en los pisos superiores y entretenimiento y tiendas temporales en la planta baja. La ley estatal también ha reducido los trámites burocráticos para facilitar la conversión de espacios de oficinas existentes en viviendas.
El alcalde London Breed anunció que se destinarán 6 millones de dólares a fin de mejorar un tramo de tres cuadras donde da la vuelta el emblemático Cable Car (el tranvía impulsado por cables subterráneos), para mejorar la accesibilidad para los peatones y atraer negocios.
Sin embargo, Marc Benioff, director general de Salesforce, el empleador más grande de la ciudad e inquilino ancla en su rascacielos más alto, cree que el centro “nunca volverá a ser como antes” en alusión al traslado diario de trabajadores. Aconseja a Breed que convierta el espacio de oficinas en viviendas y contrate más policías para dar a los visitantes una sensación de seguridad.
“Necesitamos reequilibrar el centro de la ciudad”, agrega Benioff.
Los expertos en bienes raíces también apuntan a las conversiones de espacios de oficinas a espacios de vivienda como un "posible salvavidas", pero si los empresarios se han ido por la violencia y otros graves problemas; las viviendas a precios inaccesibles e impuestos por la nubes, frenan los presuntos atractivos para nuevos residentes.
Ahora, ciudades como Nueva York y Pittsburgh ofrecen exenciones fiscales considerables para que las firmas inmobiliarias inviertan en dichas conversiones; sin embargo los problemas que obligaron a irse a decenas de miles siguen intactos o se agravan mes tras mes.
Para muchas urbes como San Francisco, se necesitará mucho más que viviendas para que sus centros al menos regresen de forma paulatina a lo que eran más de 20 años atrás, porque la pandemia fue solo el detonante.
Daud Shuja, propietario y diseñador de Franco Uomo, una firma de prendas de lujo con sede en San José, dijo que los nuevos clientes que viven en San Francisco conducen al menos una hora hasta la tienda. Planea abrir una sucursal en un lugar más conveniente en los suburbios de Palo Alto el próximo año.
“Simplemente, no quieren lidiar con los indigentes, con el medio, con el ambiente”, asegura.
Sin embargo, los funcionarios de San Francisco dicen que el centro de la ciudad —que se extiende desde el Ayuntamiento hasta el paseo marítimo de los muelles de Embarcadero y abarca el Distrito Financiero y partes del barrio South of Market (SoMa)—, está en transición. Lo que no explican qué significa ese término y transición tomando en cuenta qué análisis.
Gap, que inició en San Francisco en 1969, cerró sus tiendas insignia Gap y Old Navy cerca de Union Square.
[email protected]
FUENTE: Con información de AFP