domingo 29  de  septiembre 2024
GASTRONOMÍA

Nueva York, exquisita gastronomía y musicales de Broadway

Explore los sabores auténticos de distintas regiones del planeta que, al llegar a la Gran Manzana, adquieren su propia identidad y se universalizan, sin perder su esencia

Por LUIS DE LA PAZ

Hay ciudades más multiculturales y étnicas que otras. Una de las más diversas en todo el planeta es Nueva York, y esa pluralidad hace que se proyecte sorprendente en casi todos los aspectos de su cotidianidad, uno de ellos la gastronomía.

Es tanta la variedad de comidas que se encuentra en Manhattan que el visitante, o el local, tiene la oportunidad de recurrir a las ya “tradicional” comida rápida, a las socorridas y variadas pizzas en casi todos los rincones y visitar restaurantes de distintas categorías y sabores asombrosos. Las propuestas gastronómicas en la Gran Manzana son parte de su ritmo habitual.

El vacacionista busca conocer, explorar, hacer lo más placentera posible su estancia para que queden en la memoria momentos agradables, y nutrir de sensaciones positivas su mirada y paladar a lo largo de su estadía.

A horas de mi llegada a Nueva York, me acerqué a un sitio especializado en los famosos bagels. Recibí una gran sorpresa al ver la amplia variedad de sabores y combinaciones posibles.

Un comensal notó mi asombro ante lo que veía y leía en la pizarra del Bagel Pub, 350 7th Ave., en el corazón de Manhattan, cerca del Madison Square Garden, y me dijo que se podían hacer millones de combinaciones de bagels. Tantas, pensé, pero allí mismo pude contar al menos una treintena de ellas, todas apetecibles, otras un verdadero desafío para el paladar.

Luego pude investigar que existen encontradas historias acerca de este alimento que tiene como base un pan elaborado a mano perforado en el medio, y que asume como elemento esencial del consumo el queso crema. Se cuenta que el bagel se inventó en Polonia, en la ciudad de Cracovia hacia 1600.

“La palabra bagel se menciona por primera vez en el Reglamento de la ciudad de Cracovia en 1610. Este reglamento declaró que un bagel se debía dar como regalo a una mujer en parto. Entre mediados del siglo XVI y principios del siglo XVII, el bagel se convirtió en un elemento básico de la dieta polaca”.

Con el paso del tiempo este alimento se popularizó entre la comunidad judía, y a mediados del siglo XIX, se extendió por varios lugares del mundo, hasta llegar a Norteamérica traído por los emigrantes europeos y judíos, que comenzaron a comercializarlo en sus comunidades.

Es una historia fascinante, que le imprime a cada bagel que comí en Nueva York un sabor que se proyectaba más allá del gusto. Observé a clientes pedirlos de manzana, nueces con miel, jalapeño y cilantro. No podía quitar los ojos de la apetitosa vidriera mirando las diferentes combinaciones de sabores. Hasta de aceitunas, salmón y fresas. Prácticamente se pueden hacer bagels de todo y con todo.

En otra de las caminatas a las que invita Nueva York, presté atención a varios sitios donde también venden el producto y descubrí Liberty Bagel, 260 W 35th St., donde destacaba, además de la cantidad de personas haciendo sus órdenes, el Rainbow Bagel, masa creada con varios colores. En el lugar la mayoría de sus empleados eran de origen latino.

Hay que insistir en la variedad culinaria neoyorquina, asombra cómo se pueden encontrar restaurantes de prácticamente todos los países del mundo. Sabores auténticos de distintas regiones del planeta que, al llegar a la Gran Manzana, adquieren su propia identidad, se universalizan, sin perder su esencia.

Antes de ir para el Al Hirschfeld Theater a ver en el corazón de Broadway el musical Moulin Rouge, visité un happy hour en un restaurante cercano. De nuevo la gastronomía en su esplendor, como el teatro con un musical que ha ganado 10 premios Tony.

Como era de esperarse, el Al Hirschfeld Theater, 302 W 45th St., es un teatro imponente, bello en su diseño y distribución que, además, para la ocasión, estaba completamente tapizado de color rojo, como pide un espectáculo grandioso alusivo al parisino cabaré, donde la extravagancia y el burlesque se dan la mano.

El teatro neoyorquino, con los brazos de su gran molino rojo en el escenario, impactaba al público que disfrutó un envolvente, vistoso y exquisito espectáculo del Moulin Rouge, el musical.

Orgullosa sorpresa recibí al ver que en el programa que el actor y cantante chileno Ricky Rojas estaba celebrando su 5to. aniversario con el musical. Además, una decena de talentos latinos le imprimen luz y colorido al espectáculo con sus actuaciones. Sin dudas Moulin Rouge es de esos musicales que dejan una agradable huella en el espectador.

Fue muy atinado comer en el Palma Verde Restaurant, por el nombre, otro sitio enfocado en el gran público latino que reside o pasa por Manhattan. Es también de esos lugares que por su variedad gastronómica atrae a cualquiera interesado en explorar nuevos sabores.

El lugar estaba colmado durante el happy hour. Las mesas, todo el bar, el personal encantador, atento, una amplia variedad de cócteles deliciosos. Lo mejor, los platos para compartir, que permiten degustar distintas comidas, muchas de ellas con sus propias salsas, todas hechas por la casa.

La visita al Palma Verde, 1604 Broadway 4th Floor, resultó para mí, y el grupo que me acompañaba, una explosión de sabores, la verdadera diversidad culinaria. Platos mexicanos, caribeños, donde cada bocado dejaba una huella en el paladar, el agradecimiento de conectar con varias culturas, tradiciones alimenticias y la buena comida.

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