lunes 16  de  septiembre 2024
RESEÑA

La obra "Manteca" propone una visión de la Cuba de los años 90

La obra es un atormentado escenario de penurias, éxodos, carencias y ruptura familiar; cada momento se contradice en sí mismo

Por LUIS DE LA PAZ

MIAMI.- El triunfo del arte se valora cuando se retoma la obra de un autor que ya no está entre nosotros. Ese es el caso de Manteca de Alberto Pedro Torriente, que falleció en La Habana en 2005. Esta pieza quizás sea de las más emblemáticas de su dramaturgia.

Manteca parece ser una obra que refleja la realidad cubana, pero el ambiente de descomposición de la Cuba actual es tan brutal, que Manteca, recoge una época que muchos cubanos quisieran poder vivir hoy en día… cualquier tiempo pasado (bajo el comunismo) fue mejor.

La puesta de Manteca en el Teatro Tower de Miami, bajo la dirección de Raúl Martín, en una producción de Beatriz Valdés Studio y Hand2handteam, se inserta en un teatro donde las víctimas gustan verse reflejadas en un espectáculo. No es nada nuevo. En los años setenta y especialmente en los ochenta, los cubanos del Mariel llenaban el teatro Martí para ver a Armando Roblán haciendo de Fidel Castro, y las carcajadas estremecían la sala. Con Manteca está ocurriendo algo parecido. Desde luego, este fenómeno social bien vale un estudio sociológico.

El caso de Manteca es una obra que propone una visión de la Cuba de los años noventa, durante el llamado Período Especial, con una velada crítica social. Me queda la curiosidad por saber cómo hubiera desarrollado este texto Alberto Pedro, pues talento y oficio tenía, escribiéndola sin los “palitos de tendedera” que se exigen cuando se trabaja desde dentro de Cuba y la palabra libertad tiene limitaciones.

En la obra, tres hermanos pasan un 31 de diciembre en su casa. Se supone que esperen el año nuevo, pero del entorno festivo que requiere la fecha no hay nada. Uno de los hermanos, Celestino, que interpreta magistralmente Gilberto Reyes, viste un overol, y pasa la jornada arreglando un radio y un ventilador. Su escena en el proscenio, echándose agua encima mientras mira fijamente hacia al público, es una contundente clase magistral de actuación. El papel de la hermana Dulce lo asume Beatriz Valdés, magnífica en la escena de principio a fin, plancha, cuelga ropa en las derruidas ventanas de la casa, habla, de la madre y de un hijo que tiene en África, exponiendo absorta la realidad que le ha tocado vivir, lo que engrandece su trabajo.

El tercer hermano es Pucho, con otra interpretación de altos quilates de Héctor Medina, joven actor que dejó de ser una promesa para situarse entre los notables profesionales de la escena de Miami. Ha crecido tanto, que está en todo momento a la altura de Beatriz Valdés y Gilberto Reyes.

Su personaje es un profesor expulsado de la universidad, que escribe una novela y pasa su vida soñando, mientras su hermano mayor grita convencido: “yo soy comunista”. Hay un cuarto personaje que gravita en todo momento en la obra, un cerdo que han engordado dentro de la casa y que habrán de matar para alimentarse, tener manteca y de esa manera sobrevivir, pero sacrificar al marrano no les será fácil.

La obra es un atormentado escenario de penurias, éxodos, carencias y ruptura familiar. Cada momento se contradice en sí mismo. En plena jornada de año nuevo hay un apagón, y a las 12 de la noche nada tienen que festejar, mientras por la radio se escucha un mensaje del gobierno celebrando el nuevo aniversario del Triunfo de la Revolución.

Manteca es una obra para el público cubano que identifica cada situación y muchos se ven reflejados. Estimo que es un texto valioso, que retrata una época que ha quedado atrás en un horror aun mayor, y tiene un elemento que la universaliza, la lucha por mantener unida a la familia, cuando se sabe que no es posible. A lo largo del texto Dulce batalla por esa familia, despedazada, madre muerta, divorciada, hijo en África y sobrinos en Rusia.

Ese trasfondo, la familia, uno de los temas recurrentes en la literatura cubana, es lo que se impone en Manteca y es lo que ha hecho trascender este texto, del espanto que ha representado, y sigue representando, el castrismo para Cuba.

Esta propuesta de Raúl Martín ha sido muy armónica, escénicamente muy bien lograda, la escenografía, luces y vestuario de Jorge Noa y Pedro Balmaseda, basada en ventanas, cubetas de agua y recipientes de 55 galones, crean una sobrecogedora ambientación, que cobra sentido a medida que avanza el montaje. La música original de Jesús Pupo, es agradable y todo el equipo técnico estuvo preciso y a la altura de una producción impecable.

Manteca se presenta los fines de semana hasta el 28 de septiembre, a las 8 pm, en el Teatro Tower, 1508 SW 8 Street, Miami, 33135. Boletos en ticketplate.com.

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