miércoles 8  de  enero 2025
LITERATURA

La historia detrás de "Cien Años de Soledad"

DIARIO LAS AMÉRICAS comparte una entrevista donde el Nobel de LIteratura 1982 cuenta cómo escribió Cien Años de Soledad

Por ROXIMAR TOVAR

MIAMI.- Cuando el Nobel de Literatura 1982 escribió Cien Años de Soledad nunca pasó por su mente que la historia de Macondo llegaría a la pantalla chica y mucho menos a un servicio de streaming, pues Gabriel García Márquez tenía claro que su novela no sería adapta a otro formato, por lo menos mientras vivía.

Lo paradójico es que el escritor colombiano les dio una orden a sus hijo y esposa. "Cuando yo esté muerto hagan lo que quieran, les reiteró Gabriel García Márquez a su esposa Mercedes y a sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha", según una exclusiva de Cambio. Y así ocurrió. Cien Años de Soledad se estrenó el 11 de diciembre de 2024 con ocho capítulos, que conforman la primera parte de la adaptación.

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Pero para que uno de los textos esenciales de la historia de la literatura hispanoamericana llegara a una nueva generación y en una propuesta ajena a su origen, el hijo de Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez Iguarán tuvo que ingeniarselas con el apoyo de su esposa Mercedes.

DIARIO LAS AMÉRICAS comparte una entrevista que concedió Gabo al periodista Germán Castro Caycedo, donde cuenta lo que tuvo que hacer para que el texto llegara a lo que hoy se conoce como una obra literaria universal.

"Fíjate, Cien Años de Soledad la escribí yo en México en 1965, 66', 67', desde el 65' hasta el 67'. Fue una época estupenda; es decir, era una época que no era fácil, porque no teníamos dinero, era en cambio una época muy buena porque estaba escribiendo como un tren -que es lo mejor que le puede suceder a un escritor-. Entonces, cuando yo vi que Cien Años de Soledad venía y que no la paraba nadie, le dije a Mercedes: 'tú te haces cargo de este asunto'. Ella, por supuesto, no lo pensó dos veces".

"Durante 18 meses no salí del cuarto"

"Es curioso que mis hijos, ahora, yo les pregunto sobre esa época y ellos me recuerdan como un hombre que estaba encerrado en un cuarto y que no salía nunca, y yo tenía la impresión de que era el ser más humano y más sociable del mundo (risas), y ahora me doy cuenta de que durante 18 meses no salí del cuarto, pero yo recuerdo que salí una vez cuando Mercedes me dijo que no había nada que hacer, que ya había llegado al fondo. Entonces, yo tenía un carro y lo llevé a Monte de Piedad y lo empeñé y le traje la plata a Mercedes y le dije: 'aquí tienes como para 10 años', pero duró tres meses y seguía escribiendo".

"Recuerdo que a mitad de camino el dueño de la casa llamó a Mercedes y le dijo: 'señora, ustedes deben tres meses de casa'; Mercedes tapó el teléfono y me dijo: '¿cuánto tiempo te falta para terminar el libro?', y yo le dije: 'como seis meses'; entonces, ella le dijo: 'mire, señor, no solo le debemos tres meses sino que le vamos a deber seis más'; el tipo (hombre) le dijo: '¿y dentro de siete me pagan todo?', ella le dijo: 'sí, todo'; él le dijo: 'si usted me da su palabra yo no tengo ningún inconveniente en esperarle'. Mercedes tapó el sonido y me dijo (en susurro): '¿vamos a pagar?'... le di mi palabra de honor. ¿Y tú sabes que a los siete meses fuimos y le pagamos todo?, no por Cien Años de Soledad porque yo terminé y traía tal palenque en la mano, que me puse a trabajar después en publicidad y pudimos pagar todo eso".

"'ahora, lo único que falta es que esta novela sea mala'"

"El día que lo terminé nos fuimos al correo Mercedes y yo, eran 700 páginas, lo pesaron y dijeron que costaba 83 pesos de México a Argentina. Mercedes me dijo: 'no tengo, sino 45 (pesos)', entonces, muy fácil, partí el libro por la mitad y le dije: 'péseme este libro hasta 45 pesos'. Pesaron hasta 45 pesos... agarré esas hojas y las envolví y las mandé y nos quedamos con el resto. Entonces, nos fuimos a la casa y Mercedes sacó lo último que teníamos por empeñar, que era: el calentador, que yo usaba para escribir, porque yo puedo escribir en cualquier circunstancias menos con frío; el secador, que usaba para la cabeza; y la batidora, que usó para toda la vida para hacerle los jugos de frutas a los niños. Con eso, se fue a Monte de Piedad y le dieron unos 50 pesos. El hecho es que volvimos con el resto de la novela al correo, la pesaron y le dijeron: 'cuesta 48 pesos'. Mercedes pagó sus 50 pesos, le dieron dos vueltos y yo me di cuenta de que cuando salimos del correo estaba verde de encabronamiento. Me dijo: 'ahora, lo único que falta es que esta novela sea mala' (risas).

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