“Simplemente me mordieron”, fue la frase más impactante del noveno episodio de la octava temporada de The Walking Dead. Una muy dolorosa porque salía de la boca de Carl Grimes (Chandler Riggs), el personaje que ha sacado fuerzas de donde no tenía para enfrentar el Apocalipsis.
La palabra extenuante describe esta despedida de la serie porque no tiene salvación posible. Da igual la cantidad de teorías locas que aparecieran en internet. Si Carl encontraba la forma de sobrevivir a una mordedura de zombie, la serie perdería cualquier credibilidad. En el universo de Robert Kirkman no hay vacuna que cure los mordiscos, solamente amputaciones si los caminantes mordieron una de las extremidades, destaca el portal español La Vanguardia.
Razón por la cual decidió aprovechar sus últimas horas de vida: pasa unas horas con su hermana Judith; le presentó a Siddiq a los aliados de Rick; y procuró salvar los hombres y mujeres de Alexandria ante el ataque de los salvadores.
Otro de los momentos destacados fue su despedida de Michonne (”tú eres mi mejor amiga, Michonne”), un recordatorio a la mítica Lori mientras habla con Judith (”Antes de que muriera mamá, me dijo que ganaría este mundo. No lo hice. Pero tú si lo harás”), un bonito mensaje de Siddiq al moribundo (”Te honoraré, Carl”) y finalmente le recuerda a Rick la necesidad de mantener intacta la moral.
Su desaparición, sin duda, anuncia una nueva etapa para la producción.
La decisión del equipo detrás de la serie hizo que sus adeptos se cuestionen si era necesaria o no su desaparición. Ni hablar de sus motivos.
El otro hilo de discusión tiene que ver el significado de su muerte. ¿Era imprescindible que muriera para que cambiara la mentalidad de Rick?
Una vez más, Kirkman y el guionista Scott Gimple toman una decisión que origina polémica.