domingo 17  de  noviembre 2024
LETRAS

El libro "La otra Julia": un latido cruzado de dos escritoras afrocaribeñas

En su reciente libro, Mayra Santos-Febres se adentra en la intensa vida de la escritora Julia de Burgos, en una especie de diario novelado que rezuma poesía

Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI.- Lo primero que hago es escribir en el buscador Julia de Burgos; leo sobre su vida y miro algunos poemas. Luego escribo Mayra Santos-Febres y reviso su biografía y poemas. Los nombres de ambas escritoras, afrocaribeñas, puertorriqueñas, mujeres de isla, se entremezclan en mi libreta de apuntes antes de comenzar a leer La otra Julia, una novela biográfica con tintes de ensayo íntimo que Santos-Febres presenta este domingo en la Feria del Libro de Miami, en charla con la autora Anjanette Delgado.

Con este libro, Santos-Febres sacude el polvo del mito, de los parques y las estatuas, para adentrarse en la carne y el alma de Julia Constanza de Burgos García (1914-1953), una mujer adelantada a su tiempo. “Porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; / y el más profundo abismo se tiende entre las dos”, escribe Julia. “Sólo estoy yo / sentada al pie de la escalera / con el universo revertido en mi cintura”, escribe Mayra.

Lo primero que me atrae es la atinada ilustración de portada, un diseño del artista José Arturo Ballester Panelli, que recrea una foto tomada a Julia en Cuba en 1940. Es hermoso que el uso de la grafía se base en la letra manuscrita de la propia Julia para crear un tejido de palabras, palabras que también parecen mangles abrazando el fondo turquesa de la hermosa Isla del Encanto.

Narrada en dos tiempos, la novela sigue el camino de una autora (Mayra) que escribe y presenta un libro sobre otra escritora (Julia), cuya vida se intercala en el libro llevando al lector a la primera mitad del siglo XX. Los paralelismos entre ambas mujeres componen el tejido poético de la historia, y acercan al lector a un par de vidas peculiares, plenas, desgarradoras también; un par de mujeres que enfrentan los prejuicios y la estupidez humana. Estas biografías sirven también como homenaje a todas esas escritoras llamadas “indignas”, “potrancas”, mujeres que han experimentado el peso de la la indiferencia, mujeres que han insistido en la escritura como acto de reafirmación, que debieron superar la censura, los rigores de lo cotidiano familiar y la falta de espacio para soñar.

“Lo que aprendí de Julia me hizo escritora”

Mayra nunca olvidará el primer libro de Julia que leyó a los 13 años, mientras estudiaba en un colegio de monjas dominicas. “Era un mundo bien distinto”, afirmó, “y de repente estaba transplantada a un colegio donde todas las niñas eran hijas de ingenieros, doctores, y yo era la hija de una maestra de Español y de un jugador de béisbol y maestro de Historia. Yo me escondía en la biblioteca porque no entendía bien cómo era la interacción”.

Un día la maestra Yvonne Sanavitis la vio escondida en la biblioteca y le dio el libro El mar y tú, de Julia de Burgos. “Ese libro lo tengo todavía”, apuntó Mayra: “Caminaba con ese libro como si fuera un amuleto, un talismán”.

“Eso me llevó a ver la vida de Julia y a decir: Dios mío, ¿cómo lo logró? ¿Cómo fue que hace 100 años esta mujer logró llegar aquí? Y ahí fue que empezó el modelaje de Julia. Ese libro, y lo que aprendí de Julia al leerlo, me hizo escritora”, reveló Mayra, que dedica el libro a sus madres ancestrales.

“Mucho de este texto es autobiográfico, en 2014 me comisionaron escribir una biografía, pero fue de divulgación pública”, dijo sobre el germen del libro. Y agregó: “Pero Julia tuvo una vida problemática, como todas las mujeres que entraron a la modernidad: Gabriela Mistral, María Luisa Bombal, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou. De hecho, hubo maridos que mataron a sus mujeres por publicar. Gabriela Mistral, callando totalmente su vida privada porque era lesbiana y todavía eso en Chile no se lo perdonan. Como todavía en Puerto Rico no le perdonan a Julia que haya sido alcohólica, cuando hay montones de hombres escritores que han sido alcohólicos”, contó.

“Me dejé de preguntar qué tipo de libro yo quería hacer y me dejé guiar”, constató Mayra al referirse a los testimonios que iba encontrando en el camino. “Este era el libro que yo podía escribir por Julia, un libro que la entendiera desde adentro”, planteó, y cuestionó: “¿Cómo es que 100 años han pasado desde la entrada de las mujeres al espacio de la producción del conocimiento y de la palabra pública, y muchas cosas han cambiado, y otras no cambian? Esa fue la pregunta que me ayudó a organizar el libro”. Asimismo, a la hora de elegir su voz narradora, en vez de usar la primera persona al tratarse de autoficción, decidió abrir esa voz a “todas las mujeres que escribimos”.

“Hecha de presentes”

La autora escribe desde el cuerpo, y, como en un trance, incorpora las heridas y la historia de Julia para mostrarnos una mujer viva, en este ahora donde se repiten las incomprensiones y la resistencia. En ese sentido, Mayra investigó distintos modos de escritura desde la experiencia: “Quería trabajar eso que nombra la escritora brasileña Conceição Evaristo, que se llama escrivivencias. Fui a Brasil a verla y hablamos por mucho tiempo. Lo había hecho con Georgina Herrera, mi gran Georgina, en Cuba. Y leí algo que dice Saidiya Hartman, que eso lo estamos haciendo las mujeres hace rato, que es la fabulación crítica”.

“Yo soy bien espiritual, y una de las cosas que hacía, y que no puedo explicar, es que había espacios en donde yo estaba escribiendo, y no estaba allí. Y de repente uno regresa y lee y dice: ¿Quién escribió esto? Dije, yo vengo de aquí, hay cosas que necesitan ser dichas, y tengo la suerte de ser el vehículo, no lo voy a pensar; y dejé que pasaran”, afirmó la autora de libros como Nuestra Señora de la Noche y Cualquier miércoles soy tuya.

Inspiran esta novela “la fragilidad de nuestros archivos históricos y la ubicuidad de nuestros archivos vivos”. Es un sumergirse constantemente en la historia de Julia, algo que no termina cuando el libro sale de la imprenta, sino que persigue a Mayra como un área de estudio constante, con textos inéditos, testimonios que llegan de forma inesperada. Mayra trabaja con los materiales de la memoria: poemas, cartas, grabaciones, artículos de prensa y el diario de Julia.

Como ejemplo de uno de los momentos más complejos del libro, y que le llevó más trabajo de investigación, se refirió a la muerte de la madre de Julia: “Encontré el árbol genealógico, fui a Loíza, da la casualidad de que la familia de Julia por parte de madre es de donde era mi abuela, del barrio Las Cuevas. Caminé todo aquello, volví a Carolina. El monte, que fue donde yo crecí. Entonces dije, pero si yo entiendo esta energía, yo lo he transitado, déjalo que hable. Un ser humano sabe más cosas de lo que la razón te dicta, es cuestión de dejarlo hablar”.

En torno a la estructura del libro, en la titulación de capítulos en particular, destaca el uso de versos de la propia Julia de Burgos.

“Julia migró de hombre en hombre, de país en país”, escribe Mayra, y cita estos versos: “Yo quise ser lo que los hombres quisieron que yo fuese/un intento de vida/un juego al escondite con mi ser/pero mi alma estaba hecha de presentes”.

“El ron quemaba como el amor, quemaba como el abandono, quemaba como la pobreza y la poesía”, escribe Mayra al narrar los días de soledad de Julia en Nueva York. “El ron quemaba como el amor, quemaba como el abandono, quemaba como la pobreza y la poesía”, escribe Mayra al narrar los días de soledad de Julia en Nueva York.

Uno de los momentos más desgarradores de la novela, de la vida de Julia, fue cuando Juan Isidro, mediante un pasaje aéreo y 5 dólares, rompió con ella en La Habana; con ella, que lo había seguido hasta Cuba después de una travesía cruel y sin apenas recursos.

Julia, señala Mayra en un momento de la novela, “fue muchas Julias: la hija que intentó salvar a su madre, la joven militante, la mujer divorciada a los veintitrés años, la Novia del Nacionalismo. También la maestrita rural que abandonó esa senda, convencida de que podría alcanzar la gloria”.

Unos diez años después de este momento, en 1953, la autora falleció en Nueva York. Pero Mayra no ahonda en ese dolor; ya se sabe que apareció muerta en una calle, que nadie supo su nombre y la enterraron como Jane Doe hasta que finalmente reclamaron su cuerpo de vuelta a Puerto Rico.

Estamos frente a una obra sensorial. La carne se reparte para Julia y Mayra como motivos de placer y de muerte. Allí están los roces, las bocas, los hombres esquivos; pero también están las madres de ambas, dadoras de amor, resistentes y frágiles al mismo tiempo. El tejido femenino es parte de la educación literaria y emocional de las autoras: las mujeres de su familia, las maestras y las ancestras son entes protectores.

Sobre Julia de Burgos

Julia de Burgos fue una poeta puertorriqueña cuyo trabajo aborda temas de feminismo y justicia social. Desde su muerte, ha sido ampliamente reconocida como la precursora contemporánea de Puerto Rico y del movimiento de poesía Nuyorican en Nueva York. En su obra, Burgos afirmaba su linaje africano, abogando por el antiimperialismo y la identidad nacional e independencia puertorriqueña. Una traducción de su obra al inglés realizada por Jack Agüeros, titulada Song of the Simple Truth: The Complete Poems of Julia de Burgos, fue publicada en una edición bilingüe (Northwestern University Press, 1995).

La mayor de 13 hijos, Julia Constanza Burgos García nació en Carolina, Puerto Rico, y creció en el barrio de Santa Cruz. Enseñó en una escuela en el Barrio Cedro Arriba en Naranjito antes de mudarse a Nueva York en 1940. También vivió brevemente en Cuba, donde estudió en la Universidad de La Habana. Al regresar a Nueva York después de dos años en Cuba, Burgos fue editora de arte y cultura del periódico progresista Pueblos Hispanos.

Sus colecciones de poesía incluyen Poema en veinte surcos (Imprenta Venezuela, 1938), Canción de la verdad sencilla (Casa Baldrich, 1939) y el libro póstumo El mar y tú: otros poemas (Puerto Rico Printing and Publishing Co., 1954). En “Río Grande de Loíza”, un poema que lleva el nombre del río en Puerto Rico, su relación con el pasado colonial de Puerto Rico es evidente en versos como: “¡Río Grande de Loíza! ... Gran río. Gran lágrima de mi pueblo./La más grande de todas nuestras lágrimas,/salvo las más grandes que brotan de los ojos/de mi alma por mi pueblo esclavizado”.

Entre sus reconocimientos se incluyen premios del Instituto de Literatura Puertorriqueña y un doctorado honorario de la Universidad de Puerto Rico. Burgos murió en Harlem y su cuerpo fue trasladado a Puerto Rico para ser enterrado en el cementerio municipal de Carolina. Su nombre se ha dado a muchas escuelas, parques y centros culturales, como el Centro de Artes Culturales Julia de Burgos en Cleveland, el Centro Cultural Latino Julia de Burgos en East Harlem y el Parque Julia de Burgos en Chicago.

Acerca de Mayra Santos-Febres

Autora, poeta, novelista y profesora afro-puertorriqueña. Hija de dos maestros, creció en un hogar donde cultivó su pasión por la literatura desde pequeña. A lo largo de su carrera, ha publicado más de veinticinco libros, entre colecciones de poesía, ensayos y novelas. Santos-Febres completó su educación universitaria en la Universidad de Puerto Rico y, más tarde, obtuvo una maestría y un doctorado en Cornell University. Hoy, es una de las autoras más reconocidas de Puerto Rico y una de las voces literarias más importantes de la literatura contemporánea en la isla.

Un aspecto central de su vida y obra es la profunda admiración por la belleza de las mujeres negras, una visión que heredó de su madre, quien le enseñó que la belleza no estaba definida por los estándares convencionales. A diferencia de los estereotipos de belleza de su época, Santos-Febres encontró en los rasgos físicos de su madre, como su piel oscura, nariz ancha y caderas pronunciadas, una fuente de orgullo e inspiración.

Ha sido ganadora de las becas internacionales John S. Guggenheim, Ford, Mellon y Rockefeller Foundation, y de premios como el Juan Rulfo, de Radio Francia Internacional; el Letras de Oro, de España; el Premio de Novela del Instituto de Literatura Puertorriqueña y el Premio Primavera de Novela. Sus escritos han sido publicados en revistas internacionales, y su obra ha sido traducida a varios idiomas, incluidos el francés, italiano, alemán, croata, islandés e inglés.

Sus primeras colecciones de poesía, Anamú y manigua y El orden escapado, publicadas en 1991, fueron recibidas con aclamación crítica, y esta última obtuvo el primer premio en poesía. Santos-Febres también publicó Pez de vidrio, una colección de cuentos que exploran temas de raza, deseo sexual, estatus social e identidad en el Caribe. Su primera novela, Sirena Selena vestida de pena (2000), relata la vida de un drag queen en San Juan y recibió gran reconocimiento internacional. Nuestra Señora de la Noche (2006), otra de sus novelas premiadas, ganó el premio del PEN Club de Puerto Rico a la mejor novela y fue traducida al inglés. También publicó Cualquier miércoles soy tuya (2002) con Penguin Books, su segunda novela traducida al inglés. Su novela La amante de Gardel fue escrita durante su beca John S. Guggenheim.

Es creadora del Programa de Escritura Creativa de la Universidad de Puerto Rico, así como fundadora y directora del Festival de la Palabra (2009-2018) y del Programa #Quenoseacabenlaspalabras. En 2016 fundó el Colectivo de Mujeres Escritoras Las Ancestras, que ofrece talleres de escritura creativa en cárceles de mujeres, albergues de niñas y adolescentes, y apoya proyectos de memoria y escritura. En el 2023 se convirtió en Investigadora Principal del Centro de Investigación de Estudios en Afrodescendencia y Racialización y Archivo Virtual Afro.

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