sábado 15  de  febrero 2025
CONTROVERSIA

Trump, no lobistas, decide términos del acuerdo EEUU-Venezuela

Expertos petroleros descartan protagonismo del empresario de Florida Harry Sargeant III detrás de la reunión de Grenell con Maduro

Por María Inés Lombardi

MIAMI.- La decisión sobre la Licencia 41 —que vence en abril—, que permite a la compañía estadounidense Chevron las operaciones en Venezuela, la tomará el presidente Donald Trump por encima de la pretensión de lobistas de influir en un supuesto acuerdo entre el gobierno de EEUU y el régimen de Maduro sobre el petróleo venezolano, afirman expertos.

Descartan que el magnate del estado de Florida, Harry Sargeant III, dedicado al negocio del asfalto, haya propiciado la reunión entre el embajador Richard Grenell y Nicolás Maduro, el 31 de enero pasado, para lograr un acuerdo sobre el tema petrolero. Esto, aunque se desconoce aún qué planteó EEUU a Venezuela a cambio de liberar seis de los 12 “rehenes” estadounidenses y de recibir a los deportados venezolanos.

“No creo que el gobierno de Trump necesite a Sargeant III para resolver el tema de los rehenes”, señala el experto petrolero Evanan Romero, exdirector de la estatal venezolana PDVSA, quien ve difícil, además, que llegue a un acuerdo con Maduro sin que haya cumplido las condiciones electorales.

“Trump no es (Joe) Biden, no va a ceder en ese tema, y no creo que haya posibilidad de acuerdo”, afirma.

Y, aunque empresas petroleras estadounidenses podrían estar interesadas en las licencias para operar en Venezuela, el ingeniero Juan Fernández, exgerente de PDVSA, se pregunta si estas compañías estarían dispuestas a invertir en un país arropado con la incertidumbre jurídica y económica que genera la crisis política desde las elecciones del 28 de julio de 2024.

“Venezuela requiere inversión y la alternativa a propulsar, que también sería muy conveniente para la administración Trump, es que haya un cambio político en Venezuela”, asegura.

El empresario de Florida

Romero y Fernández opinaron acerca de la supuesta participación “tras bastidores”, de Sargeant, al que vinculan con el Partido Republicano, en la planificación del reciente encuentro EEUU-Venezuela para asegurar un alza en las ventas de petróleo a EEUU, de acuerdo con versiones difundidas.

Harrys Sargeant III “no tiene ningún interés en política, sino en su negocio del asfalto” a través de su compañía Global Oil Terminals, sostiene Romero, quien dice conocer a la dinastía del negocio del asfalto, desde hace al menos 60 años, y califica lo dicho al respecto de “especulativo”.

Relata que Harrys Sargeant I, padre del empresario de Florida de 68 años, compró crudo superpesado con su compañía Sargeant Trading a las concesionarias Creole y Shell, que se fueron de Venezuela en 1975. Luego de su fallecimiento, sus dos hijos quedaron a cargo de sus negocios e instalaciones para asfalto en EEUU, pero Harry Sargeant III se independizó.

Las empresas de la familia, según dice, tienen grandes inversiones en el crudo asfáltico, aunque “Chevron también tiene su mercado”.

El magnate quien tiene un permiso del Departamento del Tesoro para importar asfalto venezolano por dos años, según publicaciones, tiene un contrato con las refinerías Isla en Curazao, donde se procesa crudo de base asfáltica venezolano, estaría urgido de conseguir el material negro y “se lo está comprando a Chevron”.

Asfalto de Venezuela

El asfalto tiene gran demanda en EEUU durante la salida del invierno, que marca el inicio de los contratos de reasfaltado para las vías en el verano y, según el petrolero, Trump está destinando “mucho más dinero” a disposición de las empresas que se dedican a repavimentar, cosa que ha mencionado en sus decretos.

“Sargeant III está viendo una vía directa para que Venezuela le venda asfalto y poder cumplir así con el contrato que tiene con Curazao donde se produce”, asegura Romero, sobre los intereses del empresario que mantiene negocios con el régimen de Maduro desde 2017. “Pero de que tenga que ver con la reunión del embajador Grenell que fue a buscar rehenes, es historia construida”, opina.

No obstante, puntualiza que “no le extrañaría” que “esté ayudando a Maduro”, pero “la administración Trump no lo necesita porque ya tienen la vía directa”, a través de Grenell y del secretario de Estado, Marco Rubio, dice.

“Sargeant III está interesado en que Chevrón continúe porque ese crudo no lo va a conseguir en otro mercado, pero esa decisión sobre la Licencia 41, que se renueva cada primero de mes, pero se vence definitivamente en abril, la toma Donald Trump únicamente, y no veo ninguna posibilidad de que la renueve”, agrega.

Sobre las licencias

Fernández, por su parte, señala que no tiene elementos para opinar sobre el papel de Sargeant III en el acuerdo Grenell-Maduro, pero sí para entender el interés comercial de las empresas como Global Oil, del magnate de Florida, o Repsol, entre otras, en las licencias en Venezuela y menciona la General 44A.

Esta última, emitida por la OFAC en abril de 2024, en sustitución de la fenecida 44, permite algunas transacciones a empresas petroleras.

Y señala dos razones:

La primera es que PDVSA le debe dinero a la mayoría de las empresas, debido a que “es un socio que siendo mayoritario no ha repartido los dividendos y no ha sido equilibrado en los aportes a las inversiones, eso ha creado una deuda en la que se ha permitido un mecanismo para que puedan cobrarse”, según el experto petrolero.

La estatal venezolana contrajo una deuda con Chevron durante el mandato de Hugo Chávez, que se calculó en 6,000 millones de dólares y que “ha ido variando”, afirma Fernández. Aunque especialistas, en la actualidad, la sitúan en 2,000 millones de dólares, el monto preciso está cubierto por la opacidad informativa en Venezuela, dice, aunque “se debe estar amortizando con operaciones”.

El segundo punto, añade, es que Venezuela es un proveedor de crudo importante por la Costa del Golfo que ofrece mayores ventajas para la exportación de petróleo y, además, porque aquella tiene gran capacidad de refinación para los crudos pesados.

“Venezuela llegó a exportar, a este mercado, a principios del año 2000 de 500,000 a 600,000 barriles de crudo pesado y productos por día y eso ha significado que esa ventaja existe, pero que no se puede satisfacer a menos que estas licencias estén activas”, afirma. Esto permite a Chevron competir con el suministro de Canadá, México y Colombia.

Decisión de Trump

Y en este contexto, cobra peso el nicho del negocio del asfalto en el que se mueve Harry Sargeant III y su acuerdo con la refinería di Korsou en Curazao para obtener el asfalto, cuya exportación a EEUU, solamente en enero, aumentó 54%.

"Uno entiende que dentro de estas circunstancias existe la necesidad de tener ese permiso para poder operar en Venezuela, pero de allí a que hagan lobby para la administración Trump, no". “Yo puedo inferir que Maduro le pidió a Grenell mantener las licencias, pero la decisión es única y exclusivamente de la administración del presidente Trump”.

“Las empresas petroleras que quieren invertir en Venezuela deben hacerse la pregunta de si es más conveniente mantenerse en el país bajo condiciones de incertidumbre, de no saber si el régimen aplica la Ley Antibloqueo, y con PDVSA sin capacidad de producción, o con reglas claras, lo que también sería conveniente para la Casa Blanca. La incertidumbre es un riesgo que ningún empresario quiere correr”, afirma.

FUENTE: Entrevistas a expertos petroleros Evanan Romero, exdirector de Pdvsa; y Juan Fernandez, exgerente de Pdvsa

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