En las alcantarillas del poder descorcharon botellas de whisky y ron añejo cuando Biden excluyó a Cuba de la lista negra
El exgobernante cubano Raúl Castro (tercero por la derecha), el dictador cubano Miguel Díaz-Canel (centro) y el primer ministro cubano Manuel Marrero Cruz (tercero por la izquierda) asisten a la celebración del 71º aniversario del asalto al Cuartel Moncada en la provincia de Sancti Spíritus, Cuba, el 26 de julio de 2024.
YAMIL LAGE / AFP Un hombre que viste una camiseta con la bandera de Estados Unidos pide indicaciones en una calle de La Habana el 17 de diciembre de 2024.
YAMIL LAGE / AFP
Los cubanos pasan junto a un graffiti que dice "Necesitas ser feliz" del artista cubano Mr. Sad en La Habana, el 12 de diciembre de 2024.
AFP/Yamil Lage LA HABANA. - El presidente Donald Trump no quiere perder tiempo. 24 horas después de llegar a la Casa Blanca ha firmado más de cien decretos ejecutivos, entre ellos blindar la frontera sur de Estados Unidos y la inclusión de Cuba en la lista de naciones que promueven el terrorismo.
Seis días antes, Joe Biden, tras una negociación tripartita con el Vaticano y la dictadura militar de la isla, decidió excluir al país de esa lista a cambio de la excarcelación de 553 presos políticos. La noticia dejó un mal sabor de boca en el exilio anticastrista, la ilegal oposición interna e incluso varios presos políticos expresaron su desacuerdo por ser utilizados como monedas de cambio.
El régimen les había colado un gol por toda la escuadra al viejo Joe y a su compadre político, el Papa Francisco. De los 553 presos que comenzaron a liberar, la mayoría no eran reos comunes. Algunos de los presos políticos, como José Daniel Ferrer, ya habían cumplido más de la mitad de su injusta condena, por lo que en teoría debían haber sido puestos en libertad condicional, según las propias normas penitenciarias de la Isla.
Y como a nadie se le ocurrió verificar la lista, los ‘camaradas’ del partido comunista, tramposos por excelencia, mezclaron en la coctelera presos políticos con delincuentes comunes a razón de tres por uno. Tampoco era una libertad absoluta. Según el New York Times, la dictadura quería que los disidentes excarcelados se marcharan de Cuba. El clásico destierro. El Vaticano y la urgencia antes que llegara Trump a la Casa Blanca los hizo firmar el trato.
Funcionarios del régimen expresaron de manera enigmática que la libertad condicional podría revocarse si el exconvicto incumplía las normas. Sin garantías jurídicas para los liberados y nula transparencia, la dictadura pretendía vender el relato de una concesión generosa ocultando la realidad: esas personas jamás debieron ir a prisión.
Cuenta un exfuncionario del partido comunista que en las alcantarillas del poder descorcharon botellas de whisky y ron añejo cuando en la tarde del lunes 14 de enero, Biden excluyó a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo. “Después de los tragos comenzaron a sacar cuentas y a hacer planes. Los operadores políticos cubanos sabían que Trump, y en especial Marco Rubio, iba a revertir esa medida. Pensaban que iba ser dentro de seis meses. Y ya tenían en la parrilla de salida un paquete de medidas económicas de corte reformista para intentar frenar la decisión de Estados Unidos de regresar a la Isla a la lista de países que apoyan el terrorismo”.
Pero Trump destrozó la fantasía castrista. “Aunque de cara a la galería reclamaban el cese del bloqueo y aparentaban caras largas, en privado ya se veían recuperando el turismo y la obtención de créditos financieros. El cebo para apaciguar a la administración de Trump era vender la narrativa de una apertura de corte liberal. Con ellos gobernando, claro. Suponen que a Trump le gusta los hombres fuertes estilo Putin o el dictador norcoreano. Esta vez el tiro les salió por la culata”, opina el exfuncionario.
En tiempo récord, el mandatario estadounidense anuló la decisión de Biden. Habrá que buscar en la historia de los decretos ejecutivos, pero es probable que la medida de excluir a Cuba de la lista negra pudiera marcar un precedente.
La reacción de la dictadura fue predecible: detener las excarcelaciones. Desde el martes 21 de enero no hay noticias sobre la excarcelación de nuevos presos políticos. El candado chino de los oscuros calabozos volvió a cerrarse. Y comenzaron los planes de contingencia bélica.
El primer ‘indignado’ fue Miguel Díaz-Canel, testaferro designado por Raúl Castro, quien en su cuenta de X calificó de “arrogancia” la decisión de Trump de regresar a Cuba a la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. Y acusó al magnate republicano de perseguir el objetivo de “seguir fortaleciendo la cruel guerra económica contra Cuba con fines de dominación”.
En una aparente amenaza, Díaz-Canel afirmó que el resultado de esas políticas del mandatario ha provocado “un incremento del flujo migratorio de Cuba hacía Estados Unidos”. Por efecto dominó la casta burocrática que detenta el poder en la Isla replicó el descontento oficial y acusó “al bloqueo y el imperialismo yanqui de querer asfixiar al pueblo cubano”.
El paripé castrista fue en ebullición. En pocas horas se preparó el ejercicio estratégico militar Bastión 2024, que según la anodina prensa estatal estaba planificado para noviembre de 2024, pero debido al paso de dos huracanes y un terremoto, se pospuso. En un cubículo forrado con madera barnizada se dio cita la plana mayor del ejército, presidida por el dictador Raúl Castro y su mascarón de proa, Díaz-Canel, quien vestido de verde olivo, zapatos lustrosos y vientre prominente hizo el discurso inaugural.
Chery, dependienta en un negocio privado, miraba atónita al locutor del noticiero de televisión que con una narrativa peripatética describía los ejercicios de Bastión. “Qué cosa más chea. En ese lugar hay más de nueve mil años juntos. Mira qué viejos están esos militares. Y lo más patético es la pantalla que han puesto al fondo donde los gobernadores del partido por teleconferencia toman notas y asienten en silencio. ¿Cuántos millones se habrán gastado en esa locura?”.
Joel, taxista particular, considera que “es una burla al pueblo gastar millones de pesos en movilizar a la gente y derrochar el poco combustible que tenemos. Hace dos semanas explotó en Holguín un depósito de armas. Entrenarse con ese armamento anticuado es un peligro más para las personas que para el enemigo”.
Raisa, madre de un joven que estudia en la universidad, dice que su hijo “no irá a ninguna de esas maniobras de mentiritas. No tenemos nada para almorzar y ahora el gobierno se baja con ese cuento. De lunes a viernes mi hijo se mete tres o cuatro horas en una parada porque el transporte público no funciona. Sin embargo, el día de ese Bastión, por arte de magia pusieron transporte para que los estudiantes fueran a practicar tiro”.
Díaz-Canel asistió a una práctica de tiro junto a estudiantes de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), ubicada en la antigua base de espionaje rusa conocida como Finca Lourdes. La UCI tiene un papel clave en la disfunción de propaganda del régimen en las redes sociales y el enfrentamiento a las personas que critican la dictadura.
El exfuncionario del partido comunista afirma que esa estrategia no es nueva. "Es de la época de Fidel Castro. Cada vez que un presidente de Estados Unidos llegaba a la Casa Blanca, Fidel movilizaba a las tropas, milicianos, reservistas y la Seguridad del Estado. Parecía que iba a comenzar una guerra. Era un derroche de dinero del erario. Cuando llegó Reagan al poder, lo más parecido a Trump, Fidel se desató. En público aseguraba que la invasión a Cuba era cuestión de horas. Fundó las MTT (Milicias de Tropas Territoriales) y puso a todo el pueblo a cavar huecos para construir túneles en caso de un ataque aéreo".
En su opinión, han recuperado el manual fidelista de guerra. "Pero los tiempos son otros. El gobierno no cuenta con el apoyo de la mayoría de los cubanos y la gente está más informada, gracias al acceso a internet. Es un escándalo que en medio de apagones de 15 horas y un desabastecimiento general, creen un escenario de distracción con la intención de vender un discurso ideológico a un pueblo empobrecido y mal alimentado. Por cierto, hay que tener cuidado con los paralelismos. Con Reagan se cayó el campo socialista y la sacrosanta URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Veremos qué pasa con Trump”.
Karl Marx, el creador del comunismo, escribió una frase demoledora: la historia ocurre dos veces, la primera vez como una gran tragedia, la segunda como una miserable farsa. Le queda calcada a lo que sucede con la dictadura castrista en Cuba.
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