Para llegar a la casa del periodista independiente Luis Cino Álvarez (La Habana, 1956), ubicada en el Reparto Eléctrico, municipio Arroyo Naranjo, al sur de La Habana, puedes optar por esperar durante horas las rutas de ómnibus P-6 y P-8 o viajar en un desvencijado taxi colectivo. Si te encuentras en El Vedado, al costado del antiguo hotel Habana Hilton, un almendrón, como le dicen en Cuba a los viejos autos americanos reconvertidos en taxis privados, te llevará a la barriada de La Víbora. Allí debes tomar otro taxi hasta La Palma, intersección en la cual confluyen cuatro importantes calzadas de la ciudad con aires de mercadillos gitanos. Finalmente, un viejo Jeep Willy te dejará a la entrada del reparto donde vive Cino.
Un trayecto de poco más de una hora que te costará 500 pesos, un tercio de la chequera de un jubilado. Cuando te bajas del jeep, verás una urbanización de la era soviética con edificios de espantosa arquitectura. Después debes caminar medio kilometro por un callejón sin aceras hasta la vivienda de Luis Cino, probablemente el más brillante periodista independiente de Cuba en la actualidad. Ha publicado tres libros y es un cronista soberbio. Habla inglés con soltura y tiene una amplia colección de discos, desde los clásicos del rock, country o jazz a lo mejor de la música cubana, que por supuesto no incluye el reguetón ni el reparto.
El domingo 13 de abril estuve varias horas charlando con Cino mientras de fondo escuchábamos la voz excepcional de la brasileña María Bethania. Luis y su esposa, como casi todos la Isla, se estrujaban la cabeza para ver qué comerían esa noche. “Hace meses que no recibimos gas licuado. Y como los apagones se han recrudecido, a veces tenemos que cocinar con leña en el patio. Cuando tenga un chance debería comprarme una hornilla de inducción”. El tema principal, además de la represión, es lo dura que está la vida. Comer se ha convertido en un lujo para la mayoría de los cubanos. Ya no recuerda la última vez que fue a pasear con su familia.
Cuando cae la noche, alista una colchoneta, un viejo ventilador y un libro de Mario Vargas Llosa y hace guardia nocturna en un kiosco de planchas metálicas pintadas de blanco situado al borde la carretera. “El dueño de un negocio privado me contrató como custodio. Me pagan 600 pesos por cada turno. Hago dos o tres guardias a la semana”, comenta. Periodista abiertamente anticastrista, Cino no dice que se ha visto obligado a trabajar debido al recorte de fondos implementados por la administración Trump a instituciones como la USAID y la NED que entregaban fondos al periodismo sin mordaza en Cuba.
Junto a Reinaldo Escobar y Victor Manuel Domínguez, Luis Cino es de los más veteranos reporteros libres que se han quedado en la Isla. Comenzó en 1997 junto a su amigo Juan González Febles, quien actualmente padece de demencia senil y sobrevive gracias a sus amigos. No hay ninguna organización en el gremio que brinde ayude a opositores y periodistas independientes con problemas de salud o muy ancianos. Para la dictadura castrista un disidente no es una persona. Por tanto no reciben pensiones ni tienen acceso a empleos de calidad o a la asistencia social.
Hace unos años atrás existía en el exilio una organización que presidía Bernardo Fuentes Camblor, que de forma discreta y efectiva entregaba alimentos y medicinas a los disidentes más necesitados. Pero por falta de fondos cerró. Raydel Fernández, empresario cubano radicado en República Dominicana, ha iniciado un proyecto, sufragándolo con su bolsillo, junto al opositor y analista disidente Julio Aleaga para ayudar a periodistas independientes.
El proyecto se llama Fondo de Apoyo a Periodistas y es una organización altruista, sin fines de lucro y voluntaria. Su misión es apoyar a los periodistas contestatarios que luego de años de trabajo, por su condición de defensores de la verdad, no encuentran el apoyo social necesario. La creación del Fondo, se basa en los aportes de donaciones y ayudas, de personas naturales o jurídicas. Con esos aportes se planifica un año natural (del 1 de enero al 31 de diciembre) y las prioridades y oportunidades.
El Fondo establecerá las normas y protocolos para definir quienes serán los beneficiarios de ayuda y en qué consistirá en cada caso, monetaria, alimentos y otras. Los beneficiarios del Fondo serán solo periodistas independientes que luego de más de veinte años en los medios independientes y con 65 años de edad se encuentren en condiciones de salud que les impida ejercerlo.
"Para el año 2025 se propone como beneficiarios a Juan González Febles, 76 años, ex director de Primavera de Cuba, primer periódico independiente realizado desde la Isla y colaborador de otros medios; Ana Torricela, 65 años, diseñadora gráfica; Moisés Leonardo Rodríguez, 76 años, presidente de la Corriente Martiana y Julio Cedeño, 71 años, activista opositor y colaborador de diferentes medios que ya recibió la primera ayuda", cuenta Raydel.
Para sortear la pobreza extrema, Cedeño vende caramelos en Monte y Factoría, en el portal del antiguo Ten Cent, frente al Parque de la Fraternidad. El pasado 4 de febrero, fue golpeado y detenido por la policía política lo que provocó la repulsa popular. Dos días después fue liberado.
La sistemática represión de la Seguridad del Estado, que ha provocado la emigración de cientos de disidentes, activistas y periodistas independientes, no ha podido acallar a las voces del cambio dentro de Cuba. Rolando Rodríguez Lobaina, director de Palenque Visión, ayuda con sus propios recursos y el apoyo de amigos en el exilio a varios reporteros, como Yeris Curbelo, de Caimanera, preso por su labor periodística.
El opositor y expreso político José Daniel Ferrer ha organizado un proyecto de ayuda humanitaria en Altamira, Santiago de Cuba, que ha tenido un notable impacto en la comunidad. “Yo viajo todos los días un montón de kilómetros hasta la casa de Ferrer. Para no tener que ir dos veces me dan el almuerzo y la comida. Próximamente también van a preparar desayunos. Ese hombre está haciendo un trabajo que beneficia al pueblo. No como el gobierno, que alardea de asistencia social y la gente está pasando tremenda hambre", dijo a Diario Las Américas un entrenador deportivo santiaguero ya jubilado.
En su opinión, "detener a los que van a comer a casa de Ferrer es un delito de Estado. Si no puedes garantizar la alimentación del pueblo, no impidas que otros lo hagan. ¿Qué puede molestar que una persona u organización reparta comida a los más pobres? Es pura soberbia del gobierno. El hambre es mala consejera. Si siguen azocando a los que vamos a casa de Ferrer, se puede armar una revuelta. Hay familias que esa comida es lo único que se pueden llevar a la boca”.
Según Prisoners Defenders, una organización radicada en Madrid que preside Javier Larrondo, ha habido 350 detenciones en menos de un mes: “Es un bochorno detener o acosar a personas que están pasando muchísimas necesidades por culpa de la ineficiencia del gobierno”.
El descrédito de la dictadura roza con el comportamiento criminal. Josefina Reyes, activista de la UNPACU, denunció que agentes de la Seguridad del Estado la intimidaron para que aceptara intoxicar los alimentos que cientos de personas necesitadas consumen en el domicilio del opositor. “Querían que le echara un producto que me iban a entregar. Yo me negué. De esa comida que preparamos comen también mis hijos”, señaló en America TeVe.
José Daniel Ferrer ha mostrado videos de patrullas policiales deteniendo a personas vulnerables. Pero la represión no ha impedido que cientos de ancianos sigan acudiendo a comer. Tampoco que en medio de las penurias cotidianas Luis Cino publique en CubaNet sus formidables crónicas.