En la mañana del jueves 6 de marzo, Mayelín Carrasco Álvarez, madre de tres hijos que vive en la extrema pobreza en una comunidad de calles sin asfaltar y chozas de madera y zinc en el pueblo de Guamo Viejo, municipio Río Cauto, en la provincia de Granma, a poco más de 900 kilómetros al sureste de La Habana, le dijo a su madre que ese día la iban a llevar a prisión, cuentan allegados de Mayelin.
Según un vecino, “ella llevaba meses quejándose por la falta de alimentos, medicamentos, los apagones de veinte horas al día, lo que se suma a toda la odisea que sufrimos los cubanos para sobrevivir. Las cosas en Río Cauto están que arden. Mucha hambre. Un poco de leña o carbón para cocinar cuesta mil y pico de pesos. Te mueres en la cama y no hay transporte para llevarte al médico. Demasiadas necesidades y el gobierno no hace nada. La gente está desilusionada. En mi caso, no aguanto más, quisiera morirme, no vale la pena vivir esta vida de mierda”, dice por WhatsApp.
Llamémosle Roldán, 66 años, residente en el poblado, señala que “Mayelín, como casi todo el mundo en la zona, vive en la miseria. El plato principal es plátano o yuca hervida. Los huevos son oro blanco, nadie se acuerda la última vez que vinieron. Arroz solo nos dieron dos libras, todavía no han vendido las siete libras del mes de diciembre. El que tiene un sembrado de viandas permanece en vigilia toda la noche, pues si se duerme, le llevan hasta la esposa. Los bandoleros arrasan con las cosechas, te matan el caballo y las vacas y se roban las gallinas ponedoras de huevos. Amparados por la oscuridad de los apagones hacen zafra. Es lo nunca visto. Ya Mayelín había dado tres o cuatro guateques (protestas), decía en voz alta lo que todos pensamos”.
Residentes en Guamo Viejo relatan que “la gente estaba muy molesta por la violencia y los golpes que le dieron a Mayelín cuando la detuvieron. ¿Qué quiere el gobierno? ¿Qué aguantemos callados los cinco meses con apagones de 20 y 30 horas seguidas, sin transporte, sin dinero, sin comida y sin futuro? Es normal que las personas exploten. Vivimos peor que los indios taínos".
Un jubilado confiesa que apoyó a Fidel Castro, "pero ahora me siento traicionado por la revolución. El Estado nos ha dejado abandonados. Antes de llevarse detenida a Mayelín para Bayamo, tuvo que recibir atención médica después de desmayarse durante un interrogatorio. La trataron como si fuera una delincuente. Fue entonces que la gente decidió salir a la calle a protestar”.
Roldán comenta que tras “llevarse presa a Mayelín, se sabía que el partido y el gobierno municipal iban a intentar desacreditarla. Con cualquier pretexto, que si era una loca o una mala agradecida, como argumentaron para intentar restarle importancia a su acción. Luego sacaron las imágenes con ella y Yudelkis Ortiz, la primera secretaria del partido de Granma, y dijeron que Mayelín estaba arrepentida”.
El modus operandi de mostrar en los medios a una persona que se 'retracta' es una vieja estrategia. En los años del terror rojo de Stalin, las autoinculpaciones eran habituales en los enemigos del dictador soviético, que ni siquiera mostrarse arrepentidos los libraba de un tiro en la sien. La autocracia castrista copió el método. En1971, al poeta Heberto Padilla lo forzaron a retractarse. De Sulmira Martínez, habanera de 21 años, en la televisión estatal mostraron un vergonzoso video de autoinculpación.
La dictadura cubana siempre intenta mostrar a los opositores o ciudadanos críticos como cobardes, enfermos mentales, delincuentes. Durante años usaron los manicomios y electroshocks como instrumento para atormentar a los disidentes. Pero ni el miedo a ser sancionado a muchos años de cárcel, el asesinato a la reputación personal y los actos de repudios, linchamientos verbales de corte fascista, han impedido que cada vez más el descontento de la población sea público. En 2024, el Observatorio Cubano de Conflictos reportó que en la Isla se produjeron unas 8,500 protestas contra el régimen.
Maritza, madre de dos hijas, residente en la provincia Pinar del Río, 175 kilómetros al oeste de La Habana, considera que el “mayor culpable de que los cubanos tengan que tirarse a la calle a reclamar sus derechos es el gobierno. Ni la CIA ni el bloqueo (embargo económico de Estados Unidos) son los culpables que una libra de limón cueste 800 pesos, que la carne de puerco esté desaparecida y que no haya medicinas, que se vaya la luz, no haya gas o falte el agua. Es lógico que los cubanos muestren su descontento y salgan a protestar. Debieran autorizar las manifestaciones públicas, para que la gente se desahogue. Es peligroso tener tanta rabia y odio reprimido. Cuando un día se abra la caja de Pandora, se verán horrores”.
Joel, vecino del Reparto Sevillano, a treinta minutos del centro de la capital, opina que “los problemas sin resolver por parte del gobierno conforman una lista muy larga. El transporte público es un caos y hasta comprar una bolsa de pan en un negocio privado se te dificulta. Es una pesadilla vivir en Cuba. Dime dónde tengo que firmar para que el pueblo pueda librarse de este gobierno de incapaces".
El descontento ciudadano aflora en todas partes: en la esquina del barrio, en un taxi colectivo o en cualquier cola. Lourdes, ama de casa de 65 años, señala que la falta de medicamentos y la mala alimentación está matando a mucha gente. Tengo a mi madre encamada y no he podido conseguirle los medicamentos que necesita. Padezco de presión alta y hace ocho meses tuve que dejar el tratamiento con Enalapril porque no entra a la farmacia. Estoy a punto de ir a la sede del partido en el municipio y prenderme candela. Es preferible estar muerto que vivir con tantos problemas”.
Si damos crédito a la prensa oficial, en 2024 se disparó la escasez de medicamentos en Cuba. Faltaron 460 fármacos esenciales. “No hay un sector donde no haya escasez. Estamos atrapados en un túnel sin salida. Es para volverse loco”, dice Sergio, custodio. Y cada año que pasa es peor.