martes 15  de  abril 2025
REPORTAJE

Negocios privados en Cuba atrapados por la injerencia estatal y multas millonarias

Varios emprendedores consideran que la única forma que tiene la dictadura de acabar con los negocios privados es aplicarles sanciones penales o cerrarlos por decreto

Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA.- En algún momento del verano de 2022, digámosle Richard, viajó a Estados Unidos para comprar un contenedor de solomillos de cerdo, dos contenedores de cuartos de pollo y uno de confituras variadas, a despachar en el puerto del Mariel, al oeste de La Habana.

Hacer negocios en Cuba siempre ha sido una misión casi imposible. Las estructuras del gobierno están diseñadas para la narrativa ideológica, el control económico y el miedo a que un emprendedor gane demasiado dinero. La pobreza socializada es la etiqueta que le han puesto a la Isla. Comercio Interior, dice Richard, es una institución organizada para distribuir entre la población cubana un puñado escaso de alimentos.

“Desde la década de 1990, tras la caída del comunismo soviético, que subsidiaba el ineficiente modelo económico, las autoridades viven dando bandazos. Saben que los negocios privados y las inversiones extranjeras pueden reflotar la economía y desarrollar el país. Pero el miedo pesa más que la lógica y las apremiantes necesidades básicas de la población. El gobierno ve al sector privado como presuntos delincuentes. De acuerdo a las reglas de juego de su modelo político, un ciudadano que resida en Cuba no puede tener una gran cantidad de dinero de forma legítima. Se lo impide el propio sistema, diseñado para que el Estado sea el dueño del 95 noventa y cinco por ciento de las propiedades y los rubros económicos,”

“Se suponía que la solución pasaba porque los emigrados cubanos invirtieran en su patria. Así fue que China y Vietnam salieron de su atroz miseria. Pero esa lógica evidente tenía un problema: Fidel Castro tildaba a los que se marchaban de gusanos. Los demonizó, azuzó al pueblo a que los golpeara e insultara cuando se iban del país. En el ideario colectivo, la emigración era, junto al imperialismo yanqui y el capitalismo, un enemigo de clase. Siempre el Estado receló de los negocios. Sabían que un alto por ciento de esos pequeños emprendimientos se sufragaba con dólares de Miami".

"Y estaba el temor político. Cuando una persona o un grupo de personas, acumulan mucho dinero pueden cuestionar al establishment y el disparate económico. Por eso desde la Constitución sancionan la acumulación de capital. Con todas esas limitantes tiene que lidiar un emprendedor cubano. ¿Por qué invertimos en el país? Porque es una forma legal de ganar entre 20 y 50 veces más que el pago que reciben los empleados estatales. También para lograr independencia económica del Estado. Precisamente esa autonomía te convierte en un objetivo del gobierno”.

“Al no haber competencia y existir un montón de necesidades económicas que el gobierno no cubre, hay un espacio que te permite ganar dinero. Por ejemplo, cuando surgieron las MYPMES en 2021, el retorno del capital invertido en los negocios de ventas de alimentos eran de un año o año y medio. Estamos hablando de 300 mil a 600 mil dólares de inversión. Era un retorno seguro. Las ganancias también son considerables para el entorno nuestro: un dueño de negocio podía ganar entre 5 y 6 mil dólares mensuales que en Cuba te permite vivir con holgura”.

“Los emprendedores fuimos inteligentes. Invertíamos en dólares, pero vendíamos en pesos, con márgenes de ganancias, no obstante los ataques del régimen, mucho menor que el Estado. Cuando usted calcula el precio de cada producto vendido por el sector privado y el de GAESA, los precios de un particular son entre un 10 y 20 por ciento más barato a pesar de las limitaciones, pues debemos importar a través de una empresa del gobierno, pagando altos impuestos y con un servicio bancario que no le vende divisas a las MIPYMES”.

“La solución fue comprar los dólares en la calle a precios del mercado informal. Eso trajo consigo que el 80 por ciento de las divisas que circulan en el país fueran a parar a bolsillos no contralados por el gobierno. Y nos decretaron la guerra, que iba a comenzar por esa o cualquier otra causa. Parientes de altos personeros del régimen quisieron replicar el modelo. Abrieron cientos de negocios, pero a pesar de jugar con la cancha inclinada: no los inspeccionan ni multan, pueden importar directamente (incluso el banco estatal ha creado esquemas de financiación para ellos) y pueden vender directamente sus mercancías en tiendas dolarizadas, no pueden competir con nosotros”.

“Los bodegones y puntos de ventas del sector privado están en cualquier barrio de la Cuba profunda. El concepto de ganancias que tiene un emprendedor no es ni parecido al de un testaferro del gobierno. Yo puedo ganar 5 mil pesos al día y me conformo. Esa gente, en su desconocimiento del mundo de los negocios, quiere ganar millones lo más rápido posible. En un principio no aceptaban las inversiones de pequeños y medianos negocios, consideraban que era poco dinero. El gobierno sueña hacer negocios a nivel de multinacionales”.

“A grandes rasgos, esos son los orígenes de por qué el gobierno decidió enfilarnos los cañones. Comenzaron con el pretexto de la bancarización regulando las ventas a 80 mil pesos diarios y 120 mil pesos mensuales. Un disparate. Cualquier tenderete de La Habana puede vender en un día 200 mil pesos. Entonces el sector privado comenzó a guardar el dinero en sus casas. Sin dólares y sin pesos en el banco arreciaron su guerra económica, que no es para mejorar la calidad de vida de la población, simplemente su meta es presionarnos para que cerremos los negocios y poder acceder a los dos mil millones de dólares que ya no gestionan. Es el verdadero trasfondo de todo”, concluye Richard.

Según Yamila, dueña de una peluquería y una tienda que vende ropa de Shein, el “gobierno nos sigue enfilando los cañones. Muchos han decidido emigrar, otros optamos por quedarnos, porque con nuestro negocio podemos mantener a la familia y vivir con cierta solvencia. Comenzaron violando sus propios preceptos, al anular el primer año exento de pagos que se había aprobado para las MIPYMES. Después, una medida tras otra para intentar asfixiarnos. Son muy astutos. En vez de desplegar un operativo policial para decomisarte el emprendimiento, te atacan con el arma arancelaria para ahogar los negocios y generar pérdidas. Antes un trabajador pagaba el 5 por ciento de impuesto de su salario. Ahora debe pagar un 20 por ciento. Si ganas 30 mil pesos, el ministerio de finanzas te quita 6 mil pesos”.

“A la mayoría de pequeños negocios que importamos bienes que no son de interés del gobierno nos suben los gravámenes un 50 por ciento. Es increíble. Atacan a la gestión privada que ha creado un millón 600 mil puestos de trabajo con impuestos del 35 por ciento sobre las ganancias, otro impuesto del 10 por ciento sobre las ventas o servicios prestados, un arancel del 5 por ciento por el uso de la fuerza de trabajo, pagar el uno por ciento para apoyar a los gobiernos locales y contribuciones a la seguridad social equivalente al 14 por ciento del salario de los trabajadores. Además, los dueños de MIPYMES tienen que pagar hasta un 20 por ciento de impuestos sobre los dividendos. Todos esos pagos son para impedir que ganes mucho dinero. El gobierno cubano es alérgico a la riqueza, a no ser que sea para ellos”, afirma Yamila.

Los emprendedores consultados por Diario Las Américas coinciden que gracias a la creciente corrupción pueden evadir regulaciones del régimen. “El gobierno está en un punto de no retorno. A los gobernantes no los va a tumbar las protestas en la calle, se van a ir tumbando ellos mismos, debido a su incapacidad para gestionar los servicios básicos y proporcionarle alimentos a la población. Los negocios privados han sustituido a las bodegas del Estado que no tienen ni arroz. Si el sector privado cierra sus negocios o hace una huelga, el país se paraliza. Actualmente la mayoría de la ciudadanía se transporta gracias a los particulares. Y, a pesar de los altos precios, el arroz, las salchichas y el pan que comen muchos cubanos es gracias a las MIPYMES. En su ambición por ganar dólares, el gobierno va a generar un estallido social", dice el dueño de una cafetería habanera.

Una funcionaria de la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria), reconoce que "la corrupción en el cuerpo de inspectores y en todas las instituciones estatales es indetenible. En los últimos cuatro meses, por la vía de las multas administrativas, se han recaudado casi 500 millones de pesos. La multas, más que disuadir, ha permitido que el sector privado busque otras formas de comercializar sus mercancías sin que aparezca en sus fichas de costos, aunque las multas también son una estrategia para recaudar dinero. Con el déficit de liquidez, ese dinero sirve para pagar a una parte de la administración pública. Pero no creo que sea un método eficiente".

La funcionaria revela que “según orientaciones recibidas, el próximo paso del gobierno con los dólares recaudados por las ventas a negocios privados en la zona del Mariel y el corralito financiero a empresarios extranjeros, es abrir un mercado cambiario a un precio similar al de las divisas en la calle. Se ha demorado en anunciar la medida, porque el Estado necesita tener suficiente liquidez para que ese mercado de compra y venta de divisas se pueda sostener en el tiempo”.

Al respecto, Richard cree que “si mañana los bancos del Estado compran el dólar a 370 pesos, en la calle comenzará a pagarse a 400 pesos. Es una guerra que tienen pérdida de antemano”. Varios emprendedores consideran que la única forma que tiene la dictadura de acabar con los negocios privados es aplicarles sanciones penales o cerrarlos por decreto. No hay otra.

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