Y aunque América Latina no parece ser prioridad en su plan presidencial, exceptuados los países afines Argentina y El Salvador, Trump se acercará para revertir la fuerte presencia de China y su avance económico en la región, en el marco de los pretendidos aranceles.
De allí que interpretan que la escogencia de hombres clave y de línea dura como el senador Marco Rubio, propuesto como secretario de Estado, el congresista Matt Gaetz como secretario de Justicia (declinó y en su lugar está la exfiscal Pam Bondi) Peter Hegseth de Defensa, y Howard Lutnick, presidente del banco de inversión Cantor Fitzgerald y crítico de Pekín, como su futuro secretario de Comercio, envían un claro mensaje para la región.
Migración, principal objetivo
La política exterior de Trump hacia América Latina se enfoca principalmente en el tema de la migración que incluye a México, una promesa de campaña que aseguró cumplir con firmeza, en medio de las complejidades, según el profesor y analista político Eduardo Gamarra.
En una reciente declaración, el presidente electo reiteró la medida de la deportación de irregulares con énfasis en personas con antecedentes delictivos. Invocaría la Ley de Enemigos Extranjeros que permite expulsar a narcotraficantes y bandas criminales.
“México es la prioridad de Trump, pues combina tres elementos importantes para Estados Unidos, como son el tema migratorio, el de las drogas y la seguridad, y el tema de Tratado de Libre Comercio”, refiere Gamarra.
Se calcula que 10,825,387 de migrantes ingresaron a Estados Unidos, gracias a las blandas medidas de la administración Biden-Harris, y cerca de 2 millones entraron sin documentos, evadiendo a las autoridades, según la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza, para la cual Trump ha propuesto a Tom Homan, “el zar de la frontera”.
Presión al autoritarismo
El resto de América Latina no parece tener mayor importancia para Trump, según analistas políticos. Salvo los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Con relación a estos, el senador Marco Rubio y otros congresistas republicanos han impulsado desde Florida, hace más de 10 años, una política de “mano dura” contra sus regímenes autoritarios de izquierda.
“Esa política, que tiene que ver mucho con el origen hispano-cubano de Rubio, implica retornar a la presión máxima, al momento en que las sanciones a todo nivel se llegaron a imponer. Pero es difícil ver lo que puede suceder. Creo, más bien, que vamos a ver muy pocas negociaciones y mucha presión”, advierte Gamarra.
Y esta podría llegar a Colombia también, según el experto.
“Colombia ha tenido un sitial privilegiado en sus relaciones con Estados Unidos en los últimos 20 años, pero ahora con Gustavo Petro en el poder la relación se ha ido resquebrajando hasta con el presidente Biden, particularmente por el apoyo a Hamás, la posición anti Israel, y el coqueteo con Nicolás Maduro en la OEA”, indica.
“Creo que hay que entender que el comportamiento de Petro no va a tener una recepción tan bienvenida como lo ha sido con el gobierno de Biden”.
Venezuela y el acuerdo de Barbados
El caso de Venezuela en la política exterior luce más claro, para Gamarra, aunque aclara que Trump “no ha dicho ni una palabra” sobre la fraudulenta elección presidencial del 28 de julio que mantiene a Maduro en el poder. Esto, dice, aunque tampoco se debe olvidar “la admiración que Trump tiene por dictadores, por los hombres fuertes, no sé si Maduro lo será”.
La señal más clara y convincente es la posición de Rubio acerca de Venezuela, señala.
“Marco Rubio ha condenado el 28J, además tiene una identificación muy fuerte con María Corina Machado y tercero ha dejado claro que el petróleo venezolano no es importante para esta Administración, porque hoy Estados Unidos es potencia petrolera y lo que están pensando es que tendrán gran impulso para hacer tracking, buscar petróleo por todos lados y bajar el costo a un dólar, esa es la idea”.
Y agrega: “Lo que sí ha hecho Trump — y en gran medida por Rubio— es el retorno a la máxima presión: restaurar las sanciones al sector petrolero, incluso si eso penaliza a empresas como Chevron, que ha sido una de las compañías que más hizo presión para el levantamiento de sanciones y logro su cometido. No creo que haya nadie que salve la imposición de sanciones a Venezuela”.
Para el historiador y analista político Pedro Benítez aún no puede saberse con certeza la estrategia de Trump sobre máxima presión o negociación en Venezuela, tras ocho años de su primer acercamiento de su gobierno.
“Si es así, y creo que vamos hacia allá. Veremos una tendencia de Trump a no meterse en guerras intestinas, la cual se inició con Biden. La OFAC se ha convertido en el ministerio de Petróleo de Venezuela”, dice al referirse al poder de decisión de a cuáles empresas beneficiarán, como Chevron.
A Benítez no le sorprende que ni Trump ni el Partido Republicano se hayan pronunciado sobre Venezuela, pero en Florida Rubio y la congresista María Elvira Salazar lo han denunciado.
“Salazar ha insistido en que Maduro tiene que cumplir el acuerdo de Barbados, y creo que por allí va la estrategia correcta, creo que están apuntando a cómo llevar a Maduro al terreno de que se cumplan los acuerdos”. A pesar de la condena internacional hacia el régimen de Venezuela, el historiador considera fundamental comprender que los cambios de estos sistemas políticos ocurren dentro de las propias sociedades y no tanto por la coacción externa “que siempre cumple su papel”.
Afirma que lo determinante en Venezuela, a diferencia de Cuba y Nicaragua, es que existe una oposición organizada, “una cara visible como la de Machado e incluso un candidato sobre el que la oposición pudo demostrar que ganó y esto pone a Venezuela más cerca de la transición”.
China, por el patio trasero
En América Latina, China avanza como una amenaza para Estados Unidos y es es el mensaje que envía Trump, destaca el analista.
“China se les metió por el patio trasero, desde el punto de vista económico y lo ha hecho, no con Venezuela porque contrariamente a lo que se dice, Pekín no es el principal apoyo económico del régimen de Maduro”.
Explica que el país asiático, desde 2016, “no renueva una línea de crédito para Venezuela” ni ha ampliado sus proyectos. “Saben que el Estado venezolano es maula, está quebrado”. Rusia, dice, es el principal respaldo de Venezuela y ese no es el problema.
“En la región, el problema central de Estados Unidos es China y se observa con la inauguración de un megapuerto en Perú que es el más grande en dimensiones en la Costa del Pacífico del continente americano, sacando a California”, dice. “Eso hace que el comercio de Suraméricana con esos puertos asiáticos se reduzca a la mitad”. Además, sostiene que Brasil será el que más se beneficiará.
[email protected]
FUENTE: Entrevistas a Eduardo Gamara, profesor; y Pedro Benítez, historiador