jueves 6  de  marzo 2025
ENTREVISTA

Felipe González: "Acompañamiento por la libertad de Cuba no ha sido visible, ni suficiente"

El expresidente del Gobierno de España se mostró desepcionado por el rumbo del PSOE y por tantos errores políticos

Por REDACCIÓN/Diario Las Américas

La espera valió la pena. La gira mediática para recordar los 50 años de la renuncia del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) al marxismo, y el abrazo de la socialdemocracia, abría una posibilidad. Y así sucedió.

El expresidente del Gobierno español Felipe González, de 82 años, aceptó la invitación de Diario de Cuba para conversar sobre la Isla, la grave crisis de su corriente ideológica y los problemas democráticos de España.

En un conocido despacho de abogados del centro de Madrid, nos hemos encontrado a un político intelectualmente lúcido, pero también decepcionado por el rumbo de su partido —en manos de Pedro Sánchez— y por los errores de la centroizquierda.

La percepción de mi generación en Cuba es que usted apoyaba sin fisuras al castrismo. ¿Cómo vio al régimen de Fidel Castro en 1982, cuando llegó al poder, y qué pasó después?

Yo quería que lo que estaba haciendo en España fuera lo que se hiciera en toda América Latina. Y, dentro de eso, en mi trayectoria, puedes observar que mi pelea era por que los países que vivían en dictadura pasaran a ser democracias. Mi lucha era esa.

Entonces, mi discusión con Fidel, la no conocida públicamente, era sobre la democratización de Cuba. Un momento culminante de ese proceso de discusión, que tuve a lo largo de muchísimos años, es nuestro encuentro en Bariloche, Argentina, en la Cumbre Iberoamericana, donde estuvimos a punto de firmar un acuerdo Unión Europea-Cuba.

El acuerdo tenía una condición previa, ya que no conseguíamos avanzar en el pluralismo, que era mi pretensión desde siempre: la desaparición de lo que se llamaba "el delito contra la Revolución". Y, por tanto, [la posible existencia de] libertades individuales, respeto a los derechos humanos, incluso aceptando que era un país de partido único.

La última discusión con Fidel fue en noviembre de 1995, con un informe del Consejo de Estado francés para modificar la legislación cubana y hacer desaparecer el delito contra la Revolución. Le dije: "mira, Fidel, llevo casi 14 años en el Gobierno, y lo lógico es que pierda las elecciones". Me respondió: "¿por qué vas a perder las selecciones?". Y le dije en broma: "porque estoy harto de mí mismo". La última discusión con Fidel fue en noviembre de 1995, con un informe del Consejo de Estado francés para modificar la legislación cubana y hacer desaparecer el delito contra la Revolución. Le dije: "mira, Fidel, llevo casi 14 años en el Gobierno, y lo lógico es que pierda las elecciones". Me respondió: "¿por qué vas a perder las selecciones?". Y le dije en broma: "porque estoy harto de mí mismo".

Me dijo que él se estaba "sacrificando por la Revolución" y que no estaba ahí por gusto. Yo le dije: "te sugiero una cosa, que no estaría mal. ¿Por qué no le preguntas a los cubanos si ellos quieren que te sigas sacrificando por la Revolución, o si prefieren que te vayas a descansar y dejes que hagan su vida?".

Esas palabras lo irritaron mucho. Eran cabreos que tenía muchas veces conmigo, porque nadie le decía esas cosas.

Pero, en todo caso, ¿por qué eso fracasa? Porque Fidel no quería, a pesar de que aceptó el informe del Consejo de Estado francés y el acuerdo con la Unión Europea. Y para demostrar que no quería, solo te pongo un hecho relevante: el derribo de las avionetas que sobrevolaban La Habana tirando propaganda.

En ese momento, toda la relación de la Unión Europea con Cuba se bloquea. Siempre se ha discutido quién tomó la decisión. Yo creo que la toma Fidel, aunque la gente dice que Raúl. Esa decisión rompe la dinámica de un acuerdo para hacer desaparecer el delito contra la Revolución.

Usted mandó a su ministro Carlos Solchaga en los años 90 para plantear una reforma económica. Aquello fracasó, pero muchos años después Raúl Castro sigue cerrado a cualquier cambio al estilo de Vietnam y China…

Toda la gente que colaboró con Solchaga desapareció del régimen, sobre todo cuando llegó Raúl, que eliminó todo eso. En Raúl había un desacuerdo de fondo con los chinos, que querían que la economía mejorara y fuera más eficiente. Sin embargo, sí tenía una atención privilegiada a Vietnam.

Ah, ¿por qué no parece viable ninguna apertura? Es verdad que también fracasó, desde el punto de vista económico, la Perestroika de Gorbachov, porque ellos no se fían de la libertad. Por tanto, no quería dar ningún paso de apertura, ni siquiera en la economía. Muchas veces discutí con Fidel que el huerto de La Habana había alimentado siempre a los ciudadanos, que hoy pasan hambre. Cada vez que alguien tiene un mínimo éxito en el desarrollo de una economía familiar o de lo que sea, lo cortan.

En un futuro democrático, el panorama podría ser desolador para la socialdemocracia en Cuba, teniendo en cuenta el nefasto papel de la izquierda internacional en estos años…

Sin duda, puede ser un grave problema. Acepto que eso es así, porque el acompañamiento en la lucha por la libertad no ha sido visible ni suficiente, mucho menos en la extrema izquierda, que sigue defendiendo al régimen de Cuba.

A toro pasado, ¿se arrepiente de alguna cuestión en su relación con La Habana? ¿Le quedó algo por hacer?

Seguramente, sí. Pero mi propósito fue, desde antes de llegar al Gobierno, desde que recuperamos las libertades aquí, querer para América Latina lo mismo que para España. ¿He fracasado en algunos intentos? Hombre, ver lo que pasa en Nicaragua hoy me produce hasta escalofrío. Me la jugué por el sandinismo a fondo, los ayudé en la lucha contra Somoza y ahora tenemos al frente a Ortega-Murillo, que es peor que Somoza. Por tanto, ahí he fracasado.

Hablemos de las empresas españolas en Cuba. Meliá y muchas otras han aceptado siempre las reglas del régimen. Primero, que los cubanos no entraran a los hoteles, y luego que el 90% del salario se lo quedara el castrismo. ¿Cómo se explica este esquema de semiesclavitud?

Eso es lo que yo planteaba en las discusiones. Fidel me decía: "oye, ¿por qué será que me entiendo mejor con los empresarios que contigo?".

Le dije: "Es muy fácil de explicar. Tú a los empresarios le das todo lo que quieren, y le quitas todos los impedimentos. Por ejemplo, no hay libertad sindical. Por tanto, [los trabajadores] no pueden negociar sus salarios. No hay nadie que le pueda hacer una huelga a un empresario. Es lógico que te lleves bien con la gente que te permite hacer lo que en otro sitio sería absolutamente imposible soportar. En España, los sindicatos harían reventar cualquier tipo de acuerdo de esta naturaleza. ¿No te preocupa reconocer que te llevas mejor con los empresarios que con los demás? ¿Eso no te preocupa más?".

Presidente, 50 años después del congreso de Suresnes, ¿qué responsabilidad tiene la socialdemocracia en el ascenso de los discursos extremistas?

Sin duda. Estamos en un momento de crisis de identidad de la socialdemocracia. Hemos perdido una parte del sentido de la lucha, que es por la igualdad en libertad. Y estamos en esta moda que hay ahora, de la fractura en no sé cuántas identidades.

Entonces, está en crisis la socialdemocracia. Desde aquellas ocasiones en que teníamos vocación mayoritaria y éramos capaces de ganar elecciones por mayoría, hasta ahora que hemos perdido hasta la vocación mayoritaria y damos por hecho que no seremos mayoría. Y cuando una fuerza política representativa piensa que no puede ser mayoría, no puede pretender que la gente le dé la mayoría.

¿Qué han hecho mal?

Muchas cosas. La lucha de la socialdemocracia ha pasado de la defensa de un Estado de Derecho, del pluralismo democrático y de los derechos humanos a [interrumpe la idea]... Y el elemento distintivo, que nos unía a otros demócratas, era la lucha por la igualdad y la justicia social. Esa lucha por la igualdad se ha perdido. Ahora es mucho más identificativa la lucha por los "elementos diferenciales", las minorías diferenciadas, que crecen sin parar ad infinitum.

Mucho se habla de Donald Trump, pero el presidente español Pedro Sánchez controla el Tribunal Constitucional, acosa permanentemente a jueces y medios de comunicación y usó la figura de la amnistía con fines partidistas para mantenerse en el poder. ¿Hay deterioro democrático en España?

Sí, hay deterioro democrático. La respuesta es sí. Acabamos de hacer un acuerdo que afecta a las fronteras…

…con Cataluña.

Ojalá fuera con Cataluña… Es con [el prófugo de la justicia española Carles] Puigdemont. Hemos perdido ya hasta las formas, que en democracia afectan al fondo.

Hay un acuerdo sobre política migratoria, puertos, aeropuertos. Hasta donde sé, el presidente de Cataluña es [el socialista Salvador] Illa, que es amigo mío. El acuerdo no es con la Generalitat [Gobierno regional], sino con Puigdemont. En todo caso, a mi juicio, rompe las reglas del juego completamente. Lo hacen por una vía que no pasa por los controles del asesoramiento técnico-jurídico, ni por el Consejo de Estado, ni por el Consejo del Poder Judicial.

O sea, se está burlando permanentemente el sistema de contrapesos y controles, que existe en un funcionamiento democrático ordinario. Y esta es solo la última. O sea, se está burlando permanentemente el sistema de contrapesos y controles, que existe en un funcionamiento democrático ordinario. Y esta es solo la última.

Lo de Donald Trump es mucho más claro, porque decidió acabar con las reglas que permitieron que la comunidad internacional post Segunda Guerra Mundial se rigiera por una normatividad, sea Naciones Unidas o lo que fuera. Ha decido que eso no sirve. Y, por tanto, que aquí es la ley del más fuerte.

FUENTE: Diario de Cuba

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar