En un vuelo de American Airlines (AA) el pasado viernes 4 de abril apenas arribaron 26 pasajeros, revela a Diario Las Américas, un empleado del Aeropuerto Internacional José Martí, enclavado al sur de La Habana.
La prensa estatal informó que el arribo de visitantes internacionales a Cuba decreció en un 77,9 por ciento en los meses de enero y febrero con respecto a 2024
En un vuelo de American Airlines (AA) el pasado viernes 4 de abril apenas arribaron 26 pasajeros, revela a Diario Las Américas, un empleado del Aeropuerto Internacional José Martí, enclavado al sur de La Habana.
“Cuando Obama restableció relaciones diplomáticas en diciembre de 2014, el salón VIP de la terminal tres era una pasarela de gente importante. Veías a estrellas de la música como Beyoncé o peloteros de la MLB como Miguel Cabrera. Ahora el VIP está desierto. Eran tantos los cubanoamericanos y estadounidenses que viajaban a la isla, que AA llegó a tener seis vuelos diarios a La Habana y en algunos momentos utilizó el Boeing 777 con capacidad para 273 pasajeros”.
“En 2019 se fue disipando el furor de visitar un país comunista y cayó notablemente el número de norteamericanos que venían a Cuba. Pero aun se mantenía en niveles altos la llegada de cubanos residentes en Estados Unidos. Después de la pandemia, AA hizo sus vuelos con el Boeing 737, donde caben 172 personas. Ahora, con el notable descenso de viajeros, utiliza con frecuencia el Airbus 319 con 128 asientos. Así y todo la mayoría de los viajes de AA llegan con menos de la mitad de pasajeros”.
“Se esperaba que esta temporada alta se mantuviera estable el número de compatriotas que volaban a La Habana, más o menos 20 mil al mes, que ya de por sí es un descenso tremendo, pues cinco años atrás eran de 40 mil o 50 mil mensuales. Y en el primer trimestre de 2025, no llegan a 35 mil en total. De los americanos para que te cuento. La caída es sideral. Vienen muy poco. Incluso el turismo extranjero, principalmente el de Canadá, que es el principal emisor, la bajada ha sido espectacular”, dice el trabajador aeroportuario.
La prensa estatal informó que el arribo de visitantes internacionales a Cuba decreció en un 77,9 por ciento en los meses de enero y febrero con respecto a 2024, a pesar de ser temporada alta. En las cifras computadas hasta el 28 de febrero, entraron al país 496.858 mil viajeros. Canadá sigue ocupando el primer puesto, con 173.611 visitantes. Los inmigrantes cubanos en el exterior ocupan la segunda plaza con 38.757 visitantes y Estados Unidos, personas que viajan en la categoría de People to People, el tercer lugar con poco más de 15 mil viajeros.
Llamémosle Elena, promotora de turismo en un hotel cinco estrella plus de La Habana, reconoce el sonado fracaso de las previsiones turísticas por parte del gobierno castrista. “Desde 2018 la cifra de viajeros que vienen a Cuba ha descendido entre un 40 y 50 por ciento si lo comparamos con 2015 y 2016. La recuperación en la etapa post pandemia ha sido terrible. En vez de crecer, decrecemos. Las previsiones del gobierno eran otras. Trazaron una estrategia de invertir miles de millones en construir hoteles de lujo vaticinando que en algún momento el turismo se iba a disparar”.
La dictadura, a pesar de la feroz crisis económica y una inflación creciente, ha invertido en los últimos cuatro años entre 11 y 16 veces más que el dinero destinado en su conjunto a educación, salud pública y agricultura. Las causas de esa caída, según Elena, son diversas: “Desde el pésimo servicio hasta los altísimos precios. El destino Cuba es más caro que el de Cancún o Punta Cana. Los hoteles de alto estándar son más caros que los de Marbella en España. Se han rebajado los precios, pero el mercado no ha reaccionado. Supongo que no resulta atractivo para un turista visitar un país con los servicios básicos colapsados, apagones masivos y edificaciones e infraestructura en ruinas además de escasas opciones extra hoteleras”.
“Después de la pandemia, mientras Dominicana recibe más de 10 millones de turistas que gastan 8 mil millones de dólares al año, en Cuba no llegamos a los dos millones y las divisas que ingresan anualmente fluctúa entre 700 y 800 millones de dólares. Ese dinero es entrada bruta, porque las ganancias, que no se publican, son menores, debido a que por cada dólar que ingresa el turismo como promedio se invierten 70 u 80 centavos de dólar en importar insumos, pues la industria nacional poco aporta. Hasta el azúcar hay que importarla. En esa caída del turismo, el descenso de Canadá es clave. Igual que el de los cubanoamericanos, que ya sea por el miedo a tener problemas con su situación migratoria, la mala calidad de los servicios turísticos y los altos precios, optan por encontrarse con sus parientes en Punta Cana o Cancún. El efecto Trump ha impactado fuerte en el turismo de Cuba. Pero una cuota importante de culpa la tiene el gobierno por su falta de visión”, concluye la promotora turística.
Por su parte el empleado del aeropuerto asevera que “en los vuelos chárter que utilizan la terminal dos, ha descendido el número de viajeros. Eso sí, los pocos que vienen llegan con un montón de bultos, con alimentos, medicinas, plantas eléctricas... Y no es problema de costo, porque AA está cobrando 285 dólares por pasaje de ida y vuelta, la cifra más barata en los últimos años. Esa merma afecta la ‘búsqueda’ de los trabajadores pues nuestros compatriotas son los que más propinas dan”.
La caída brusca del turismo y de inmigrantes cubanos, impacta en el sector de servicios, negocios privados, compras minoristas en tiendas estatales de divisas y venta y compra de casas, considera Gustavo, economista. “Por lo general son los cubanos radicados en el exterior son los que más compran casas, ya sea para su familia o para tener otra vivienda. También financian emprendimientos privados, desde sus países o utilizando un familiar o amigo de testaferro. Y son los que más gastan en compras en las tiendas dolarizadas. Por eso, entre la emigración masiva y el poco interés de muchos cubanos en comprar propiedades en su país, el precio de la vivienda anda por el suelo. Simplemente no hay dinero para ese tipo de inversión”.
No pocos negocios privados, sobre todo aquellos orientados hacia las ventas minoristas de comestibles, ropas y artículos de aseo han cerrado en La Habana. Isael, funcionario de la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria), expresa que “los últimos diez meses han devuelto la licencia más de 2,300 trabajadores por cuenta propia y se han cerrado más de 40 MIPYMES en la capital. A veces los dueños venden los negocios y estos cambian de titular. Pero se nota que ha decrecido muchísimo el interés de invertir en Cuba. Y se sabe que una parte importante, ya sea de manera parcial o total, de los negocios que se abren en el país cuentan con financiamiento de cubanos residentes en el exterior, principalmente de Estados Unidos”.
Luisa, residente en New Jersey, se había repatriado hace dos años para poder registrarse como propietaria del apartamento que le dejó el padre tras su muerte. “Aprovechando los precios inmobiliarios a la baja, mi esposo y mi hijo compraron dos propiedades. Invertimos miles de dólares en repararlas y la pusimos a nombre de mi madre y mi hermana. Viajaba a Cuba cada tres meses y me quedaba veinte días o un mes".
"Ahora, con la llegada de Trump y los rumores que van a derogar los viajes a la Isla, muchos de los que compramos propiedades o que tienen negocios no estamos viajando por temor a perder la residencia o la ciudadanía por violar determinadas leyes del embargo o de la Ley de Ajuste Cubano.Estoy en una carrera contrarreloj, vendiendo todo lo que compramos, pero no aparecen compradores. Solo un loco va arriesgar su estatus en Estados Unidos por viajar a Cuba, ya sea para mantener una casa o un negocio”, confiesa Luisa.
La caída del turismo y de los viajes de cubanos residentes en el extranjero se percibe cuando usted recorre hostales, cafeterías o restaurantes privados en la zona antigua de La Habana. El Café del Ángel, a un costado de la iglesia del Ángel, ubicado en la calle Compostela esquina Cuarteles, en la mañana del viernes 4 de abril. Jacqueline Fumero, la propietaria, extraña años 2014, 2015 y 2016 cuando el local “estaba full de día y de noche". Incluso Obama se reunió con Fumero y otros emprendedores de la Habana Vieja. Un dependiente dice que "las ventas están súper flojas. En estos momentos solo hay un tipo sentado afuera que lleva dos horas tomándose un café y varios turistas alemanes, que reservaron una mesa para hablar de política con un cubano con pinta de disidente. Solo han consumido agua y café. Si la cosas siguen así, la dueña tendrá que cerrar”.
Negocios privados, como el Belview Artcafé, en 19 esquina a 6, Vedado, que hace cinco años siempre estaba lleno, ha cerrado. Bodegones como el de José Armando, al oeste de La Habana, está rematando lo que le queda en el almacén y venderlo. “En dos semanas cojo la maleta y voy tumbando pa’ Miami”, señala. Tuvo suerte y le dieron una visa múltiple que le permite viajar a Estados Unidos como emprendedor.