Enfrentó a Hugo Chávez desde el principio y hoy combate a Nicolás Maduro. Está convencido de que más temprano que tarde el dictador venezolano caerá. Ledezma llegó a Lima acompañando al presidente Edmundo González. Aquí sus reflexiones.
El exalcalde de Caracas vive en el exilio en Madrid y por eso no se cansa de alzar la voz para luchar contra la tiranía chavista
Enfrentó a Hugo Chávez desde el principio y hoy combate a Nicolás Maduro. Está convencido de que más temprano que tarde el dictador venezolano caerá. Ledezma llegó a Lima acompañando al presidente Edmundo González. Aquí sus reflexiones.
El estado de ánimo son las municiones más importantes que tenemos para dar esta batalla. Representa el gran arsenal de un pueblo que no tiene fusiles ni tanques de guerra, que no tiene garrotes para apoyarse en la brutalidad de la represión como sí lo hace Maduro. Dicho de otra manera, Maduro es un dictador que se va hundiendo en la soledad de su propia miseria. Está viviendo la tragedia de los gobernantes que se quedan sin pueblo. Todas las investigaciones indican que ya no es que Edmundo González ganó con el 70%, sino que más del 90% de los venezolanos, entre los cuales se cuentan a quienes antes votaban por Chávez o por Maduro, apuestan por un cambio profundo y piden a gritos la salida de la dictadura. Si algo se le reconoce a María Corina y Edmundo es que se convirtieron en el reloj despertador de un pueblo que parecía sumido en un letargo y que supuestamente había perdido las esperanzas.
Guaidó tenía fecha de término porque él fue ungido como presidente interino para llenar un vacío, pues en Venezuela no había presidente electo legítimo para que pudiera asumir la primera magistratura el 10 de enero, según la Constitución Nacional, que hubiese sido designado en votaciones populares. Conforme al artículo 233 de nuestra Carta Magna, Guaidó pasó a llenar ese vacío de poder. Esta coyuntura es totalmente distinta. Edmundo González es designado presidente legítimo por casi 8 millones de venezolanos y se apoya en el artículo quinto de nuestra Constitución Nacional, que indica que la soberanía reside en el pueblo que la ejerce mediante el sufragio. Hoy tenemos presidente electo, cosa que no ocurrió en el 2019.
Pero está la silla y más temprano que tarde el mundo va a posicionarse para ampliar el mandato que le dio el pueblo de Venezuela. Por eso hacemos esta gira por la libertad. No se trata de un tour turístico, lo hacemos con mucho esfuerzo. Admiro mucho el temple de Edmundo González porque no ha parado desde que llegó desterrado a Madrid el 8 de septiembre pasado. De Caracas llegó a Madrid y luego ha estado en Portugal, Italia, Sevilla, Barcelona, Berlín, Bruselas, La Haya, Estrasburgo, Argentina, Uruguay, Washington, Panamá, República Dominicana, Guatemala, Costa Rica. Edmundo ha asistido a la toma de posesión de Donald Trump y luego esta nueva gira por el sur: Ecuador, el Perú y ahora Panamá. La intención de llegar a Caracas sigue vigente, es una deuda por cobrar que no prescribe. Edmundo tiene un cheque firmado por casi 8 millones de venezolanos, está apostillado y es una deuda que el mundo honrará. Es el certificado del presidente electo.
El amor por la patria es más vigoroso. Nadie le dará tregua a la maniobra del régimen de querer cometer este atraco, porque ni siquiera es un fraude. Maduro ni siquiera puede mostrar actas falsas. Edmundo y María Corina le han ganado a Maduro con sus aparatos electrónicos, con su registro electoral, con la hegemonía comunicacional, con el control financiero de un régimen que no le rinde cuentas a nadie, con toda la represión, con miles de presos políticos. Esto es un vulgar atraco en despoblado y eso lo sabe todo el mundo.
No existe lugar del mundo donde no se admita que el ganador es Edmundo, ni siquiera los Socios del Foro de Sao Paulo avalan a Maduro. Apenas lo reconoce Cuba, Nicaragua y el dictador del Congo, que fueron el trío de dictadores que asistieron a la puesta en escena de esa descarada toma de poder.
Con la visita del comisionado Grenell, Maduro lució sumiso ante el gobierno de Trump. Pasó de ser el desafiante populista con su fanfarria antiimperialista a ser un humillado dictador. Quedó confirmado que Maduro tiene rehenes y esta vez los intercambiaron a cambio de nada, solo resignación a recibir a sus socios de la banda del Tren de Aragua, porque a diferencia de lo que se hizo con la administración de Biden, rescatando a los parientes sentenciados por narcotráfico y al testaferro Alex Saab. Además queda confirmado que, para Donald Trump, Maduro es un dictador que usa los petrodólares para atornillarse en el poder que usurpa. Queda como hecho relevante que para Trump, por lo asegurado por Marco Rubio, Edmundo González es el presidente legítimo de Venezuela.
Trump debe hacer en la práctica lo que ha sostenido en público: si Maduro es un dictador que le hace mucho daño a los venezolanos, hay que hacer algo para resolver la crisis venezolana, hay un claro ganador de las elecciones del pasado 28 de julio y hay que ejercer la máxima presión institucional para que Edmundo González asuma el poder. La mejor manera de ayudar es con esa máxima presión.
Donald Trump lo sabe, los organismos de inteligencia tienen que tenerle ese informe. Por ejemplo, esta guerra del Catatumbo en la que están involucrados el ELN y los disidentes de la FARC, se están peleando por la bicoca de US$6.000 millones que produce ese negocio anualmente la franja de Catatumbo por donde sacan cerca de 350 toneladas de cocaína. Buena parte de esa cocaína llega a EEUU, que es un factor contaminante y perturbador de la sociedad. El narcotráfico es un problema a resolver.
Para Trump, la banda del Tren de Aragua es una amenaza para la seguridad y él sabe que los cabecillas de esa banda criminal trasnacional son Maduro y Diosdado Cabello. Esta banda tuvo su nacimiento en Venezuela y lo fundó el exministro y exgobernador de Aragua, Tareck Ei Aissami, que ahora está preso porque se robaron cerca de US$30.000 millones, denunciado por el propio Maduro.
Esta mezcla letal de narcotráfico, terrorismo, legitimación de capitales, corrupción y crimen organizado sigue siendo una amenaza para el hemisferio, pero muy especialmente para EE.UU. Si el presidente Donald Trump quiere resolver el problema de la migración, sabe que la causa de este deslave humano que protagonizan cerca de 9 millones de venezolanos se llama Nicolás Maduro.
El petróleo que vende Maduro es un petróleo ensangrentado. El dinero que obtiene Maduro por el concepto de la venta del crudo no lo reinvierte en educación, en escuelas, universidades, sino en financiar su aparato represivo. Con eso se compran las bombas lacrimógenas, las municiones para los fusiles, para las tanquetas, con eso es que le paguen salarios a los colectivos, a las bandas, a los militares, que forman parte de una élite corrompida que no tiene ningún tipo de reparos a la hora de reprimir.
Trump ya anunció que no comprará petróleo a Venezuela y ahora le pedimos lo mismo a los españoles. Cada vez que le compran petróleo a Maduro es como si le estuvieran dando municiones para que disparen contra el pueblo. Hoy Venezuela está solícita de un abrazo solidario porque estamos sufriendo mucho. Mi pedido es que no la dejen sola.
Ese llamado ha tenido respuesta. Cuando Chávez llegó al poder, modificó la ley electoral, porque antes los militares no votaban en Venezuela, no tenían carácter beligerante. Resulta que Chávez le dio el derecho a votar y en los centros donde votaron los militares ganó Edmundo González. ¿Qué indica esto? Que también en las guarniciones militares hay una rebelión cívica. La rebelión la expresaron los militares no con tanques y con cañones, sino con el voto.
El mensaje que dio Edmundo González el 10 de enero fue categórico. Le habló a los militares como comandante en jefe y los llamó a hacer respetar la soberanía popular. No a que dieran un golpe, que es distinto. Quien ha dado el golpe es Maduro.
En Venezuela tenemos 25 años resistiendo y vamos a seguir. En Cuba nunca llegaron a tener un presidente electo como lo logramos nosotros. Esa es la gran diferencia. Nosotros tenemos un presidente electo y esa es una credencial que vale mucho y que no pierde vigencia.Nosotros estamos en la recta camino a desalojarlos. No podemos comparar a Venezuela con Cuba. No es la misma historia. En ninguno de estos 65 años de Cuba ha habido un presidente electo. Nunca se hicieron elecciones como las que nosotros logramos. Maduro ha provocado una catástrofe humanitaria de tal dimensión que ha obligado a millones de seres humanos a ponerse a salvo fuera del territorio nacional. Yo lo llamo el deslave humano, pero es temporal. Cuando recuperemos la libertad millones de venezolanos van a retornar de manera voluntaria al territorio venezolano. Todo eso lo vamos a ver.
Me acuesto y me levanto pensando en Venezuela [guarda un largo silencio]. Yo me convencí y me fui porque no tenía derecho al debido proceso después de que me sacaron una madrugada de mi casa y me metieron a Ramo Verde. Fueron días muy hostiles… Aquella celda llena de cucarachas, excrementos. Fueron días sin dormir y me negué a ingerir alimentos de la porquería que me llevaban… También me negué a aceptar una propuesta que me habían hecho llegar: liberarme en diciembre del 2016 e incluso serían capaces de devolverme algunas potestades que me habían arrebatado como alcalde metropolitano, pero a cambio yo me presentaría en una rueda de prensa pidiendo a la gente que suspendiera las marchas y las denuncias contra Maduro. Respondí: “Prefiero la muerte”. Cuando me enteré de que había un plan siniestro de desaparecerme, me fugué. Salí de mi casa a las 8:30 a.m. el 16 de noviembre del 2017. Recorrí cerca de 1.000 km porque se estudiaron varias alternativas; opté por la ruta de San Antonio Beltácida con la frontera con Colombia. Y, bueno, me ayudó Dios.
Solo pensaba en la libertad. Tenía presente al poeta Andrés Eloy Blanco, quien le había escrito unas letras al maestro Rómulo Gallegos, que fue presidente de Venezuela y depuesto en golpe de Estado en noviembre de 1948. Cuando él salió del exilio, le escribió a Rómulo: “Vete caminando de espaldas para que sientas que estás volviendo”. Yo me acordé mucho de esa frase y caminé un poquito de espaldas porque tenía la sensación de que iba a regresar pronto. Y resulta que voy para ocho años en este destierro forzado. El exilio produce un dolor de patria ausente terrible; uno lleva el dolor entre el pecho y la espalda; pero yo voy a volver. Y será pronto. Estamos más cerca que ayer, más cerca.
Totalmente, y el primero en reconocerlo es Edmundo. Sin falso orgullo admite que él es consecuencia de un destino que le colocó una responsabilidad que no estaba buscando. Es un hombre de vocación diplomática y no tenía en su ruta llegar a ser candidato presidencial, pero ha estado a la altura de este desafío con mucho temple. Venezuela es un país desgarrado, tiene muchas heridas, y lo importante es que esas heridas representen un laurel para los venezolanos que le decimos al mundo lo que fuimos capaces de resistir. Esa cicatriz no la borremos para que sea como un espejo en el que se miden los otros pueblos del mundo, para que entiendan los riesgos que representa para las democracias el maleficio del populismo.
Está bien. Es una mujer que sabe cuidarse y a quien cuidan bien. Asume riesgos con un coraje y capacidad de trabajo realmente impresionante. Tengo por ella una gran admiración; vengo trabajando con ella hace muchos años y, en la medida en que la voy conociendo, la voy admirando más y más.