LAHABANA/ESPECIAL.- La mañana del martes 23 de febrero de 2010, un grupo de periodistas independientes y activistas disidentes estábamos en el apartamento del matrimonio de Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar en la barriada de Nueva Vedado. Sánchez, creadora del blog Generación Y, junto a su esposo Escobar, un experimentado periodista con más de cincuenta años en la profesión, habían organizado un curso para adiestrarnos en el uso de nuevas herramientas tecnológicas.
Casi treinta personas colmábamos la sala del apartamento ubicado en el piso catorce de un horrible edificio prefabricado con tecnología yugoslava. Sentados en sillas plásticas o en el piso, coincidíamos periodistas sin mordaza, opositores políticos y jóvenes intelectuales abiertamente anticastristas. Esa mañana estaban presentes el disidente Rolando Rodríguez Lobaina y el poeta y periodista independiente Luis Felipe Rojas.
Habían llegado a La Habana de manera furtiva después de recorrer varias provincias orientales. Lobaina presidía Alianza Democrática Oriental (ADO), uno de los movimientos opositores más activos y prometedores de esa época que llegó a contar con más de 300 integrantes y ayudaba con alimentos, medicinas y artículos de aseo a decenas de presos políticos. Lobaina y Luis Felipe me actualizaron de las últimas noticias sobre el estado de salud del preso político Orlando Zapata Tamayo, un albañil y plomero de 42 años afiliado al grupo Movimiento Alternativa Republicana.
La lucha y el calvario de Orlando Zapata Tamayo
“No creo que Orlando pueda sobrevivir a la huelga de hambre. Lo llevaron al hospital Hermanos Ameijeiras presionados por la condena internacional. Pero su estado de salud es irreversible. Sería un milagro que sobreviva”, me dijo en voz grave Rodríguez Lobaina. Desde el teléfono de la cárcel, Zapata se comunicaba con Caridad Caballero Batista, periodista independiente holguinera. Ella fue la primera que reportó el inicio de la huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, que se inició el 3 de diciembre de 2009 en la Prisión Provincial de Holguín. Entre sus demandas, mejorar las condiciones carcelarias en el país y que a los presos políticos les permitieran vestir un uniforme blanco que los diferenciara de los comunes.
Sus hermanos de causa del grupo de los 75 disidentes y periodistas libres que fueron encarcelados durante la Primavera Negra de marzo de 2003 han denunciado que las autoridades penitenciarias cometieron múltiples abusos contra Zapata durante los primeros días, cuando se encontraba muy vulnerable tras un ayuno extremo. También le negaron el agua de manera intermitente durante dieciocho días, lo que provocó un fallo renal. Zapata Tamayo, nació el 15 de mayo de 1967 en la provincia Santiago de Cuba y se trasladó a La Habana para trabajar en la construcción.
Fue en la capital donde se enroló en la oposición. La veterana opositora Martha Beatriz Roque Cabello, 79 años, en una entrevista que me concedió en el verano de 2012, rememoraba: “En 2002 conocí a Orlando Zapata Tamayo. Era un muchacho muy humilde, respetuoso y disciplinado. Había que sacarle las palabras a la fuerza. En diciembre de ese año fue detenido por participar en un acto organizado por el doctor Oscar Elías Biscet en la barriada de Lawton. En los primeros días de enero de 2003, casi en la víspera de la Primavera Negra, visitó mi casa y agradeció el apoyo que le había dado en lo personal y el de nuestro grupo, la Asamblea para Promover una Sociedad Civil en Cuba. A Zapata no le interesaba el protagonismo, no deseaba marcharse del país, era un simple peón de albañil que sentía que su patria necesitaba cambios a gritos”.
“A mediados de marzo de 2003 varios miembros de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, iniciamos un ayuno en el apartamento de Marieta, viuda del opositor Jesús Yanes Pelletier, en la calle Humboldt, Vedado. Zapata participó con nosotros. Recuerdo que fue en ese ayuno donde charlé ampliamente con él. Me contó su vida miserable, su niñez repletas de carencias materiales y sus ilusiones. Una gemte simple con una idea fija en su mente: que Cuba mudara hacia la democracia. El 20 de marzo a Orlando lo detuvieron junto a otros 86 opositores".
En ese momento de la entrevista, Martha Beatriz aprovechaba para aclarar que "en un principio, Fidel Castro mandó a detener esa cantidad de personas, pero luego, supongo que para redondear los números, y las cifras cuadraran, es decir 15 presos disidentes por cada uno de los 5 espías encarcelados en Estados Unidos es que se rebajó a 75 los arrestados. Estuvo unos días en una celda. A Zapata Tamayo lo liberan un par de semanas después. Pero a los pocos días, en un acto de protesta que provocó en el céntrico Parque Central, a favor de la libertad de los 75 disidentes encarcelados, fue detenido y juzgado por desacato a 3 años en prisión. Ahí comenzó su calvario”.
“De los tres años iníciales, por diferentes protestas y quejas, le hacen varios juicios, lo acusan de desórdenes en la prisión y su sanción se estira hasta los 43 años. Posteriormente el tribunal hace una conjunta y se queda en 36 años de privación de libertad. En las cárceles donde estuvo Orlando Zapata Tamayo, fue torturado y golpeado brutalmente por las autoridades de la prisión. Recuerdo que en uno de los juicios que se le celebró llegó con la boca amordazada, esposado y con grilletes en los pies. Durante su trágica huelga de hambre, los militares del penal lo tuvieron 18 días sin darle agua, no fue un accidente o un acto suicida, fue un crimen de Estado", indignada, denunciaba Martha Beatriz en 2012.
Un desenlace trágico
Zapata Tamayo estuvo más de ochenta día en huelga de hambre. Los esbirros de la policía política, cuando se fue agravando su estado de salud, lo trasladaron de la prisión de Holguín a Kilo 8 en Camagüey, de ahí al Combinado del Este, en las afueras de La Habana y finalmente al hospital Hermanos Ameijeira donde falleció el 23 de febrero de 2010 tras 86 días en huelga de hambre.
Justo a las tres y quince de la tarde, en el apartamento de Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar, la bloguera Claudia Cadelo recibió un fatídico SMS: “Murió Orlando Zapata, el régimen lo asesinó”, dijo llorando. Hubo un silencio sobrecogedor. Inmediatamente nos pusimos a trabajar. Esa noche Reinaldo y Yoani fueron a Medicina Legal y lograron entrevistar a Reina Luisa Tamayo, la madre de Orlando Zapata.
Otro grupo de periodistas y blogueros fuimos a un velatorio en casa de Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, en la calle Neptuno. La zona estaba tomada por fuerzas conjuntas de la Seguridad del Estados y represores de la Asociación de Combatientes. Ese fin de semana, las Damas de Blanco salieron a protestar con gladiolos en la mano en un barrio al sur de La Habana.
Un crimen impune
La repercusión internacional fue tremenda. La muerte de Orlando Zapata Tamayo se pudo evitar. Algo quedó claro: la siniestra naturaleza de la dictadura castrista. El implacable poder de un Estado, no debe, no puede, aplastar sin miramientos la vida de un ser humano. El fallecimiento de Zapata junto a las protestas de las Damas de Blanco exigiendo democracia y la excarcelación de sus esposos, padres o hijos, forzó al régimen de Raúl Castro a negociar la liberación de los 75 presos políticos.
El entierro de Orlando Zapata en Banes, Holguín, estuvo fuertemente vigilado por la policía política. Cuando junto a un corresponsal español viajaba a esa localidad oriental, una patrulla de la Seguridad del Estado nos detuvo y nos impidió asistir al entierro. Martha Beatriz sí pudo asistir. En la entrevista que le hice en 2012 me contó que “aquello parecía una plaza militar, había decenas de altos oficiales temerosos y a la expectativa. Reina Tamayo, la madre de Zapata, vivía en una pobre choza de concreto. En la sala se encontraba el cadáver de su hijo. La acompañamos un grupo de disidentes y algunas Damas de Blanco. Colocamos una bandera cubana encima del féretro y después salimos a caminar por las calles del caserío. Había un cordón de militares y miembros de la policía política en todo el pueblo. La tensión se podía cortar con un cuchillo”.
Según ha documentado Archivo Cuba, hasta el 12 de octubre de 2022, 27 presos políticos cubanos han muerto por huelgas de hambre. El primero fue el dirigente estudiantil Pedro Luis Boitel, el 25 de mayo de 1972. La oposición pacífica en la Isla ha utilizado las huelgas de hambre como un arma para reclamar sus derechos. Decía el líder hindú Mahatma Gandhi, que las huelgas de hambre son efectivas si logran ablandar el corazón del enemigo.
En el caso de Cuba nunca lo lograron. Quince años después de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, el número de presos políticos supera los mil.